jueves, 27 de mayo de 2010

La Revolución Soñada: Homenaje a las olvidadas ideas de Mayo de 1810.


En 1894 fue publicado "La historia de mi dictadura", de autor anónimo. Traducción German Lema, Colombia y actualizado por Hector Raul Sandler, Buenos Aires.

INTRODUCCIÓN


Hubo una vez en que luego de una larga jornada de trabajo, con el simple deseo de gozar un fin de semana en companía de mis amigos participé en una de las excursiones que solia organizar el Club Democrático de nuestro pueblo. En cuanto a recreación fue un fracaso. No puede haber descanso mental en un grupo de reformadores sociales, especialmente cuando hay intranquilidad y desempleo en el país. No pasó mucho tiempo al llegar al lugar elegido sin que estuviéramos entregados a la discusión de nuestros problemas. La excursión se convirtió en un debate sin fin. Atrás quedó el proyecto original , Sentados bajo unos árboles, motivados por problemas con que la politica y la economia nos aflige, decidimos improvisar un Parlamento. Los amigos me distinguieron con el papel de Presidente.
Se discutieron todos los problemas sociales del dia, sin dejar de repasar los pasados y augurar los por venir. Nadie se privo de hablar. Los distintos oradores propusieron sus soluciones. Mi papel fue muy fácil; simplemente anotar lo que uno tras otro proponia. Antes de terminar el largo dia, alguien propuso y todos aceptaron, que en mi calidad de Presidente , tranquilo en casa, preparara yo un resumen de las conclusiones a las que se suponia habiamos arribado. Seria la base para una accion politica concreta que por una u otra causa se venia demorando y todos creian necesitar. . .
Ya en casa mi cabeza daba vueltas; las proposiciones de los diferentes oradores eran muy difíciles de armonizar cuando no irreconciliables. Imposible cuajarlas en la opinión de fuera sostenida por una “mayoria respetable”. Traté de separar los hechos de las meras suposiciones. A media noche la cabeza me daba vueltas sin poder armar algo que, al menos contuviera una buena parte de las propuestas. Lo peor es que algo de verdad latía en cada una de las demandas, por encontradas que fueran . Pero solo era punto un punto de verdad. Lo suficientemente importante como para ser atendida; pero eran verdades parciales. Unas chocaban contra las otras. El tratar de conciliar este enjambre de “buenas ideas” me fue sumiendo en creciente confusión. Trataba una y otra vez recogerlas en un solo cuerpo. El esfuezo fue titanico. Los pensamientos se fueron haciendo cada vez más confusos. El cansancio fue fatal para mi exhausta mente Perdi la nocion del tiempo y me desvanecí.
De cómo esto ocurrió, no lo recuerdo. Pero en el fondo de mi corazón surge la sensación que una fuerza milagrosa, al separar el desmayo mi alma del cuerpo, obró y aprovecho para transportarla a las misteriosas esferas celestiales que, según de dice, son cosa del otro mundo. No lo sé. Lo que si sé es que guardé con asombrosa claridad el recuerdo de lo sucedido en otra de asamblea repetida en el mundo de los sueños. Del mismo modo que según narra la leyenda le sucedió a Mahoma al romperse el cántaro donde portaba el agua, tras lo cual perdió el conocimiento y vio en un instante todos los mundos celestiales, tuve un sueño... Por muchos años guardé en secreto las visiones de mi sueño. Temí ser tomado por loco y me excuse ante mis amigos por no haber hecho el “acta” de lo debatido en la reunión. Argumenté haber conseguido un trabajo que no me permitia hacer el resumen. .
Pero hoy, al ver agravados cada dia más los conflictos que enfrentan a los hombres, mi corazón me dice cada día más, que aquel sueño no fue sueño. Que quizá haya sido una revelación concedida para divulgarla y ayudar a mis hermanos a vivir en paz y en libertad. Por eso he resuelto escribir, a modo de testamento, el relato el sueño que viví, en la esperanza que sea de provecho a todos los hombres de buena voluntad que sufren por tantos problemas de la vida social. .


EL SECRETO REVELADO

La Asamblea
Era completamente natural que estuviera allí y consciente de lo que sucedía. Practicadas reñidas elecciones, la democracia había triunfado sustituyendo el despótico sistema imperante desde tiempo inmemorial. En consecuencia todo el pueblo se había reunido para determinar las reformas que aseguraran la igualdad de deberes y derechos para todos y cada uno de los habitantes.
Eran numerosas las proposiciones; pero ninguna lograba aceptación general. Ante la creciente discusión y falta de acuerdo de los líderes de los distintos grupos, la gente comenzó a pensar que la democracia era un fracaso Yo temblaba ante el giro que tomaban las cosas: un creciente escepticismo frente a la reciente democracia y su virtual cancelación apenas nacida. Sin poder contenerme enfrenté a la multitud con estas palabras:
- "Compañeros, ¡no deben desesperar! Vuestros objetivos son idénticos y sólo veo diferencias en cuanto a los medios que se proponen para alcanzarlos".
Me interrumpieron sin contemplación.

- "Ese es el problema. Si nuestros dirigentes no pueden ponerse de acuerdo en los medios ¿cómo se va a gobernar el país? Si no sabemos que es lo que hay que hacer, ¿cómo podemos lograr la prosperidad?".
En forma terminante les repliqué: "Si ese es el problema, su solución en mucho más sencilla de lo que creen".
Los dirigentes guardaron silencio, menos por el énfasis de mi afirmación que apabullados por el vocinglerío de la gente que harta de las discusiones unificó su pensamiento gritando al unísono : "¡Si lo sabes, hazlo tú! y acabemos de una vez"

- "Sé como hacerlo pero no tengo poder para hacerlo, dije algo atemorizado. Tan solo iba a hacer sugerencias" , agregué. ". Pero esta última frase fue ahogada por un grito general atronador.
- ¡'Démosle el poder. ¡ Si dice que puede hacerlo, que lo haga! Nombrémoslo Protector"
Reaccioné tratando que me pusieran atención, que entendieran que no esperaba ser Protector , función antidemocrática, que por más que le dieran ese nombre lo que ejercería sería una dictadura. El cansancio que abrumaba a todos, incluso a los dirigentes agotados por las enconandas exposiciones de sus argumentos, pudo más.

El Presidente con las manos demando silenció, me pidió que tomara asiento. De pie, cuando el mutismo fue total, leyó este documento que interpretando el sentir general había borroneado en un santiamen:
"En nombre de la democracia, esta asamblea pública, aprueba el nombramiento del ciudadano...". Los gritos apenas me dejaron oir mi nombre y solo se escucho la palabra: "... Protector".
- "¡Dictador, querrá decir", grité con indignación. Sin prestar la menor atención a mi protesta , repitió: ......'Protector", añadiendo: "Quienes estén de acuerdo, que alcen sus manos en aprobación". Un mar de manos en alto me confirmaron en el inesperado cargo. Sin desearlo ni esperalo de demócrata pasé a Dictador .
- "¡Que hable, que hable!", gritaba el pueblo, impaciente.

I LA CONSTITUCIÓN Y LAS TRES PROCLAMAS

No había escape, ni tiempo para reflexionar. Había hecho alarde de que sabía como establecer prosperidad y ahora no tenía otro camino que cumplir mi promesa. Me levanté y dije:
- 'Deseo ser vuestro servidor y manejar los negocios del Estado, pero no basta con el poder que me habéis dado. Debéis definir mis deberes. En otras palabras: debemos contar con una Constitución para yo hacerla cumplir".

Gritos de aprobación se escucharon por todos lados: "¡ Eso es! ¡Eso es¡ !Uná Constitución! ¡Redacta una! ¡ Sugiere una!".
- "Bien, -dije- la única Constitución que vale en una verdadera democracia está escrita en vuestros corazones. Veamos si digo la verdad: ¿Deseals ser libres?". Jamás multitud alguna expresó con tanta fuerza su respuesta: ¡Si! entonaron mil voces a la vez.
- "Bien. -continué- Nuestra Constitución será muy breve pues conocéis bien sus palabras.: "Todo individuo tiene iguales e inalienables derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad". Ésta será nuestra Constitución. Ella encierra los derechos y deberes de cada ciudadano y los derechos y deberes que me habéis delegado".

Un sugestivo silencio siguió a mi discurso. Comprendí que su significado no era tan claro para ellos como para mí. Sentí la obligación de aclararlo mediante tres proclamas explicativas.
- "Primero. Si todos tenemos igual derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, es claro que nadie puede ser molestado en el ejercicio de este derecho".
- "¡Bravo, bravo!", gritaron.
- "Así, vuestros deberes se limítan a respetar estos derechos de vuestros vecinos. Y el mío, como gobernante en democracia, es mantener vigentes los derechos para todos y asegurárselos a cada uno de los habitantes". Nuevamente tuve la Asamblea recobró su fervor estallando en aplausos.
- "Esta Constitución será nuestra ley. Cualquier acto del Ejecutivo, o cualquier acto privado, sea quien fuere el que lo cometiere, estará en contra de esta Constitución, y su ofensa no será tolerada. Esta es mi primera proclama." Aplausos.

-"Mi segunda proclama es como sigue: Todos los hombres tendrán igual derecho a los bienes de la Naturaleza, porque sin ese derecho, la vida, la libertad y la felicidad son imposibles".
"¡Igual derecho a los bienes naturales! Sí, es lo que queremos, pero oye, ¿cómo vamos a lograrlo todos?".

'Esperad un momento, que falta aun la tercer proclama. . Mi tercera proclama prohibe a cualquier persona o grupo de personas quitarle a otras personas los frutos de su trabajo, sea cual fuere el pretexto que invoque. Sólo su dueño estará en libertad de disponer de ellos como desee. Por lo tanto, desde este momento quedan abolidos todos los impuestos, directos e indirectos".
Este anuncio creó satisfacción y desconcierto al mismo tiempo.

"Pero no se puede gobernar, sin impuestos...!" exclamaron algunos.
No, contesté. He dicho que no habrá impuestos, pero el Estado no carecerá de rentas públicas, pues formará su tesoro con la renta natural de la tierra"

¡Que hable claro! ¡No entendemos lo que dice!", protestaban algunos con alboroto.
- Bueno. En necesario que escuchen cuidadosamente. Los bienes de la Naturaleza son el suelo, el clima, el agua, el viento, las minas, el mar, etc.; en pocas palabras: las fuerzas naturales y todo lo que pertenece a la Tierra. Pero, aunque todos tenemos igual derecho al mismo lugar, no es posible que sea ocupado por más de una persona o familia. La persona o familia que lo ocupen lo hará con el fin de morar en él o para lograr el fruto de su trabajo y con esos fines debe tener la exclusiva ocupación. de ese lugar, impidiendo a los demás acceder a él. En consecuencia, para mantener el pie de igualdad de todos, debe pagar a la comunidad por las ventajas que obtiene de ese derecho de exclusividad".

'Muy confuso", gritaron varios.
"Repito en otras palabras para que quede claro: Los impuestos quedan abolidos. Para el Fisco nacional, recaudaremos la Renta de la tierra, excluyendo toda mejora. Esta renta indica el valor que la comunidad da a cada sitio. La comunidad crea ese valor con su trabajo colectivo y por lo tanto a ella le pertenece por derecho. Así, para fines públicos el gobierno en nombre de la comunidad cobrara de los ocupantes lo que es público. La gente mantendrá para sí los beneficios derivados de tener un igual derecho originario de acceso a la tierra, puesto que lo que se recoge por el gobierno será para atender a los gastos que demandan los servicios para todos. Se respetarán todos los contratos existentes, a menos que estén en desacuerdo con la Constitución, y nadie será desprovisto de sus posesiones. Eso es todo".

Al desconcierto siguió el desacuerdo, la multitud parecía inquietarse y comenzaron los pedidos de explicaciones particulares.
"¿Qué? ¡De manera que los capitalistas se salieron con la suya...! Y seguirán los pobres igual que antes. ¿Y ni siquiera impuestos sobre las ganancias?", y asi uno detrás de otro. Contestar a todos al mismo tiempo era imposible. Pedí silencio y dije:
"Me habéis impuesto el deber de garantizar iguales derechos y deberes para todos. Ya os he dicho la única manera de lograrlo. A partir de este momento cualquier persona que pueda demostrar que se viola la Constitución en su persona o que no posee las libertades descritas en ella, le daré atención inmediata; y yo personalmente los recibiré en mi despacho".

Dada la autoridad que me fuera conferida, que ellos denominban Protector a que simple y llanamente un Dictador, se acató la resuelto y se abrieron las puertas de mi presidencial despacho para atender a cada particular o grupo consideraba violados sus intereses por la nueva Constitución.

II. DIALOGOS CON EL PUEBLO

Con el mendigo
La sala de recibo se llenó de gente que presionaba por verme. Entre todos distinguí a un individuo que pudiera describir como un vagabundo. Los guardias lo empujaban para dar acceso a otros mejor vestidos, quebrando el principio de igualdad que acabamos de aprobar. Con voz tonante dije::
"Bajo la Constitución, todos tienen igual derecho en virtud de su ciudadanía y no por la ropa que usan. Al primero en llegar se le atiende primero". El hombre sonrió y me agradeció calurosamente:

"Usted es a las claras el verdadero amigo del trabajador. Vengo por mi pedazo de tierra".
"Expliquese. -repliqué- ¿A cuál tierra se refiere?".
"Pues a la que me corresponde de la repartición".
"Es que no hay ninguna repartición, ni de tierra, ni de nada. La Constitución no habla de Repartición"
"No. Pero habla de iguales oportunidades para todos. Y ¿cómo puedo tener igual oportunidad que el señor Ospina, que es dueño de miles de hectáreas, cuando yo no tengo ni una?".
"Usted tiene las mismas oportunidades, porque lo que antes él se apropiaba como renta de la tierra , la paga ahora al Estado".
"¿De manera que los Ospina siguen dueños de la tierra?".
"Puede que continuen llamándo a la tierra que ocupan su propiedad. Pero, por esa ocupación han de pagar a partir de hoy el valor de la renta fundiaria. Por lo tanto, no importa quien la posea con tal que pague lo que corresponda. En cuanto a usted procure recibir la parte que le corresponde en ese valor o renta".
"Está bien. Entregueme, entonces, mi parte de la Renta".
"No se apresure, amigo. Usted tiene igual derecho que cualquier ciudadano, pero también tiene deberes. Lo que a usted le corresponde de la Renta ha de recibirlo en bienes o servicios del Estado, con arreglo a lo que la comunidad disponga. Es su deber de ciudadano contribuir a la determinación de esos gastos del Estado".
"¿Y yo qué gano con esto?".
"Todo lo que un Estado bien organizado puede garantizarle. En principio ahora tiene usted vigente un orden que le facilita aplicar su trabajo para producir riqueza; un orden que protege su propiedad sobre lo que ha producido y darle el destino que más le convenga y, finalmente, gozará de las conveniencias consistentes en los bienes públicos que el Estado brinde con arreglo lo que disponga por la renta de la tierra recolectada y las decisiones de la comunidad".
"Pero ¿no dijo usted que todos teníamos igual acceso a la tierra?".
"Si es acceso a la tierra lo que desea, es fácil obtenerlo. Mire aquí en los periódicos:
"Tierras para alquilar. Escoja la que quiera."
"¿Y tendré que pagar renta, como antes?"
"No como antes, que pagaba usted al terrateniente. Pagará al Estado; pero solo la renta de la tierra. Nada de impuestos".
"5i no hay ventaja en poseer tierra, ¿por qué quienes no la están usando no la abandonan?".
"Ya lo están haciendo, pero hay que darles tiempo. Esos dueños han construído mejoras y edificios que siendo de su propiedad quieren vender o alquilar. Lo que les paguen por esas mejoras, les pertenece. Si usted quiere tierra sin ninguna mejora, tenga la seguridad que con esta Constitución habrá bastante para distribuir, ya que los antiguos dueños preferirán entregarla antes que pagar renta por una tierra que nada les produce. Habrá mucha más tierra de la que puede escoger donde y cuanta quiera".
Abrió grande los ojos en que destellaba la codicia mientras decía : "¿Y. será toda mia?".
"Será suya mientras quiera conservarla. Y luego será de sus hijos, o de quien usted disponga".
"¿Y cuánto tengo que pagar para acceder ella?".
"Si no hay en ella mejoras ni edificios que pertenezcan a otros, no tiene nada que pagar ".
"¿Y puedo adquirir toda la que quiera?".
"Toda la que quiera. Eso sí, de que pague la Renta anual al Estado".
"¡ Oh, eso no importa! Yo la alquilaré a otros a mayor precio, y así viviré sin trabajar. ¡Por fin le tocó un terreno al obrero!".
"Perdón compañero. Creo que no ha entendido bien. Si usted recibe la tierra con esas intenciones, no le va a servir de nada, porque toda la renta que recoja irá a manos del Estado. Usted sólo quedará con la responsabilidad de recolectarla. Es por esta razón que los terratenientes harán entrega de sus tierras. Entienda bien que la Renta anual no es una cantidad fija. Si la tierra que usted recibe pudiera alquilarse por más, esto querría decir que valía más y ese mayor valor iría al Estado".

El pobre hombre quedó desolado.
"¿Para qué me sirve, entonces, la tierra?"
"Lo que la democracia le da a usted es el igual acceso a los bienes de la Naturaleza. Y lo que usted logre obtener en ella es suyo. Lo que otros logren en la de ellos es de ellos. Eso es lo que dice la Constitución. La tierra le servirá para lo que tiene que servir: para morar y trabajar en ella".
"¿Esta es la clase de amigo que tenemos los trabajadores?".
"Sí. No lo dude. Soy la única clase de amigo que necesita el trabajador. Soy amigo de los que trabajan, no del que quiere vivir del trabajo de otros. Usted puede tener la tierra que quiera, toda oportunidad para trabajarla y garantía que lo que produce es suyo. No estará cargado ni expoliado por impuesto de ninguna clase; no padecerá restricción alguna para comerciar con el producto de su trabajo ni asociarse con otros trabajadores e inversores para multiplicar el fruto de su esfuerzo. En otras palabras: tiene todo el aliciente que merece un hombre que desea vivir de su trabajo"
.
El visitante , luego de un instante de perplejidad, como si volviera a la realidad me espetó en actitud desafiante.
"¡Pero yo no quiero trabajar! Nunca he trabajado y no voy a empezar a hacerlo ahora que ha llegado la democracia".
"Lo siento mucho, pero corre el riesgo de morirse de hambre".
"¡Pediré limosna!".
" Está en libertad de hacerlo, pero piense que antes la gente se moría de hambre sin su culpa. Frente a ese drama era posible encontrar personas caritativas deseosas de ayudar a quien por causas ajenas a su voluntad no tenían qué comer. Pero esas personas siempre procuraban averiguar si se trataba de un necesitado o de un holgazán. Esta diferencia, a partir de la igualdad de oportunidades, ya no existe. Si el que quiere trabajar puede hacerlo, van a escasear los que esten dispuestos a mantenerlo a usted en la ociosidad".
Al decir estas palabras hice énfasis en ellas para impresionar a mi interlocutor quien veía con dificultad de continuar su vida como antes. Optó por solicitarme una orden para que lo recibieran en la "Casa del Pobre".
"Esa institución ya no existe. Se cerró porque ya no era necesaria"
"¿Qué? De manera que echaron a la calle a esos pobres desamparados?".
"No. La mayoría de sus ocupantes estaban alli-porque no tenían que hacer ni dónde ir. Pero ahora, dado que tanto ellos como sus familiares pueden ganar buenos salarios, se han ido a casa y no son carga para nadie. En cuanto a los inválidos y ancianos , dado los nuevos ingresos de la renta fundiaria, los hemos pensionado para que vivan donde quieran.

"¿Me puede pensionar a mi'?"
"Ciertamente que no. Usted no es un inválido".
"No, no soy un inválido. - dijo desafiante- Pero si han cerrado las casas de beneficencia, seguro que no han cerrado las cárceles. Ya me las arreglaré para entrar de alguna manera y me tendrán que alimentar sin hacer nada".
"Si usted interfiere en la libertad o propiedad o derechos de otros, en efecto tendremos que internarle. Pero no crea que va a vivir a costa de los ciudadanos que trabajan. Encontrará una casita lista, amueblada, con su granja y herramientas de trabajo, en donde podrá ganarse el sustento produciendo lo que le mandemos. Le cobraremos por la casa y las herramientas y tendrá que pagar renta por la tierra lo mismo que los demás. Si hay sobrante , desde luego que será de su propiedad. Pero recuerde que tendrá que contribuir lo que le corresponda para el pago de guardianes y médicos que el Estado ha de emplear para vigilar a individuos como usted".
"¿Médicos?" -preguntó.
"Si señor, médicos. Casos como el suyo demandan atención médica. Los jueces deciden si una persona va a la cárcel o no, pero el tiempo que ha de estar en ella lo deciden los médicos".
"¿Me tratarían como si estuviese loco?".

"¿Qué otra cosa puede ser un individuo a quien se le ofrece la oportunidad de ser libre, independiente, de poder mantenerse a sí mismo, y en lugar de ello prefiere trabajar más duro y ser privado de libertad? Porque, escuche, le repito, mientras esté detenido tendrá que trabajar en lo que le digamos , para mantenerse y pagar los gastos que ocasione."
"Pero ya le dije que no voy a trabajar".
"En ese caso se va a morir de hambre en la cárcel, en cuanto está en ella por haber delinquido. Y si no va a. pagar por la casa, podemos echarle para que busque su sustento en el campo , con riesgo a morirse de hambre".
"No creo que me dejaran morir de hambre".
"¿Por qué no? Si asi lo escoge, es problema suyo. 1El Estado no va a interferir en su voluntad!

"Creo que voy entendiendo la miga de su plan. Las circunstancias me hicieron un vago y ahora quiere usted que las nuevas circunstancias hagan de mi un hombre honesto. No soy ningún tonto. Sus métodos son drásticos, pero apunta al bien. Quizá trate de ganar la dignidad perdida y llegar a probar qué clase de ciudadano pude haber sido si la sociedad no me lo hubiese impedido. Volveremos a vernos". Me dio la mano y se marchó.


Con el comerciante
El peticionario siguiente, por lo que pude darme cuenta era un comerciante que se veía bastante preocupado.
- "Señor, -dijo con voz temblorosa- espero que sea más blando en su determinación para conmigo. Yo soy un hombre trabajador, honesto y, después de luchar por la vida y ahorrar, logré comprar un terreno para construir mi casa. ¿Qué voy a hacer, ahora?".
"Pues me supongo que lo mejor es que haga uso de ello como lo había pensado".
Mi respuesta lo animó.
"¿Entonces no va usted a quitármelo?" -preguntó ansiosamente.
"Por supuesto que no. No podría hacerlo. La. Constitución no lo permite".
"Pero tengo entendido que ustedes van a confiscar todas las tierras".
"No, señor. No vamos a hacer eso. Confiscar quiere decir quitar, y el objeto de la Constitución no es quitarle la tierra a la gente, sino dar acceso a ella, pues sin él la gente no puede vivir, salvo con el permiso y bajo las condiciones impuestas por los terratenientes".
"Y... ¿todo el mundo tiene derecho a ella?".
"Sí. Todo el mundo tiene derecho a los medios de vida, lo mismo que usted, esto es a la tierra y a los elementos de la Naturaleza.

"Entonces, ¿cualquier persona puede ocupar mi tierra y mi casa?".
"Oh, no! Nadie puede hacerlo mientras usted quiera que le pertenezca. Usted sólo tiene que compartir con otros las ventajas de poseer esa tierra, como los que poseen tierra en otras partes tienen que compartir con usted las ventajas de poseer sus respectivas tierras".
"Y ¿cómo van ustedes a decidir lo que yo tengo que dar y lo que voy a recibir?".
"Muy f'acilmente. La renta de un terreno indica las ventajas que tiene ese terreno. La renta anual de la tierra sin mejora alguna es lo que usted debe pagar por el uso de la tierra, y los demás harán lo mismo. El gobierno administrará esos fondos en bien público. Lo que usted recibe a cambio es el disfrutar de los servicios y facilidades públicas".

"Pero si ustedes cobran la renta, ¿no es lo mismo que confiscar la tierra?".
"Ciertamente que no. Usted puede usarla lo mismo que antes; en cambio si le quitáramos la tierra no podría hacerlo".
"¿Pero no ha perdido todo su valor?".
"No ha perdido su utilidad. Puede vivir en ella y producir lo que quiera, lo mismo que antes. El valor de lo que produce no se modifica, y todo lo que la tierra produzca con su trabajo es bien suyo".

El hombre movía la cabeza de un lado al otro.
"Me dejan ustedes en posesión de la tierra, pero tengo que pagar bastante por ella"
"No más de lo que usted recibe a cambio. Tenga en cuenta que los impuestos han desaparecido. Su caso es igual al de todo terrateniente: cada uno tendrá que pagar, no de acuerdo con lo que produce o posee, sino de acuerdo al valor que la comunidad da a la tierra que posee".
El tendero no se sentía satisfecho.
"No disputo lo correcto y lo justo de sus principios, pero me afecta tremendamente. Compré mi tierra con dinero ganado honradamente y es lo mismo que silo hubiera perdido todo".

"Veamos. ¿Cuánto vale la tierra en la cual espera construir su casa?".
"Pagué 2.400 dólares por ella y ahora me han asignado 100 dólares anuales de renta".
"Su contribución anual será 100 dólares. ¿Cuánto pagaba antes?".
"Solamente 4 dólares
'Ese era el anterior impuesto a la tierra, pero yo pregunto cuánto pagaba antes al Estado en total".
"¡Oh! ¿Todo junto? Bueno el total era: por una casa desocupada 5 dólares; por otra propiedad,creo que lo mismo; predial y varios,150 dólares; más o menos,160 dólares en total".
"¿Y su comercio, es también suyo?".
"Yo lo construí, pero sólo es mío por otros 20 años. Yo no soy el duefio de la tierra
"¿Cuánto pagaba de impuesto por ella?".
"Unos 600 dólares".
"¿Y cuánto pagaba por sus ganancias?".
"No mucho. Digamos unos 60 dólares".
"¿Y cuánto en timbres, papel sellado, recibos, etc.?".
"Más o menos,500 dólares anuales".
"¿Cuánto en impuestos sobre vino, tabaco, diversiones, etc.?
"Unos 40 dólares, aunque yo no bebo ni fumo. Pero lo que no me gasto yo se lo gastan mis seis hijos en el parque de diversiones.
"Hagamos cuentas. Usted pagaba en varias cosas 910 dólares, que ahora no tiene que pagar.Lo único que le piden es 100 dólares por la tierra. ¡No veo de qué se queja!".

"Viendo las cosas de esta manera, tal vez no, pero si me van a reducir los impuestos de 910 dólares a 100, ¿de dónde van a sacar para los gastos públicos?".
"Usted dice que tiene comercio en tierra de otra persona. ¿Cuál es el alquiler anual?".
"Pago 5.000 dólares. Por supuesto que, además de la tienda, tengo oficinas que sub¬arriendo".
'Entonces vea usted: Los 5.000 dólares que pagaba antes al terrateniente van ahora a manos del gobierno, junto con todas las rentas de la tierra. Hay más que suficiente para compensar lo que usted y otros ciudadanos dejan de pagar.El total de las rentas de la tierra de este país asciende a más de 2.000 millones de dólares, que es mucho más que cualquiera de los presupuestos anteriores. También podremos ahorrar en muchas cosas como en beneficencia y pensiones hereditarias que se pagaban a quienes no habían hecho nada para ganarlas. Eliminaremos las aduanas y otros departamentos, y no tendremos necesidad de toda la maquinaria administrativa en la recaudación de impuestos. En pocas palabras: en lugar de entorpecer el comercio y la industria, los ayudaremos indirectamente".

"Pero usted me ha empobrecido a mí. Ayer pude haber vendido mi casa con la tierra por 10.000 dólares."
"Todavía puede vender la casa".
"Sí, pero no me dan nada por la tierra
'Es cierto, no puede sacar nada por la tierra, pero ¿no ve que puede conseguir otra tierra por el mismo precio?".
"Así es...", murmuró con asombro, como si al fin hubiese visto la verdad.
"Y que sus hijos no tendrán que trabajar y ahorrar durante años antes de poder adquirir un pedazo de la tierra que les vió nacer".
"¡Basta, señor! -exclamó. Soy algo terco y me avergüenza haberle importunado. Me voy satisfecho con el cambio".

Con el socialista
Mi conversación con el comerciante había tenido efecto en varias personas; en muchos de los que estaban esperando abandonaron la sala junto con él. Pero, en medio de ellos, una persona algo excitada, con esa clase de excitación que hombres honrados sienten cuando se ha perjudicado a otros. Se acercó y dijo:

"Bastante clara me parece la satisfacción que ha dado a la clase media, y como se ha ganado la gratitud de la burguesía. Les ha quitado todos los impuestos, y a los trabajadores nos ha dejado a merced del capitalista, sin siquiera una casa de beneficencia, por miedo a tasar la burguesía. ¿Es esto la idea de iguales derechos y libertades?".

No podia dudar por un momento de la sinceridad de este hombre ni de la honestidad de su propósito. Como era mi objetivo granjearme las simpatías de la gente y evitar toda controversia, le contesté:
"Yo sólo mantengo la Constitución que el pueblo aprobó. Si estoy equivocado en mi interpretación, quisiera corregirme. ¿En dónde está mi error?".
"En primer lugar, no ha establecido fábricas comunales para los obreros".
"¿Cómo, así? , le interrumpí. El país entero es una fábrica en la cual todos pueden trabajar".

Pero no ponía atención y seguía hablando: 'Usted no ha.legislado restringiendo el poder del capitalista, ni ha limitado las horas de trabajo, ni fijado un mínimo de salario, ni un tope al interés".
"¡Pero estas leyes estarían en contra da la Constitución! Si yo estipulara las horas que un hombre debe trabajar, o lo que debe recibir por su trabajo ¿no sería eso interferir en las libertades individuales? Además, no queremos establecer legislación para una determinada clase; eso es precisamente lo que tratamos de evitar". Mis palabras no frenaron su discurso.

"No sólo ha omitido hacer esas cosas sino que abolió los pocos impuestos que el capitalista tenía que pagar, dejando escapar asi a los ricos".
"Pero no hay nada malo en tener riqueza. Yo siempre estuve bajo la impresión de que lo malo es la pobreza, y que el objetivo del gobernante era acabar de raíz con ella para que la gente tuviese lo suficiente, es decir, rica".

"¡Oh, ciertamente, si se mira así! ¿Pero cómo va a logrado?
"Primero, dándole oportunidad a la industria; segundo, economizando. Seguro que es bueno producir todo lo posible para mejorar las condiciones humanas: ¿Tal vez usted considera la riqueza como una cosa mala y por ello quiere ponerle impuestos?" , le pregunté.
"No me evada la respuesta, señor. ¿No es un hecho que unos pocos han acumulado sus millones a costa de muchos? Y si no se les pone impuestos, cómo va a evitar que lo sigan haciendo?".

"Ya estoy evitando que unos se apropien de lo que pertenece a otros; pero no hay porqué evitar que una persona produzca riqueza, si así lo desea. No debemos multar a una persona por contruir una casa o plantar un arbol; ni premiar a un perezoso""¿Multar por construir una casa o plantar un árbol? ¡Usted no sabe lo que dice!".

"¿No? Escuche bien por favor. todo impuesto a la industria es equivalente a una multa. Aunque no sea esa la intención, tiene el mismo efecto. Un impuesto por tener un perro disminuye la tendencia a tener perros, porque equivale a una multa a los dueños de los perros".
"Bien, pero acaso si los perros traen problemas ¿no es muy justo ponerles impuesto?".
"Sí, y si la riqueza trae problemas; también pondremo impuestos"

"Todo eso está bien, pero creo yo que si a una persona no se le deja acumular más de cierta cantidad, el resto se podría repartir entre los demás"
"¿Cómo sabe usted que habrá resto? Supongamos que no se permite a una persona acumular más de cierta cantidad, ¿no sería probable que las personas malgastaran la riqueza producida o , directamente, dejaran de producir al llegar a ese límite?".
"¡Oh; uno no sabe! Usted sólo tiene teorías. El hecho real es que la gente con dinero presiona al pobre y, mientras los.vagos nadan en riqueza, el pobre se muere de hambre".
"Eso es un hecho; y por eso el remedio adecuado es ayudar al trabajador y desanimar al vago".

Mi visitante socialista acusó el golpe. Permaneció en silencio por un momento, que aproveché para agregar:
"Por eso le hablé así al primer visitante, el que usted llama un trabajador. Él no era un trabajador. Es un error llamar trabajador a todo pobre y vago a todo rico. Hay trabajadores y vagos en todas las clases sociales".
"¿Por qué no tratarlos de igual manera?".
"Esto es exactamente lo que estoy haciendo, de acuerdo con la Constitución. Todos tienen ahora igual oportunidad y ningún privilegio".
"¿Entonces sus promesas sólo significan que cada cual se defienda como pueda?".
"Si ello significa que cada persona pueda emplearse a sí misma sin que nadie interfiera en esa libertad, entonces sí".
"¡Luego usted permite que el capitalista ahogue al obrero; sin que éste tenga la protección de la ley!".
"La protección al trabajador consiste en asegurarle el acceso a madre tierra. Cuando hay libertad; todos pueden ganarse su propia vida. En lugar de pensar en la necesidad y bondad de la libertad usted piensa en caprichos e imagina fantasías. Yo me atengo, rigurosamente, principios básicos".
"Yo no pienso en caprichos y fantasías -protesto'- sino en la ley".

"Lo que usted llama ley son caprichos y fantasías de la gente. Las verdaderas leyes no son hechas por el hombre, sino que son tan antiguas como el mismo Universo. Todo lo que el hombre puede hacer es descubrirlas. Usted las desconoce y cree que basta con escribir opiniones en un papel , para que ellas se transformen en leyes. Cuando esas opiniones , coactivamente aplicadas a la vida humana fracasan, las corrigen con otras opiniones en forma de ley y así corrigiendo corrección tras correción se les pasan los años y agravan el malestar general. ¡Y a esto lo llaman ciencia económica, ciencia jurídica , legislación y trabajo de estadistas! Y cuando alguien les advierte que lo que están haciendo contradice leyes fundamentales de la vida, rechazan la crítica despectivamente y argumentando ser prácticos, dicen "Esas son teorías".

"Eso es ser esclavos de un principio".
"Sí, lo confieso. Tengo más fe en las leyes naturales que en las suposiciones humanas. Los hombres en el gobierno, impulsados por su ambición o asesorados por titulares de falsos conocimientos , no han hecho más que obstaculizar aquellas leyes naturales y los resultados ya los conoce usted. ¿No cree que es tiempo de darle una oportunidad a la Naturaleza?".

Mi visitante no deseaba ceder ni pasar por un reaccionario al progreso. Por ello agregó:
"Eso está bien en teoría.. Yo apruebo la abolición de los terratenientes, pero de nada sirve si al mismo tiempo no se extirpan todos los capitalistas y se establece un sistema de producción y distribución dirigido por el Estado"

Mientras escuchaba, un tanto aburrido, estas palabras eché un vistazo al grupo que ubicado detrás de mi interlocutor. Tenía la impresión que hablaba en su representación. Sin embargo, al mirarlos con mayor cuidado vi que esta integrado por personas elegantemente vestidas. No tenían ninguna apariencia de ser obreros. Al erxpresar mi sorpresa a mi visitante, inmediatamente me explicó que él no representaba a esos, sino a un grupo de desocupados que , inexplicablemente, se habían marchado.
"Estos caballeros , me dijo en tono burlón, deben venir a expresarle su agradecimiento".
Entonces se me ocurrió una idea. Por la expresión de tales caballeros pude maliciar que no venían a agradecer nada sino a quejarse de algo. Tal vez pudiera darle al socialista una lección diferente que lo convenciera. Por lo tanto dirigiéndome a él, pero para que los demás me oyeran, dije en voz bien alta:
"Sí. Estoy de acuerdo en que no debemos permitir que se oprima al obrero, si es que la situación es como usted la describe. Sin embargo, veamos qué es lo que quieren estos respetables señores: tal vez nos ayuden a resolver su problema. Quédese a mi lado y escuche".

Con los directores de las companías ferroviarias
Tal como imaginé, mi visitante socialista no tuvo que esperar mucho para enterarse de que en lugar de agradecerme, venían, paradójicamente, a solicitar lo mismo que él. Querían impuestos sobre el capital, de ninguna manera aceptaban pagar al Estado la renta de la tierra.
Los. nuevos visitantes hacían mucho ruido y pensé por un instante que querían asustarme. Quien los representaba, vestido de manera impecable, alzó la voz y, con tono imperioso, dijo:

"Venimos a exigir la inmediata derogación de sus desastrosas proclamas que van a arruinar al país. Nosotros no aceptaremos..."
Le interrumpí y le manifesté que como yo era el representante del pueblo, debía usar un lenguaje más respetuoso."Si la ley es mala -continué- pueden hacer campaña para su derogación. Mientras la ley esté vigente, deben obedecerla".
"Tenemos que informar a usted que, desde el momento de su proclamación hasta ahora, se han destruido millones de dólares y, al menos de que se detenga ya mismo esa legislación, la bancarrota del país será general".

Como no estaba tan alarmado como él, dije con calma:
"Primero, dígame quiénes son ustedes y qué intereses representan. Me imagino que no pueden representar a todo el país, pues son muchos los que han expresado su satisfacción con la nueva administración"
"Con seguridad que han de ser los que se han beneficiado saqueándonos a nosotros!".
Nuevamente le pedí , al que ejercía la representación, que usara mejor lenguaje. Un poco más calmado, me dijo que los presentes eran directores de las compañías ferroviarias, en camino a la ruina desde la proclamación de las nuevas leyes".

Era ésta una noticia muy seria para mí. Los ferrocarriles (los medios de transporte) desempeñan un importante papel en la economia y no era mi intención afectarlos injustamente. Por esto le rogué:
"Por favor, explíqueme en qué forma han sido afectados".
"Nos han afectado de una manera imprevista que indica por que es peligroso modificar una rutina establecida. En primer lugar nos han quitado una ganancia principal, la obtenida de la tierra; en segundo lugar , para colmo, nos cobran por la tierra utilizada por las líneas ferroviarias".
"Pero les han suprimido todos los impuestos -dije- y, a ese respecto, ustedes están en iguales condiciones que las otras industrias".

"Sí, sí, pero usted no entiende todas las consecuencias. Nuestros empleados y obreros están demandando salarios exorbitantes y no nos queda ganancia alguna".
"Hombre, si esos salarios son exorbitantes, no los paguen".
"¿Qué hacemos entonces? Si no trabajamos ¿cómo vamos a pagar la renta de la tierra? Muy pronto tendremos que vender equipo y edificios para cubrir su valor, pues con la tierra de la que somos propietarios no podemos contar; ya no vale nada".

"Bien. Si los salarios que su personal demanda son exorbitantes ¿por qué no reclutan gente entre los desocupados?".
Hubo un murmullo entre los visitantes, y su representante habló encolerizado.
"Usted ignora por completo la situación del país. ¿Desocupados, dijo? Pues tengo que decirle que no hemos podido conseguir suficiente personal para atender el tremendo tránsito, que en los últimos días casi se ha duplicado. Estamos enteramente en manos de los trabajadores."

Dirigiéndome al socialista, le dije en voz baja: 'Esto explica porque sus compañeros lo han abandonado. Han aprendido a defenderse por sí mismos y no necesitan cabecillas".Luego, dirigiéndome al representante de las compañías ferroviarias, le dije:
- "Entonces el pais no está tan mal como usted me dijo antes".

Otro de los del grupo se adelantó. Su comportamiento era cortés y, con voz pausada, dijo:
- 'Yo creo que puedo explicarle la situación. Y tal vez a mis amigos directores, que sólo ven un lado de la moneda. Tal como están las cosas, es natural que el tránsito aumentara. Al permitir a todos competir en condiciones iguales, quienes disfrutaban de privilegios encuentran que sus industrias dependen de la tierra. Los agricultores están obteniendo buenas ganancias y se han dedicado a mejorar sus viviendas. Los fabricantes y comerciantes están produciendo y vendiendo más que nunca, y también están mejorando sus habitaciones y cambiando el mobiliario por nuevos modelos. Todo esto ha dado un impulso a la industria y, por tanto, a los ferrocarriles. Los desocupados desaparecieron como por encanto. Ahora todo el mundo quiere que le paguen de acuerdo al servicio que presta. Los peones no tienen que mendigar por trabajo y, si no les pagan lo que piden, rehusan trabajar. Nosotros hicimos lo mismo: subimos los fletes y nadie se queja

"Si, ¿pero qué va a quedar? -dijo el primer representante- ¿No se gasta casi todo pagando los salarios y la maldita renta?".
"Sí, ciertamente, agregó otro. Los que trabajan en los ferrocarriles cobran más, y ahora a nosotros nos queda lo equivalente al interés del capital invertido y la amortización del equipo y material rodante".

Entre los ferroviarios se produjo una división. Unos protestaban y llamaban traidor al que acababa de hablar; otros parecían aceptar su franqueza.
Con algo de dificultad logré calmarles y dirigiéndome al primer representante, le dije:
"Esto es algo diferente de lo que me dijo al principio, lo cual me alegra. En lugar de estar arruinándose, la nación está prosperando y no veo de qué se quejan. Si los salarios del personal han subido, me imagino que ustedes, como gerentes; se están beneficiando de la prosperidad general. Porque si cada trabajador puede fijar el precio de su propio salario, ustedes también pueden fijar buenos precios por sus servicios. Me refiero a precios, no a ganancias".


El representante de los ferroviarios se mordió el labio y enmudeció, 1o mismo que el resto. Sólo el que había hablado en segundo lugar se atrevió a hablar:

"Perdone, señor, por decírselo, pero mi amigo tenía razón cuando dijo que usted era ignorante de muchos puntos del negocio de los ferrocarríles. Nosotros, como directores, lo que debemos atender es el balance general y los dividendos".
"De acuerdo. Pero observen que los alquileres de los edificios y el equipo están ahora más seguros que antes. Y si los salarios han subido, los edificios y el material rodante, que representan trabajo acumulado también deben haber subido. ¿O no?
"Así es. Pero el material rodante y las edificaciones no duran para siempre como ocurre con la tierra, y nuestra ganancia principal salía de ella. Al aumentar la población y mejorar el comercio, la tierra se encarecía. Con el nuevo sistema perdimos toda esa ganancia"

La reunión se volvió tumultuosa.
"Estamos perdiendo el tiempo, -dijo uno- lo mejor es parar completamente el servicio para ver si la gente lo resiste"
"Les voy a responder sobre este punto, dije levantándome. El equipo es de ustedes y pueden hacer con él lo que quieran. La tierra es de ustedes y la pueden seguir teniendo con tal de que paguen la renta al Estado. Si no quieren usar la tierra están en libertad de vender los edificios y el equipo. O pueden levantar los rieles y traviesas y disponer de ellos como deseen. En ese caso otra gente con más iniciativa , o en su defecto el Estado, construirá nuevas líneas para el pueblo". Así puse fin a la petulancia.

Con los directores de la compañía de aguas corrientes
Algo extraño pasó en este instante. Aunque nadie se había alejado y nadie había entrando en el recinto, me encontré con otra delegación. Los hombres eran los mismos pero, según uno de ellos, ahora representaban a la Compañía del Agua, S.A.
"Entiendo que a usted le gustan las matemáticas. -dijo uno de ellos, levantando dos hojas de periódico. Mire bien: son las cotizaciones de la Bolsa de Valores".
Miré y leí en una de ellas: "Compañía del Agua : 1,000.000 dólares", y en la otra: "Compañía del Agua : 100 dólares. No hubo transacciones". También noté que así mismo, otras compañías estaban rebajadas; y que las que especulaban con tierras estaban en liquidación.

"¿Se convence, ahora, de lo que le decimos?".
"Sí. Veo muy bien las cantidades".
"¡Increíble! -musitó a mi lado el socialista.
"En los últimos meses -dijo el delegado- se han destruido más de quinientos millones de dólares".
Quedé estupefacto, no tanto por la cantidad, sino por eso de "en los últimos meses". 'Dios mío -pensé- ¡cómo pasa el tiempo!"
"Sí, más de quinientos millones de dólares. Y estoy en condiciones de probarlo".
"Yo le creo, dije. Pero ¿podría decirme qué clase de capital y en qué forma ha sido destruido?".
"Si usted viniera a mi oficina, podría mostrarle la caja fuerte, antes llena de valiosos documentos que ahora son basura; y ni basura, creo yo".
"¿Qué pasó? ¿Se los comieron las ratas o la polilla?".
"¡La gangrena de su gobierno acabó con ellos!" -respondió airadamente.
"No veo cómo pude dañarle unos documentos guardados bajo llave".
Me miró iracundo y exclamó: - "Me lo imaginaba, ¡es usted es un ignorante! No sabe que estoy hablando de acciones. ¿No le mostré que las de la Compañía del Agua cayeron de 1,000.000 de dólares a 100 dólares y ni siquiera tienen compradores?".
"Debe de ser que ya no valen más" -sugerí yo.
"¡Claro que no! No valen nada mientras usted esté en el gobierno y permita el saqueo.
"¡Saqueo! -exclamé- ¡No lo permitiré! Voy a dar instrucciones al instante".

Hice sonar la campanilla y pedí que llamaran al Jefe de Policía. Entró al instante.
"¿No le he dado a usted órdenes de proteger la libertad y la propiedad de todo ciudadano, sin distinción? Cómo es que este ciudadano me habla de un saqueo de varios millones?".
El Jefe de Policía no pareció preocuparse por mis palabras.
"Sus instrucciones han sido cumplidas al pie de la letra y por esto se queja este ciudadano. El saqueo de que habla es del derecho a saquear a otros. Y creo que la cantidad que dice puede ser cierta, pues su negocio era de los más lucrativos".
"Pero ellos hablan de destrucción de capital".
"Nada de eso. Siguen en posesión de lo que tenían: plantas de tratamiento, bombas, tuberías, válvulas, etc. Y sus acciones están intactas".
"Pero no valen nada" -interrumpió el delegado.
El Jefe de Policía se encargó de dar la explicación:
"Estos señores actuaban como si fuesen los amos de las nubes; es decir, hacían de la lluvia que cae del cielo su propiedad privada exclusiva. Construyeron unas plantas de filtración, montaron bombas en el río, instalaron tuberías en todas direcciones y vendían el agua a un tanto el galón. En días pasados, los habitantes se quejaron y pidieron una rebaja, amenazando con apoderarse de las plantas".
"¿Y lo hicieron? - pregunté preocupado.
"No, pero hicieron algo mucho peor en cuanto a los intereses de los señores presentes. Les han dejado sus plantas y tuberías, pero el municipio ha contratado la construcción de una nueva planta de tratamiento y sistema de distribución, con lo que el pueblo no pagará más de lo que cuesta el agua suministrada por el municipio".

"Usted no cuenta la historia completa. -protestó molesto el delegado. No dice que usted mismo actuó contra nuestros intereses".
"Oh, puedo darle más detalles, si quiere - replicó el Jefe de Policía. Se trata de una revolución perfecta. La gente quería apoderarse de las plantas y pagar por ellas de acuerdo al avalúo actual. Yo hice tender un cordón de policía para proteger la propiedad de la Compañía. Luego expliqué al público que no podían forzar a la Compañía a vender contra su voluntad, ni podían fijar ellos el precio del agua, pero que tampoco estaban obligados a comprarla al precio que fijara la Compañía. Que si no estaban contentos, lo mejor era que instalaran su propia planta. Así lo decidieron y, cuando fueron a conectar las tuberías, el gerente de la Compañía me mostró un papel en el que les adjudicaban derechos vitalicios sobre todo el río. Ahora bien, como en las proclamas se pedía respetar todos los contratos que no estuviesen en contra de la Constitución, me limité a garantizar protección a la Compañía. Pero en cuanto al río, les recordé que es un bien natural no podían reclamar derecho exclusivo a su uso".

"Nosotros hicimos una oferta" -dijo el delegado.
"Si, pero de acuerdo con la Constitución y habiendo agua para todos, ni ellos ni el municipio podían constituir un monopolio. El municipio conectó las bombas y, como no hay monopolio, tampoco hay cobro de renta. La Compañía no paga impuesto alguno, pero sí tendrá que pagar por la tierra que ocupan sus represas, plantas de tratamiento, etc.".
"¿De manera que no se ha destruido capital alguno?" - pregunté ya más tranquilo.
- 'Ninguno. Lo que estos señores llaman capital es un certificado que les autorizaba para hacer pagar un tributo a quien del pueblo deseaba calmar su sed o tomar un baño. El enorme valor de sus acciones sólo indicaba el poder de su monopolio. La Compañía todavía sigue suministrando agua a una parte de la ciudad, pero ha tenido que igualar los precios con los del municipio y así éste se ha evitado tener que extender nuevas tuberías, Lo que la gente paga por el agua cubre los gastos de filtración y distribución del agua y del mantenimiento del equipo".

"En pocas palabras, estos señores antes eran dueños del agua y ahora son simples transportadores del agua".
"Exactamente. En lugar de haberles quitado capital, les hemos quitado todos los impuestos al capital. Ellos ofrecieron que les triplicáramos los impuestos sobre ganancias, y que el municipio cobrara el predial que quisiera, con tal de que les dejásemos la posesión del río. Esa fue su oferta".
"Basta" dije y, dirigiéndome a la delegación, añadí:
"Su solicitud de compensación queda rechazada. La Compañía queda en libertad de bombear agua del río y venderla al público, pero no puedo evitar que otra persona o entidad lo haga, pues todos tienen igual derecho. Tampoco puedo forzar a la ciudadanía a pagar los precios que la Compañía desee cobrar. Si ustedes no quieren continuar con el negocio de transportar el agua en estas condiciones, el gobierno les ofrece comprar las plantas y equipo, según avalúo".
Después de una deliberación, muy corta por cierto, aceptaron vender.

Con un socialista asombrado
"¡Maravilloso. Usted debe de ser un mago! , exclamó el socialista cuando el último delegado abandonó la sala. No puedo creer que esta gente se haya avenido a hacer entrega de todo su capital. Con seguridad han sido hipnotizados!".
"Tal vez eso crea usted. La única magia fue la aplicación de los principios naturales de las relaciones humanas".

"Ello no explica por qué esa gente entregó el poder que tenía de robar a la comunidad".
"Perdieron el poder al perder el monopolio, y no les interesa suministrar el agua en las condiciones actuales. Usted habla de ellos como si fueran capitalistas. En cierta forma lo son, pero ¿cuánto cree que era su capital?".
"Millones, muchos millones. Eran reyes, los reyes del agua"
Sonreí y le entregué el informe del Departamento de Ingeniería. No podía creer lo que estaba viendo. El avalúo de la planta completa era de sólo 360.000 dólares.
"Éste es el valor del capital, incluyendo planta de filtración, bombas, equipo eléctrico, tuberías, etc. Por la tierra y el acceso al río, por supuesto no pagamos".

"¿Y qué le pasó al resto del capital? -preguntó.
"El resto no es más que basura. Lo que ellos llamaban capital eran sólo papeles, firmados por gobernantes anteriores, adjudicándoles un monopolio y algunas acciones"
"Pero estas acciones representaban capital".
"Muy poco. Las acciones y documentos no representaban riqueza alguna, sino un derecho a futura producción".
"No entiendo bien".

"Le explicaré. Supongamos que soy dueño de un camino que conduce al río y que me permite cobrarle una suma de dinero a toda persona que busca calmar su sed. Supongamos que con este negocio gano anualmente 1.000 dólares. Pero aunque me ofrezcan esa suma o algo más no lo vendo por este precio. La ciudad está creciendo y éste es el único acceso al río. Con el aumento de la población aumentarán mis ganancias, y lo que yo estimo que vale es lo que pueda ganarme, por ejemplo, en 25 años. El precio de mi negocio es, como mínino, de 25.000 dólares. Esto es lo que suele considerarse capital pero, en realidad, mi único capital es la puerta con la que puedo impedir el acceso al río si no me pagan. Si ahora todos los bienes naturales se declaran propiedad comunal ¿cuánto me ofrecería usted por mi negocio"
"Nada. Tal vez unos pocos dólares por la puerta" -dijo sonriendo.
"Exactamente. Eso explica la caida vertical en las acciones y el motivo de queja de la Compañía del Agua. Ya usted sabe lo que le ha sucedido a su capital. En pocas palabras, sólo existía en el papel y, una vez que se abren las puertas de la Naturaleza, esos papeles quedan no valiendo nada. No se necesita legislación alguna para anularles su poder".

"Nosotros siempre hemos dicho que hay que luchar contra el Capital".
"Sí, lo sé bien. Pero es consecuencia de un falso concepto de este término. ¿Qué entiende usted por capital?'.Viendo que titubeaba, insistí: "Me temo que su concepto de capital es confuso y cargado de emotividad. Diga: ¿qué entiende por capital?".
"El dinero, generador de beneficios y de poder".
"Me lo temía. Mire, el dinero sólo es un instrumento de cambio y una medida de valor. Generalmente consiste en anotaciones bancarias y papel impreso, sin valor intrínseco que, como ha sucedido muchas veces, de repente se convierte en basura, como las acciones".
"Si, pero ¿qué es capital, sino dinero?".
"El capital es riqueza acumulada. Es decir, cosas que el trabajo aplicado a la tierra ha producido pero que, en lugar de ser consumidas, son destinadas a producir más riqueza".

"¿Acaso toda la riqueza no es producida por el trabajo?".
"No completamente. El trabajo es el factor activo de la producción de riqueza, y actúa sobre la Naturaleza o tierra, que es el factor pasivo. El capital, como factor auxiliar, es indispensable con el progreso de la economía; pero es un factor posterior"

"Y si el capital no es dinero ¿en qué consiste?".
"El capital consiste en herramientas, maquinaria, vehículos, edificios, mercaderías, semillas, ganado, etc. Sin estos elementos, el trabajo sería imposible o de resultados ínfimos. Luchar contra el capital no tiene sentido alguno".
"Nuestra lucha es para que los patronos no lucren explotando a los trabajadores".
"Hablando con propiedad, lo que ustedes han debido pedir es igual derecho de acceso a la tierra. Una vez que ese derecho se ha establecido, los frutos del trabajo están asegurados".

"¿Y piensa usted que realmente ese sería el efecto?".
"Seguro. Si todos tienen igual oportunidad de producir, nadie tiene poder sobre otro. Los contratos entre patrono y obrero, como entre vendedor y comprador, son libres".
"Sí, pero hay unos que son más expertos que otros y producen más"
"Es verdad, y a esos hombres debemos alentar. Lo que hemos logrado es abrir camino para todos. Nadie puede evitar que otros lo usen. Nadie puede instalar puertas o barreras. El camino debe seguir abierto para siempre".

"Contésteme, ahora, una pregunta: ¿por qué la Compañía del Agua no tiene que pagar impuesto por utilizar el río? Según su punto de vista, éste es un bien natural".
"Sí. Lo usan pero no monopolizan el agua; sólo la transportan, y cualquiera puede hacerlo. Si nosotros cobráramos un impuesto por el agua ¿no cree que ese impuesto lo cargarían a los que la compran?".
"Sí. Pero si sólo una parte de la nación usa esa agua, cuando en realidad corresponde a todos ¿no deberían pagar los que la usan?".
'Eso es cierto, pero yo no veo por qué debemos cobrar a la gente por el agua, teniendo en cuanta que la cercanía de ella da valor a la tierra y estamos cobrando la renta que incluye todas esas ventajas como agua, vías, etc.".
"No veo su punto de vista".
"Supongamos que hay dos terrenos de igual tamaño y que uno de ellos está muy lejos del río, lo que hace necesario llevarle el agua cobrándole 50 dólares anuales. ¿No cree usted que la renta de este lote sería de 50 dólares menos que la de un terreno contiguo al río?".
'Es posible".
"Pero como el agua es libre, vale lo mismo. Si cobrásemos por el agua en los terrenos lejanos, la renta sería inferior, como acabamos de ver. Pero como tanto la renta de la tierra como el agua pertenecen al Estado, no hay necesidad de separar los dos cobros".
"Bien. Yo no veo las cosas muy claras. Por ahora me parece que todo está en favor de los capitalistas. ¿Por qué se opone usted a cobrar impuestos a la propiedad y a las ganancias?".
"Por varias razones. En primer lugar, esos impuestos estarían en contra de1a Constitución por ser una interferencia con las libertades del ciudadano y por quitarle parte de lo que le pertenece. En segundo lugar, porque esos impuestos recaen en la industria y obstaculizan la producción".

"¡No me diga que poniéndole impuesto a un millonario que ha adquirido su riqueza a costa de los trabajadores se va a obstaculizar la producción! ¿Por qué no recobrar parte de lo que han robado a otros?".
"¿Poniéndole impuesto a sus propiedades?".
"¡Claro!".
"Escuche. Voy a tratar de aclararle las cosas. Primero, que todos debemos apreciar la diferencia entre los productos de la industria y los productos de la Naturaleza, es decir, tierra. Supongamos que yo antes poseía un terreno que me producía anualmente 500 dólares y que el interés del capital era del 5%. El precio de venta de ese terreno era, por lo tanto, de 10.000 dólares".
"De acuerdo".
"Si viene el Estado y me cobra el 50% sobre el valor de la tierra, mi producto anual queda reducido a 250 dólares ¿qué podré sacar si lo vendo?".
"Sólo 5.000 dólares".
"¿Y si el Estado recauda el 100% o sea el valor de la renta?".
"Quedará sin precio de venta. Eso ya me lo ha demostrado, pero no responde a mi pregunta".

"Procuraré demostrarle que sí. Veamos cómo actúa un impuesto sobre la propiedad. Si en lugar de 10.000 dólares de tierra poseo 10.000 dólares en carbón, o pan, o cualquier otro producto manufacturado y el Estado lo grava con un impuesto del 50%, el resultado es aumentar el precio del carbón a 15.000 dólares. Pero eso no es todo. Si yo tengo ese carbón para la venta, le tengo que cargar mi ganancia, digamos un 10%. Antes del impuesto, mis ganancias hubieran sido 1.000 dólares, pero después del impuesto serían 1.500. Dígame, ahora ¿quién cree que gana más con el sistema de impuestos, el obrero o el capitalista?".
"Visto así... Continúe, por favor".

"Apréndase de memoria lo que le voy a decir: Un impuesto a un artículo de consumo se pasa al consumidor. Repito: Un impuesto a un articulo de consumo se pasa al consumidor
"Eso es cierto. Los impuestos indirectos siempre aumentan los precios y su peso recae sobre quienes consumen el artículo".
"Y lo mismo con todos los impuestos sobre mercancías, equipo, etc. Si se le pone un impuesto a un artículo y la gente no paga el nuevo precio, el artículo deja de producirse. Muchos reformadores sociales son partidarios de toda clase de impuestos. Algunos sostienen que así pueden dar trabajo a más gente. Esta idea es errónea. Los impuestos hacen trabajar más duro y rebajan los salarios".
"¿Cómo así?".
"Supongamos que usted quiere comprar un arado. Digamos que el precio de un arado equivale a diez días de trabajo. Si se le pone un impuesto del 10%...."
"Ya veo: el precio sería de once días de trabajo. Continúe".
"Usted tiene objeciones al capital. Ya le he explicado la diferencia entre capital real y capital ficticio: el primero es trabajo acumulado y, el segundo, papeles. En el primer caso usted paga por obtener trabajo ejecutado anteriormente, al adquirir un arado, una pala, una casa. En el segundo caso se paga por el acceso a la Naturaleza".
'La diferencia es evidente".
"Acuérdese también de este principio: Un impuesto a la industria tiende a crear capital ficticio, mientras que la recaudación de la renta por el Estado tiende a destruirlo. Por eso los caballeros que vinieron preferían impuestos a sus propiedades y a sus ganancias en lugar de tener que pagar la renta anual de la tierra y por eso mismo el cobro de la renta hizo basura de sus títulos y acciones".
"Me pareció excelente. Siga".
"Ya me he referido a los males que trae la recaudación de impuestos para fondos públicos. Hay también otro principio económico que quiero mencionar: Todo impuesto a la industria, no importa en qué forma se aplique, pasa al último consumidor. En cambio, el cobrar la renta de la tierra sólo sirve para que los ocupantes de diferentes sitios queden en iguales condiciones.
"No veo cómo".
"Voy a darle un caso concreto. Dos agricultores, A y B, invierten igual capital y trabajo en sus tierras y, por lo tanto, deben ganar lo mismo. Supongamos que la de A produce 2.000 kg de trigo, mientras que la de B produce 3.000 kg. Si, por la mayor fertilidad de su tierra, se recauda a éste una renta equivalente a 1.000 kg quedan cada uno con el valor de 2.000 kg. El agricultor B no puede aumentar el precio de su trigo para recuperar lo pagado de renta, ya que silo hiciera, la gente no compraría otro trigo que el de A' que no lo ha aumentado. Pero supongamos que en lugar de la renta, se cobra un impuesto de 10 dólares por cada 1.000 kg de producción...."
"Ya lo entiendo. Es lo mismo que le pasa al carbón".
".....entonces pasemos al punto siguiente. Mi objetivo es evitar que algunos cosechen donde no han sembrado, y para eso tengo que destruir el capital ficticio, porque sólo así se podrá cambiar valor por valor o servicio por servicio. Si hubiera cobrado sólo el 50% de la renta anual de la tierra se habría extinguido únicamente el 50% del capital ficticio y sus poseedores habrían quedado con el 50% de los privilegios. Para obtener justicia social tenemos que cobrar el 100%, que es lo que estamos haciendo".

'Esto está bien, pues ahora es imposible que unos roben a otros. ¿Pero que pasa con los millones que ya poseen algunos?".
"¿No le he dicho que esos millones existían sólo en papel, y que la riqueza de esos millonarios estaba representada no en lo que poseían sino en la parte de la producción que podían obtener anualmente? Escoja cualquier millonario y haga un inventario de sus bienes. Dos o tres casas, bastante costosas de mantener ahora sin renta ninguna, y una renta a pagar al Estado; algo de muebles, adornos y una caja fuerte llena de papeles. Todas estas cosas son perecederas y ¿a quién hacen daño? ¿Qué mejor sistema de librarse de ellos que evitar que saqueen al pueblo y hacerles pagar por los privilegios que quieran mantener? "

Con los obispos, banqueros, financistas y gerentes

Nuestra conversación se vio interrumpida por una delegación de personas influyentes, obispos, banqueros, financistas, gerentes, quienes entraron sin mucha ceremonia. Uno de ellos -sin duda alguna la figura principal- vestido elegantemente y rodeado por otros que portaban escudos de familia, medallas al mérito, insignias, etc. me dirigió la palabra en los siguientes términos:
- "No había querido venir antes pues esperaba que una persona medio inteligente sería capaz de ver la tontería, si no la iniquidad, de sus obras. Me parece que no es de esperar que usted tenga consideraciones morales que...."
Tuve que cortar su discurso pues me gusta siempre saber primero con quienes hablo o a quien representan.

"Hablo en nombre de las siguientes organizaciones, de cada una de las cuales soy prominente funcionario. Soy presidente de una, vicepresidente de otra y así sucesivamente".
Me entregó una tarjeta bastante grande: con su nombre y el de varias organizaciones, de las cuales recuerdo las siguientes: "Liga Defensora de la Libertad y de la Propiedad", "Asociación Protectora del Campesino", "Asociación Defensora del Contribuyente", "Club de Leones", "Club Rotario", "Club de Empleados Retirados", 'Liga Pro-Moralidad de las Clases Trabajadoras" y otra serie de diversas organizaciones sin fines de lucro, las ONG..
Miré nuevamente la tarjeta y levanté la cabeza para observar mejor la nueva delegación. No podía entender cómo estos señores con tanta pompa podían ser los representantes de campesinos, empleados retirados, trabajadores, etc. ¿Quién creyera a los ratones haciéndose representar por el gato? - pensé. Sin embargo, traté de controlar mis prejuicios para darle al caso igual atención que a los otros.

"Bien -dije- ¿Quiénes son ustedes y a quién representan?".
"Soy el presidente de la Liga Defensora de la Libertad y de la Propiedad, que es la madre de las otras asociaciones, es decir, si se cumplieran los postulados de esta Liga no habría necesidad de más discusión".
"En tal caso, su lenguaje me sorprende -dije- ya que sólo he tratado de poner en práctica los principios que esa misma Liga predica. Les voy a leer ya lo que dicen ustedes mismos en su revista anual que felizmente tengo a mano :

"¿Qué son Derechos Humanos? Los derechos humanos dependen del franco reconocimiento que todo hombre o mujer es el verdadero dueño de su propio cuerpo y alma; que nadie tiene el derecho de limitar o restringir a otros el uso de sus facultades; que toda persona debe ser libre de emplear esas facultades de acuerdo a su propio criterio y en su propio beneficio; que debe ser libre para adquirir, contratar, cambiar, vender, comprar o alquilar lo que tanto ella como las personas con quienes libremente se entienda consideren correcto

"¿De manera que usted cree que sus acciones están de acuerdo con estos principios?, preguntó arrogantemente.
"Estoy convencido de ello".
"Pero si esos son los principios que usted mismo está violando!".
"No me había dado cuenta. Tenga la seguridad de que si hay obstáculos en el ejercicio de sus derechos tomaré las medidas necesarias para removerlos".

"Queremos enfáticamente rechazar su interferencia en la libertad de disponer de nuestros bienes. Usted parece desconocer qué significa la verdadera libertad. Usted ha leído parte de nuestra publicación pero no ha leído la otra parte que dice así:

"Esta libertad en el uso de las facultades no sólo significa que ningún hombre puede evitar que yo produzca los artículos que quiera y como quiera, sino también que ningún hombre puede limitar o restringir el cambio de lo que produzco por lo que otros producen".
"Pero-interrumpí sin ocultar mi asombro - ésos son los principios de la Constitución a los que yo estoy haciendo cumplir".
"¿Usted los admite?".
"Los admito en su totalidad".
"Bien. Voy a terminar de leer". Aquí alzó la voz:

"En cuanto a la tierra se refiere, significa que ninguna persona tiene el derecho de hacer algo que evite a otro el adquirirla o cambiarla por lo que le pertenece. El mercado libre para la tierra es uno de los derechos humanos tan sagrados como el mercado del trigo o del ganado y nadie tiene derecho a cerrarlo. La compra y venta de tierra es parte integral del derecho de intercambiar unas cosas por otras".

Yo conocía esa parte de los postulados y la tenia subrayada en mi copia. También sabía, la dificultad de explicar los sofismas que encerraba. Seria absurdo - pensé- tratar de convencer a estos hombres de la diferencia esencial que hay entre los derechos a la propiedad de cosas producidas por el hombre y la posesión de la fuente de ellas. Tal vez estaría en capacidad de convencer a un ignorante, pero no a estos señores. Los afronté de la siguiente manera:
"Así es. Pero, si hay derecho a poseer tierra ¿no es un derecho de todos?".
"Sí; para los que han logrado conseguirla por medio de sus facultades individuales".
"¿Por cuáles facultades consiguió usted la suya?".
"Eso no tiene nada que ver con el tema", me respondió.
"Perdóneme, pero sí tiene mucho que ver. Yo tuve a un hombre aquí, el primer visitante, que poseía facultades especiales para poseer tierra, y si yo no le hubiera restringido sus libertades, él hubiera medido sus facultades con las de usted".
"Si usted ha restringido a ese hombre, ha violado sus libertades. Usted mismo confiesa que ha cometido una iniquidad".
"Sí, porque era uno de los que querían exterminar a individuos como usted para poder él comprar y vender tierra en el mercado".
Al oir estas palabras alteró el tono de la voz:
"Ah, en este caso las cosas cambian. Usted ha cumplido con su deber. Pero no puede evitar que yo haga con mi propiedad lo que desee".
"Así es. Usted puede hacer con sus cosas lo que quiera. ¿Quién se lo impide?".
"¿Quién? Usted, por supuesto. ¿Qué le importa si yo tengo tierra únicamente para cacería?".
"No me importa. Yo creo que usted presta un servicio a la comunidad al suministrar carne de venado en el mercado y obtener ganancia".
- "¡ Yo no soy un carnicero! -dijo indignado. Y bajo su gobierno no puedo mantener esa tierra para el deporte de la caza".

"¿Y qué hay de malo en ello, le rspondí? Usted puede vender los venados. Y con seguridad hay otras personas que quieren adquirir su tierra".
"Pero nadie quiere pagar por ella".
"Si no quieren pagar, yo no puedo obligarlos".
"No se haga el tonto, que usted sabe muy bien que me ha quitado todo el valor de mis tierras".
"No, no todo el valor. Yo no he quitado lo que la tierra puede producir. Al contrario: he suprimido todos los impuestos sobre las cosechas".
"Pero yo no cosecho nada. Yo alquilo parte de mis tierras a algún campesino".
'En este caso, usted, como presidente de la Asociación Protectora del Campesino debería alegrarse. Sin embargo, el poder permitir que algunos campesinos trabajen en su tierra es prueba de que nadie ha interferido en sus libertades".
"Pero como de aquí en mas ellos tienen que pagarle al Estado la renta de la tierra, nada o casi nada queda para mí ".
"Tal vez es porque usted no hace nada. Pero usted vino como representante de agricultores, trabajadores, artesanos, de la libertad, la justicia, etc. En su tarjeta de presentación no vi nada referente a terratenientes y, sin embargo, usted los ha estado defendiendo todo el tiempo".
"¿Y no estoy en libertad de hacerlo?".
"Seguro. Pero sería mejor que se quitara la máscara y hablara claramente. Los impuestos directos e indirectos han sido abolidos, y para los gastos públicos cobraremos la renta de la tierra. Así recaudamos para la comunidad lo que pertenece a la comunidad; y de no hacerlo así quebrantaríamos los derechos de igualdad".
"¿Por qué? Explíquese".
"Porque todos los hombres no pueden gozar de iguales derechos. a la vida y a la libertad mientras tengan que pagar a otros para obtener el permiso a utilizar tierra, a respirar el aire o a recibir el sol. Estas cosas que no han sido producidas por el hombre son esenciales para la vida, y privar a otros el acceso a la Naturaleza es privarlo de la vida. Veamos lo que dice Herbert Spencer al respecto".
Abrí el libro 'Estática Social" y leí del capítulo IX:

"Dada una raza de seres que tienen deseos semejantes; dado un mundo adaptado a la gratificación de esos deseos -un mundo en el cual tales seres nacen-, se concluye que tienen iguales derechos al uso de este mundo. Porque si cada uno de ellos tiene libertad de hacer lo que desee con tal que no se interponga en la libertad de los demás, entonces cada uno es libre de usar la tierra para satisfacer sus necesidades con tal de que permita a otros esta misma libertad Y as¡, ninguno puede usar la tierra de manera que evite a los demás el hacer lo misno, pues ello sería tener más libertad que el resto y, por lo tanto, contravendría la ley".

Seguí leyendo:
"Equidad, por tanto, no permite propiedad en tierra. Porque si una parte de la superficie de la tierra pudiera justamente llegar a ser posesión de un individuo y mantenerla para él para su solo uso y beneficio como algo a lo cual tiene derecho exclusivo, entonces otras porciones de la superficie de tierra podrían ser poseidas de ignal manera; y finalmente toda la supeificie de la tierra llegará a ser apropiada, y nuestro planeta quedaría en manos de algunos particulares. Obsérvese ahora el dilema al cual esto conduciría. Suponiendo la parte habitable así poseida, se deduce que los propietarios tienen un derecho válido sobre esta superficie, y los que no son propietarios no tienen ningún derecho. Están aquí sólo por consentimiento de aquellos; en realidad son colonos. Sólo con el permiso de los amos del suelo tendrían lugar en donde pararse. Más aún, si los dueños decidiesen negarles un lugar de descanso, estos hombres sin tierra podrían ser expulsados de ella. Así, el suponer que la tierra pueda ser propiedad privada equivale a decir que todo el globo terrestre puede llegar a ser apropiado por parte de sus habitantes y, en consecuencia, el resto de la población sólo podría vivir con el consentimiento de los terrateniente. Esto sería, un quebrantamiento de la ley de libertad. Porque hombres que no pueden vivir y movilizarse y ser ellos mismos sin el permiso de otros, no pueden ser tan libres como aquellos otros".
Cerré el libro y aguardé su respuesta.

"La tierra que poseo ha estado en manos de mi familia desde la Conquista y nadie jamás la ha reclamado. ¿Vamos ahora a interferir con derechos inmemoriales?", dijo enfáticamente..
"En una sociedad viva, el tiempo no puede convertir lo incorrecto en correcto; más aún, mientras dure lo incorrecto, peor sera la condición de sus habitantes. Si su familia ha poseido las tierras durante siglos, ello quiere decir que su familia ha privado al resto del pueblo de sus derechos naturales durante siglos. ¿No cree usted que este sistema ya ha causado buena cantidad de perjuicios y, por loo tanto, debe ya terminar?".

"¿Y qué compensación me ofrece?".
"¿Compensación? ¿Cuál es la causa por la que le se debe compensar? ¿Por impedir quitarle de aquí en mas al agricultor la mejor parte del fruto de su trabajo? ¿Por permitir a todo el pueblo que viva en su propia tierra? ¿Por habilitar un orden gracias al cual los que trabajan usen sus facultades para satisfacer sus necesidades? Escuche: Los edificios y mejoras son bien suyos y puede disponer de ellos como mejor quiera; pero, en cuanto a la tierra, le aconsejo no mencionar más la palabra compensación. Advierta que muchos pueden percatarse que desde la Conquista su familia y usted se han embolsado en provecho propio una enorme cantidad del fruto producido por el trabajo de los carentes de propiedad sobre la tierra y eso puede ponerlos de muy mal humor. Una toma de conciencia por parte de tales despojados puede sestar una ira terrible para nuestra sociedad. Por ello no hemos legislado con retroactividad. Preferimos enterrar el pasado en aras de un futuro mejor, para todos. De modo que, por su propio beneficio, no hable más de compensación. Si el pueblo trabajador llegara a aceptar su idea, usted se encontraría en grave dificultad para pagarla.. Quédese callado; es mi consejo".

Con el abogado
Mi interlocutor se sintió incómodo, más bien mortificado, diría yo. Sus compañeros optaron por mandar al frente a un abogado que los había acompañado, quien habló así:
"No aceptamos su retórica. Insistimos en que se nos reconozcan nuestros derechos legales".
Como trajo al derecho al campo de la discusión, le respondí: "En cuanto a derechos legales, ustedes no tienen ninguno. Usted sabe muy bien, como abogado, que un derecho legal sólo es válido si está de acuerdo con la legislación vigente. Bajo la ley actual, lo que usted llama derechos no se puede respetar, porque son ilegales".
"¿Y con qué derecho se han modificado las leyes?".
"¡Qué pregunta tan extraña, en boca de un abogado! Lo único que se necesita para modificar una ley es dictar otra. Si usted sólo tiene como respaldo de la calidad de ley a un papel en el que se ha escrito el deseo del más poderoso, es mejor que dejemos la conversación para ahorrar tiempo. La ley tiene que estar fundamentada en algo mas que un papel escrito. Tiene que fundarse en principios de equidad, es decir, tiene que ser equitativa. Usted sabe muy bien que las leyes van y vienen, que hacen ilegal lo que ayer era legal y viceversa. Esto de cambiar la ley no es nada nuevo, y menos lo es hacerla cumplir después de aprobarla. ¿Es su función de su profesión hacer respetar la ley con tal de que estuviera de acuerdo con las palabras escritas? ¿Llama a eso hacer justicia".
"Yo no quiero una lección, sino nuestros derechos".

"Le estoy dando sus derechos legales. Usted habla de ley, pero rechaza como retóricos los principios de justicia y equidad".
"¡Esto es inaudito. Unos se van a beneficiar a costa de otros! ¿Es esa su idea de equidad?".
"No, no lo es. Y si me puede demostrar que hay iniquidad en la nueva ley, entonces sí habrá motivo de discusión".
"Yo no acepto la nueva ley. No hay nada más inicuo".
"Muy bien. Usted no acepta la nueva ley y quiere que apliquemos las anteriores. Ya le dije que formulando una nueva ley se derogan las anteriores. Es lo que siempre se ha hecho en el pasado. Pues, ahora, también".
"¿Basándose en qué'?".
"En la conveniencia. Toda nueva legislación aspira a ser mejor que la anterior".
'La ley siempre ha protegido la libertad y la propiedad, y esta ley nos quita ambas. Es una ley arbitraria que sólo beneficia a algunos".
"¿Puede usted mencionar tan sólo una ley que en el pasado no haya hecho lo mismo? Veo, con extrañeza, que usted como abogado rehúsa a discutir principios de equidad. Considere sus principios de legislación. Antes se ponían impuestos a la gente, es decir, se forzaba a la gente a contribuir al Fisco nacional. ¿No equivalía esto a quitarle parte de su propiedad?".
"Los impuestos son necesarios para atender a las necesidades del Estado, pero usted no ve más que a los terratenientes como obligados a pagarlos".
"Esto no es exacto. Ningun impuesto se les cobra. Lo que hemos dispuesto es algo muy diferente. Estamos cobrando la renta anual de la tierra porque este crédito pertenece a todos. Pero, para evitar argumentos, acepto que se trata de un impuesto. ¿Y qué? Como veo que usted es partidario de lo que antes se hacía ¿qué tiene de raro escoger a unas personas para cobrarles impuesto? ¿No habían acaso antes impuestos a determinados artículos y que solo debóan pagar deterninadas pesonas?".
"Eso se hacía porque quienes podían comprarlos también debían de tener con qué contribuir a los gastos generales del gobierno".
¿Así que considera usted que una persona tiene el debe pagar, sin tener en cuenta cómo consiguió el dinero?".
"Sí, con tal que no le hagan pagar mucho".
"¿Y no cree usted que esto es algo arbitrario? Antes de la reforma que he dictado se tasaban alimentos, sal, cerveza, licores, cigarrillos... ¿Se da cuenta de que la mayor parte de estos impuestos no era pagada por los ricos? ¿En qué. pensaban entonces ustedes?".
"Estas son preguntas estúpidas. De alguna manera se tenía que financiar el presupuesto nacional, y ésta era una manera harto fácil de hacerlo. Además, los que pagaban ni siquiera se daban cuenta de ello".
"Ahora nos estamos acercando, lentamente, a descubrir sus “principios de justicia”. Robar para el gobierno era aceptable para ud. con tal que la víctima no se diese cuenta".
"¡Pero los impuestos que el gobierno cobra no son un robo!".
"Eso es lo que usted dice, pero yo no estoy de acuerdo. Si un hombre tiene que pagar más de lo que recibe a cambio, dejando de lado términos técnicos,.es un robo. No importa quien lo comete".
"Los impuestos no son un robo porque, además caen sobre toda persona, sin distingos, y por lo tanto son equitativos".
"No es como usted tan ligeramente dice. No los pagan los terratenientes ausentes, por ejemplo. Y aunque los pagaran, no recaen por igual sobre todos ellos. Un hombre que trabaja por 20 dólares semanales tiene que pagar en impuestos un tercio o más de su salario. ¿Dígame cuántos terratenientes conoce usted que tengan que pagar un tercio de sus ganancias?. Y si lo pagaran ¿cree que es lo mismo vivir con 10 dólares semanales que con……..." No me dejó terminar para espetarme:
"No estamos hablando de esto. Defendemos nuestros derechos".
"Pues igual cosa hacen ahora millones de personas a quienes ustedes se los han negado durante siglos. Usted quiere continuar con la ley anterior, la del derecho solo fundado en la fuerza. ¿No ve que las leyes a las que pretende volver era diseñadas e impuestas por unos privilegiados por el poder y en su propio beneficio?".
"Señor mio, ee establecían guiados por principios de justicia como puede verse en todas sus fundamentaciones".
"¿Qué? ¿No me acaba de decir que los impuestos se cobraban como mejor se podía, y que lo único que importaba era conseguir el dinero, sin tener en cuenta a quien se le cobraba, ni a sus consecuencias?".
"Las consecuencias eran ley y orden".
"Todo bandido que adquiere poder también mantiene ley y orden a su manera. Pero analicemos profundamente sus anteriores leyes. En su sistema se le quitaba un porcentaje mayor en impuestos al obrero que al terrateniente. ¿Y los beneficios, cómo se repartían?".
"Todos recibían igual".
"Esa es invención suya. Si se construía una carretera con dinero del contribuyente ¿se beneficiaba el labriego igual que el terrateniente? ¿No es cierto que con toda mejora hecha con fondos públicos se aumentaba el valor de la tierra y con este los alquileres de las casas y el precio de los terrenos? ¿No defendía usted mismo a muchos de sus clientes alegando que los avalúos de las tierras no debían revisarse?".
"Los terratenientes se oponían porque iba en contra de sus intereses"
"En efecto. Y ahora la ley favorece al pueblo general.. Podríamos alegar que cobramos la renta de la tierra porque el gobierno la necesita y, como es una renta no ganada por nadie en particular, a los terratenientes nada les cuesta, pero tenemos razones más poderosas aun. Sostenemos que la renta de la tierra se origina con la presencia de la comunidad y los servicios públicos; y que al cobrarla la cobramos todos. Si está interesado, le puedo indicar por qué es mejor para la comunidad hacerlo así que con los varios impuestos que existían antes".
"¡Palabras, palabras, pura retórica! De todas maneras, le escucho".

"Bien. Voy a hablar de la parte práctica y legal. La gente ya no tiene que trabajar y fatigarse para mantener a unos vagos que les quitaban sus ganancias. Antes, les enseñaban que la ley así lo exigía, y hemos abolido aquella ley. Así se ha resuelto el problema legal. Pero usted es libre de apelar con argumentos basados en la justicia y la equidad, que son los principios que nos rigen ahora. Demuestre que estamos equivocados y fallo el caso a su favor".
"Con mucho gusto".

Empezó su alegato diciendo:
"Usted ha tratado de probar legalmente que la comunidad tiene derecho a privar de su propiedad a algunos. ¿En qué se basa semejante monstruosidad?"
"Ya se lo dije. En el principio que establece que un hombre tiene derecho natural a sí mismo"
"¿Y de dónde sale ese pretendido derecho? ¿No sabe usted que todas las autoridades legales y científicas no sólo han negado la existencia de derechos naturales, sino que han comprobado que no hay ninguno"
"Si es así, acepto la fuerza de sus argumentos. Pero si yo no tengo derechos naturales, estoy convencido de que nadie los tiene. Y sus argumentos se deben aplicar a todos los seres humanos."
"¿Y no se deduce de esto que si nadie derechos naturales, nadie tiene derecho a la tierra?".
"Ciertamente. Y también se deduce que ni usted ni otro lo tiene. Y si ésta es la justificación que le da derecho a reclamar la tierra, no hay otra manera que defenderla que por la fuerza. Pues si nadie tiene derecho a la tierra, al decirme que es de algunos es porque son lo suficientemente materialmente fuertes para impedir que otros los desposean".
"Bonita doctrina, esa!".
"No me la achaque a mí. Esto es lo que ustedes han predicado y practicado en el pasado. Los pueblos no sólo fueron desposeídos de la tierra y de toda clase de propiedad, sino que fueron incluso esclavizados. En tales condiciones era imposible disfrutar de la vida, de la libertad. Sin embargo, la gente asi agredida por los más fuertes se ha cansado de tal situación y desea vivir bajo un principio espiritual, es decir, moral. No quiere vivir en una sociedad que el derecho sea expresión de la voluntariedad del mas fuerte; prefiere hacerlo según el principio de equidad, reconociendo en cada cual el derecho a igual libertad".

"¿Qué principio es ese?" , preguntó.
"Es como sigue: Cuando A trabaja la tierra, tiene el derecho a disponer del fruto de su trabajo, y B no tiene derecho a quitárselo por la fuerza. Si no fúese así, A sería esclavo de B. De igual manera, A no puede evitar que B haga lo mismo que él. Cada cual respeta la libertad del otro por la sencilla razón de que, de no ser así, cada cual tendría que defender su vida y su libertad por la fuerza".
"¿Usted sostiene, entonces, que la tierra no puede pertenecer a un individuo?".
"En efecto. No, como propiedad exclusiva, como la que si se tiene sobre algo que ha hechos con sus manos.
"Pues bien: si un individuo no puede poseer la tierra ¿no concluye que tampoco puede poseerla la comunidad, que está compuesta de muchos individuos?".
"Así es".
"¡Aja! ¿Y qué se deduce inevitablemente de ello?".
Esta última frase la repitió victoriosamente, con un ¡Vamos, diga!

"Se deduce, le contesté, que la comunidad no puede enajenarla, y que si resolviera hacerlo no tendría más validez que la que tendría el hecho de que yo decidiera disponer de su reloj o de su persona."
"Pero supongamos que yo lo autorizo ¿no tendría entonces el derecho o poder de disponer?".
'En tal caso es usted quien dispone, y no yo".
"¿Y no puede la nación entera hacer lo mismo?".
"Cada cual por sí mismo, sí, pero no unos por otros. Usted puede convertirse en mi siervo o esclavo, pero usted no puede enajenar la libertad de sus descendientes o de cualquier otra persona"
.
"En este caso ¿a quién pertenece la tierra?".
"A nadie. Por eso la gente debe ponerse de acuerdo para utilizarla de una manera que sea posible la igualdad de derechos. Esto ya excluye la adjudicación de tierra para siempre. Porque, aunque en un momento dado todos aceptaran la parcelación de tierras a favor de alguien, no tendrían derecho a tomar decisiones en nombre de futuras generaciones. Por esto concluimos que la tierra no puede llegar a ser propiedad exclusiva de un número determinado de individuos. Sólo se tiene derecho al usufructo, a su uso y a los frutos que trabajadola le rinda".

"¿Entonces usted niega todo derecho a la propiedad privada?".
"No. Por el contrario, defiendo la propiedad privada. Todo individuo tiene derecho a sí mismo y, por lo tanto, a lo que produce y le pertenece".
"Pero si es consecuente, al negar el derecho de propiedad a la tierra, tiene que negar el derecho de propiedad en todo. Niega el derecho a la tierra porque no la hicimos y, en cambio, dice que su martillo es suyo porque usted lo hizo. ¿Y qué, también hizo el hierro? Si no lo hizo ¿no tenemos todos derecho a él ya que, como la tierra, su cantidad en el mundo es limitada?".
"Sí. Todos tienen igual derecho al hierro o a cualquier otro metal o vegetal mientras esté en la tierra, pues son como la expresión misma de la tierra.. Por eso, quienes lo extraen deben compensar a la comunidad, para poder tener derecho exclusivo a esos bienes".

'Estos argumentos no nos ayudan gran cosa. Voy a exponerle mi punto de vista con palabras precisas. Si, en cualquier sentido que sea, la tierra pertenece a todo el mundo, todos tienen igual derecho a usarla. Así se llegará a una anarquía comunista. La tierra que A usa también puede ser usada por B o C para que no queden privados del acceso a esa tierra. ¿Cómo contesta usted a eso?".
"Con otra pregunta: ¿Cuando antes un dueño alquilaba tierras a otros, podía él mismo usarlas?".
"Él, personalmente, no; pero sus inquilinos, sí".
"¿Y cree que el dueño perdía por ello sus derechos?".
"No, porque se reservaba el derecho a cobrar la renta correspondiente".
"Entonces, le pregunto, ¿si A paga a los demás el privilegio de utilizarla, cómo pueden los demás considerarse defraudados?".
"Pero, bueno. Si la tierra pertenece a todos, es decir, a nadie ¿quién decide cómo se distribuye? Ni el gobierno ni la mayoría pueden decidir, porque ni el gobierno ni la mayoría son todos".
"Este es, precisamente, nuestro punto de vista, y por eso el gobierno no interfiere. No dice esta tierra es para A; esta, para B; esta, para C; sino que deja: que ellos decidan por si mismos. Lo único que hacemos es recaudar la renta económica. Mientras esta renta se pague, nadie molesta al ocupante y, así, sólo los que siembran recogen la cosecha".

"!Pero alguien tiene que decidir cuánto es la renta!".
"Sí. Entre todos decidiremos la renta, tal como se hacía antes, mediante la ley de la oferta y la demanda. Los terrenos difieren en situación y fertilidad tanto como los gustos y ocupaciones de la gente. Para los mejores sitios se presentarán más interesados, y la renta será más alta. Piense en el centro de una ciudad y supongamos que usted desea vivir allí pero todos los sitios están ocupados. El gobierno no le puede ayudar, pero usted puede hacer una oferta a los posibles interesados en cederle un puesto. Si no la aceptan, la oferta tiene que subir, y entonces la renta sube al equilibrarse con lo que se ofrece por el privilegio de vivir allí. Quien posea esa localidad debe pagar la renta si quiere seguir poseyéndola".

"¿Y cómo van a poner en movimiento este sistema?".
"Este sistema ha estado funcionando durante siglos. Le voy a contar un hecho real: Murió un hombre y dejó cinco propiedades a sus cinco hijos, sin estipular cual correspondía a cada uno. Como las propiedades diferían en tamaño y calidad, exigió antes de morir que quien se quedara con la mejor propiedad debía compensar a los otros, y que entre ellos decidieran como hacer la repartición".
"Y seguro que cada hijo quería la mejor, negándose a compensar a los demás...".
"Después de largas discusiones...
"¡Lo pusieron en manos de abogados!".
"No. No fueron tan tontos. Subastaron las propiedades entre ellos mismos. Hubo ofertas y contraofertas por la que se consideró como la mejor de las propiedades. Uno de los hermanos consideró que prefería la cantidad que otros ofrecían al privilegio de vivir en esa propiedad y dejó de ofrecer por ella. Los otros cuatro siguieron aumentando las ofertas, y otro más dejó de ofrecer. Así sucesivamente, hasta que la última cantidad fue mayor que la que los otros ofrecían. La mejor propiedad pasó al que más ofreció y así mismo se hizo con las otras cuatro, quedando todos a gusto con la distribución hecha".
"¡Hum! ,refunfuñó, usted confía mucho en la gente...".
"Pues así mismo es como se determina la renta. Tal como en aquel caso que le conté, entre todos se distribuyeron las propiedades y se fijó la compensación. Porque, para que lo sepa, la cantidad total recogida por los cinco hermanos se dividió por igual entre ellos".

El abogado seguía argumentando, pero sólo buscaba oscurecer los puntos esenciales al traer toda clase de consideraciones secundarias. Hablaba de que sus representados eran terratenientes distinguidos; que otros no tenian más derecho a la tierra que ellos; que la administración de la tierra no sería eficiente, etc., etc. Hasta que ya no pude más.

"Lo que usted tiene que demostrar , dije, es que sus clientes tienen derecho a poseer tierra y que otros no tienen ese derecho. Usted habla de ineficiencia en la administración; puede que sea así, pero ¿podemos deducir de ello que ustedes tienen derecho exclusivo al suelo? Si tiene mejor sistema para garantizar a cada persona lo que le corresponde, le escucharé gustosamente".

"M¡re . No pretenda que su sistema es el mejor, porque bajo la apropiación de la tierra por parte del Estado, que es su sistema, nadie recibirá lo que le corresponda"
"Así resulta que usted concluye que como nuestro sistema no es el mejor, quiere que nos acomodemos al peor. Insisto en que usted me presente un método alternativo para disponer de la tierra; entretanto olvidese de los derechos que menciona".
"Todavía no los hemos olvidado".
"Entonces no traiga a consideración que la tierra debe ser administrada por quienes no tienen derecho a ella. No queremos oir más acerca de los distinguidos terratenientes. Limítese a demostrar que ustedes tienen titulo válido a la posesión de la tierra".
"¿Y si lo tenemos?".
"Si tienen un argumento legal y la tierra es de ustedes, pueden sacar de ella a los campesinos y dedicarla a la cacería o a lo que deseen."

Alguno de los que el abogado representaba exclamó sarcásticamente:"Si desalojamos a los campesinos dirá que es una interferencia con los derechos de libertad...".
- "Sí. -dije- Y lo sería. Y ustedes son miembros de la Liga Pro-defensa de la Libertad y la Propiedad. ¿Y no es eso lo que han venido haciendo? ¿No son los objetivos de esa Liga lograr que unos pocos individuos tengan el poder de hacer lo que quieran con el resto de la comunidad? ¿No es esa la libertad por la que luchan?".
El abogado contestó, molesto: "Esa frase sobra".
"Puede que sobre, pero vamos al caso: ¿Qué ofrece para demostrar sus derechos?".

El abogado sacó una cantidad increíble de papeles y pergaminos y, enderezándose, dijo:
"Este es mi respaldo. Usted ya casi ha admitido que no hay derechos naturales, y de ahi se concluye que el único derecho existente es el que la ley reconoce. Aquí están nuestras escrituras y títulos".
Al decir esto, dejó caer todo el papelerío sobre mi escritorio, y añadió: "¿Dónde están los suyos? ¿Tiene usted mejores títulos que estos?".
"¡Ah, ese es su juego! -exclamé- ¿Por eso han empleado filósofos para que aseguren que no hay derechos naturales? Pero, señor ¿no entiende usted que estamos discutiendo si la posesión absoluta de la tierra es correcta o no, y esto no puede decidirse con astutas argucias? Existen mejores títulos que esos papeles. Dígame: Si en un terreno hay un labriego que ha trabajado la tierra, ha sembrado legumbres y las ha cultivado. ¿No es él quien tiene derecho a esas legumbres? ¿Quién, sino? Este es mi punto de vista. Muéstreme quien tiene más derecho al producto que el hombre que lo produjo".

"Esta es la pregunta que yo le hago a usted? ¿Quién tiene más derecho que nosotros? Nuestro derecho está aquí, respaldado por estos documentos".
"Firmados por quién? ¿Por el dueño original, el productor del suelo?".
"Firmados por el presidente, en nombre de la nación, y ratificados por el consentimiento del pueblo".
"Aunque fuese así, el título no es válido, ya que una generación no puede decidir cómo deben vivir las fúturas generaciones en este mundo. Pero además no es cierto. ¿Cuándo consintieron los pueblos? ¿Cuando el Imperio Romano dominaba el mundo conocido, o cuando un gobernante cualquiera repartía tierras entre sus familiares y favoritos?".

"Nuestros gobernantes han actuado en representación del pueblo y éste no ha protestado, lo cual equivale a dar el consentimiento".
"Otro de sus inventos legales. ¿No es cierto que los pueblos han protestado contra la tiranía y la legislación arbitraria? ¿No es cierto que después de haber sido desprovistos de sus derechos se ha ocultado su condición con toda clase de legislaciones? ¿Y cómo los tratan cuando ocupan tierras en su desesperación por vivir? El hecho de que el pueblo desconozca sus derechos no puede considerarse como consentimiento. Es cierto que esta es la primera vez que se pone en duda la validez de estos documentos,¿ pero por el hecho que estos documentos han logrado imponer tributo a los pueblos por mucho tiempo ¿tienen derecho a seguir haciéndolo?".

"Usted plantea la cuestión de una manera irreal. Nuestros derechos siempre han sido aceptados como válidos".
"¡Nunca, lo han sido! Lo único que puede decir es que nadie los había puesto en duda. Vea lo que dice el reconocido jurista Blackstone, al respecto":

"No hay nada que llame más la atención de la Humanidad que el derecho de propiedad, ese dominio único y despótico que un hombre posee y que ejerce con la exclusión del derecho de toda otra persona en el Universo. Y aún así, hay muy pocos que se toman la molestia de investigar las bases de este derecho. Complacidos con la posesión, nos da temor mirar hacia atrás como con el presentimiento de encontrar alguna irregularidad en nuestros títulos. Nos limitamos a pensar que es suficiente derivar nuestro derecho del derecho del dueño anterior, de un antepasado o del testamento de un difunto, sin reflexionar que no hay fundamento alguno en la Naturaleza o en la ley natural por el cual unas palabras escritas sobre un papel den dominio a la tierra... Los pueblos obedecen las leyes sin investigar las razones de su existencia".

El abogado tosió, limpió las lentes de sus anteojos , pero no respondió.
Sin darle tregua añadí:
"Tampoco la tierra había sido tenida como propiedad absoluta ni siquiera por la ley escrita. Nunca la tierra fue dada en propiedad en el mismo sentido que lo es su camisa".
"Había una ley...".
"Si, una ley que impone tributos sobre el valor del suelo, pero aunque esa era la ley, no los pagaban".
'Los impuestos se pagaban de acuerdo con los avalúos".
"Usted sabe muy bien que pasa con los avalúos. Cuando no son muy antiguos, se compra al avaluador. ¿No cree usted que esos tributos se han evadido en su gran mayoría? ¿Cree que por no haber habido quien se quejare, este procedimiento , ha tenido el consentimiento del pueblo?".
"No podemos entrar a discutir esto, ni podemos remover cosas del pasado. Es una práctica nueva acusar a las gentes por hechos cometidos hace siglos".
Estas últimas palabras del abogado dejaban ver algo de indignación.

"No se preocupe. No estamos pidiendo restitución por actos del pasado, pero tampoco estamos dispuestos a aceptar que se continúe con una injusticia porque se originó hace mucho tiempo. Veamos un caso: Usted me ha asegurado que hay familias con posesión de tierras desde la Conquista. En verdad, es mucho tiempo. Pues bien: supongamos que su dueño ha encontrado que el administrador de ellas le ha estado robando parte de sus ganancias anuales. ¿Cree usted que el administrador puede aducir en su defensa que esos fraudes se han venido cometiendo desde la Conquista y que, por tanto, tiene derecho a seguir para siempre apropiándose de esas ganancias? Esta es su pretensión. No pueden presentar un título válido de posesión de la tierra. Todo lo que han demostrado es que han venido lucrando con esa situación durante siglos!".
"Y que no somos responsables por actos pasados".
"Es cierto. Y el administrador del ejemplo tampoco era responsable de los robos de sus antecesores. Pero el punto es otro. Cree usted que el terrateniente, al oir la confesión del administrador, le hubiera hablado de este modo: Mire, si me hubiera robado durante unos pocos años, le enviaría a la cárcel, pero como los administradores lo han estado haciendo durante siglos y usted compró al anterior administrador el derecho a robarme, yo le reconozco este derecho para siempre".

Con el Obispo
Mi comparación con el administrador deshonesto dió oportunidad a unos representantes de la Iglesia para intervenir. Los que estaban al frente, se hicieron a un lado para dejar pasar al Obispo que, con voz solemne, comenzó así:
"Protesto de que compare a los terratenientes con ladrones. No debería usar este lenguaje al referirse a personas honorables, cualquiera que sea su posición, y mucho menos cuando algunos de ellos ocupan sitios de importancia en la Iglesia y en el Gobierno".
'Excelencia reverendísima, solo quería ilustrar que el monopolio de la tierra no es un error que pueda olvidarse y perdonarse, sino que es un error perpetuo, y que el monopolista está en posición de imponer un tributo continuo mientras exista el monopolio".
"Aún asi, no había necesidad de hacer uso de semejante vocabulario".
"Siento mucho si mis palabras han ofendido a alguno. La comparación no se refería a determinadas personas, sino que quería explicar cómo opera el sistema. En mi opinión, este sistema es indefendible, y voy a describirlo como lo veo. La comparación puede ser algo dura, pero no encuentro otra. Supongamos que una comunidad vive de lo que producen con sus ríos, bosques, praderas y cultivos, y que el único camino que conduce a esos terrenos y a sus viviendas es propiedad de un individuo, el cual, en virtud de su ventajosa posición, les roba -perdón- , quito lo de roba , sino que tiene el poder de hacerles entregar parte de lo que producen, aduciendo que es en pago por la utilización del camino. Supongamos que lo que les cobra es tal que a los pobladores sólo les deja lo suficiente para mantenerse vivos, para que puedan seguir trabajando y, de ese modo, él seguir cobrando...".

"¡Basta! -exclamó el Obispo- En lugar de aminorar la ofensa, la está agrandando. ¿Por qué decidió describir la figura del salteador?"
"Yo me refería a un terrateniente cualquiera y a su sistema".
"Abandonemos el tema. Sus comparaciones son inaceptables. Yo conozco sus puntos de vista y, en lo abstracto, estoy de acuerdo. En cuanto a los pobres, usted sabe que yo siempre estoy de su lado. Pero, hijo mio, dos errores no se cancelan. No se pueden remediar errores viejos cometiendo errores nuevos y tal vez peores que los anteriores
"¡Dios mío! ,exclamé. ¿Llama su eminencia error al suprimir un error?".
"Usted está interfiriendo y contradiciendo instituciones antiquísimas..."
"¿Debo entender que el mandamiento "No robarás" no se aplica cuando el robo se ha vuelto tradición?".
"Nuevamente usa usted lenguaje desmedido. Estos ciudadanos tienen documentos que les garantizan ciertos derechos. Y, dada su posición, con sus derechos tienen obligaciones morales que el Estado no puede quebrantar".
Esta última frase la pronunció con sincera emoción.

"Obligaciones morales... ¿Dónde está la moralidad? ¿Estará tal vez en el hambre, las esperanzas perdidas y los corazones destrozados de millones de desheredados? No voy a dar razones para demostrar que esa miseria no hubiera existido a no ser por la monstruosa institución que priva de su patrimonio a la mayor parte de la Humanidad. Voy a limitar mis palabra a la parte que esa vieja costumbre ha desempeñado en la producción del vicio y del delito. Piense su eminencia en los delitos debidos a la pobreza , al temor a la pobreza o al modo de vivir a que ella acostumbra: robo, engaño, falsificación, estafas..." "¿Acaso no se cometen estos delitos por el desmedido afán de ganar dinero?"."¿Y esta ansia de dinero no es ocasionada tanto por la pobreza como por el temor a ella? ¿Cree su eminencia reverendísima -continué- que ese temor es inevitable? ¿Cree que si los hombres tuviesen amplio acceso a la Naturaleza tendrían dificultad en alimentar sus cuerpos y temblarían al pensar en el futuro material?".

"La naturaleza humana es perversa..." interrumpió el Obispo.

"No acuse a la naturaleza humana, que ella es también capaz de grandeza y de nobleza aún truncada por condiciones antinaturales. El hombre está impulsado por el instinto de conservación. Retire los impedimentos de su camino y verá que los hombres son buenos y amistosos. Pero amenace su existencia, y se tornarán violentos. Cuando hay suficiente para satisfacer el apetito de todos, la gente es buena con el vecino; el plato a nuestra disposición se pasa al amigo; nada se pierde y mucho se gana con la cortesía. Pero imagínese en una isla desolada, en compañía de muchos pero con provisiones para un solo día... Bajo estas condiciones, la naturaleza humana parece perversa: se reestablecerá la lucha por la existencia material , y, salvo excepción de algún santo entre ellos, los primitivos instintos privarán sobre sus cualidades más finas".

"¡Qué cuadro más horripilante...!"
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"Es el cuadro que su eminencia reverendísima ha tenido en frente a sí toda la vida. Piense que con excepción de delitos causados por celos, malos entendimientos y unos pocos casos de aberraciones mentales, hay muy pocos delitos que no encuentren su origen en la pobreza o en el temor a ella. Recuerde también los abundantes casos de los pobres que viven a la sombra de palacios o catedrales, arrastrando la vergüenza de su pobreza y dígame entonces donde está la obligación moral de perpetuar una institución humana que es la causa primordial de todo esto".
El Obispo pareció no dar importancia.al argumento y se apresuró a decir:
"Usted está introduciendo tópicos que nada tienen que ver en el asunto. Estos documentos, dijo señalando los títulos sobre mi mesa, aseguran a sus dueños los derechos; y solo puede impedir que los ejerzan un acto contra la moralidad".
"Su eminencia me parece más bien abogado que ohispo. La moralidad de que habla ayudaría a mantener el peor de los errores."
"¿Cómo se atreve...?"

"No se asuste su eminencia y permítame que justifique mis palabras. Tal vez no lo sepa usted, pero las cosas son como le digo. Supongamos que debo a alguien una suma de dinero, pero que la deuda no está escrita y que no hay testigos que prueben que yo soy el deudor ¿Sería moral que me rehusara a pagar porque el acreedor no tiene pruebas?".
"Sería inmoral" , contestó el Obispo.
"Suponga ahora que hay un escrito que dice que debo una suma, cuando en verdad no había recibido ese dinero prestado, o habiéndolo recibido ya lo había devuelto. ¿Sería mi deber moral pagar lo que dice el documento?".
"Ciertamente, no. ¿Y esto, a qué viene?".
"Pues a que su invocación a la moral, basada solo en hecho de que estos señores tienen unos papeles es por completo insuficiente; no alude ni justifica el derecho al que esos papeles pretenden dar cuenta . Nada demuestra que la tierra pertenece a los dueños de estos documentos. Por otra parte en las Sagradas Escrituras se lee: "La tierra es mía; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo". La Tierra, y todo lo que hay en ella, es del Señor. El la ha dado a sus hijos, a todos sus hijos".

"Lo que el Señor nos ha dado, dijo el Obispo, son unos Mandamientos que es mi deber hacer cumplir. Por esto estoy aquí, para recordar a usted y a su gente el Mandamiento de No codiciar los bienes ajenos...".
Antes de que el Obispo continuara su sermón, al oir estas palabras, un hombre, de aspecto enclenque y requemado, se adelantó. Su aparición fue repentina e inesperada, y su temple y determinación congelaron las palabras en boca del Obispo.

"No codiciar los bienes ajenos..." repetía el pobre hombre haciendo una pausa después de cada palabra. "Este soy yo, señor Obispo. Yo soy codicioso, ya que deseo pan para mis hijos. Dios nos los ha enviado, y usted nos ha dicho que Dios no envía una boca sin enviarle pan. Yo quiero que me entreguen el pan de mis hijos. No resisto más el ver como les roban el pan de cada día. Yo soy codicioso de lo que les pertenece a mis hijos y no quiero verlos morir de hambre con la aprobación de la Iglesia".
"¿Ve usted ? , dijo el Obispo dirigiéndose a mí. Estas son las consecuencias de sus actuaciones..."
Al campesino no le gustó que le cortaran la palabra "¿Las consecuencias de las actuaciones de quién?, dijo airado. En todo caso, las consecuencias de las actuaciones de aquellos que el señor Obispo defiende". Y, dirigiéndose a mi agregó:

'Usted habló de un hombre que era dueño del camino que conduce del campo a la aldea. Yo he pasado por ese camino muchas veces, pero la historia no es como la narró usted. El terrateniente no controlaba el camino. Él vivía cómodamente en su casa mientras yo trabajaba hasta no poder más. Si él hubiera estado presente y me hubiera despojado allí mismo, mi agonía no habría sido tan amarga". Haciendo una pausa como si reviviera el pasado continuó con una voz más queda que hacía más patético su relato.
"No. No, señor. El terrateniente nunca me detuvo en el camino. Yo podía llevar la cosecha a mi casa, la guardaba bajo mi techo y, aunque mis hijos estuvieran hambrientos, no me atrevía a tocar un solo grano pues estaba atrasado en el pago de la renta que debia pagar al terrateniente. La cosecha no fue suficiente para pagarla, por lo que recibí el aviso de desocupar dentro de las veinticuatro horas siguientes. Esto es mucho más cruel que ser atracado en el camino...", dijo cuando los sollozos de las mujeres que le acompañaban, le hicieron girar la cabeza. Luego de mirarlas como pidiéndoles se calmaran, volvió su rostro hacia mi diciendo:
"Le estoy relatando hechos, señor. Mi mujer partió el último mendrugo entre nuestros cuatro hijos. ¡Ah, señor Obispo! No se imagina usted el ansia con que esos cuatro niños arrebataron de las manos temblorosas de mi mujer aquellos pedacitos de pan, mientras yo custodiaba la cosecha que garantizaría el pago de la renta. ¡La codicia estaba allí en sus ojos! Desesperado corrí al mercado, vendí el trigo que Dios me había enviado para mis hijos y llevé el dinero a la oficina del dueño".
"¡Muy bien hecho!", aprobó el Obispo.
"¡No, señor Obispo! Hoy necesito el perdón de Dios por haber quitado el pan a mis hijos. Cuando regresé, el menorcito había muerto, en los brazos de mi desesperada mujer por no tener con qué alimentarlo".
"Es usted es un desagradecido”, intervino el Obispo, quien parecía conocer bien al pobre hombre, “pues ha olvidado la colecta que para ayudarle entre todos hicimos".
"¡Si , para ayudarme a pagar al terrateniente! Él fue quien recibió todo lo que otros pobres como yo con tanto sacrificio reunieron ¡Dios los bendiga! Gracias a ellos pude evitar que nos echaran de nuestra casa. Y digo nuestra casa porque nosotros la construimos, hasta los niños ayudaron a traer piedras. La ley le permitía que nos la quitaran. ¿Por qué no predicó su Mandamiento en aquel entonces, señor Obispo?".
El Obispo se sintió visiblemente incómodo. Entornando los ojos, elevando la mirada hacia lo alto, expresó una mezcla de queja y reproche:
"¡Cómo eres de desagradecido, Juancho, hijo mio! Hablar así de tu patrono, después de haber recibido tanto de él. Has olvidado que en la Navidad pasada, ofreció un almuerzo a los pobres, en el que tu y tus hijos comieron en abundancia...".

El campesino no respondió. Fue entonces el socialista, aun presente quien tomó la palabra para decir:
"No habría tenido necesidad de hacer caridad si no les hubiera robado antes el fruto de su trabajo".
"¡Qué lenguaje! , exclamó el Obispo. ¡Decir esto de persona tan distinguida! Hace sólo unos años donó un valioso trono para la capilla. ¿No habla de su bondad facilitar un sitio donde el pueblo pueda escuchar la palabra de Dios en su propia aldea? Además concedió una hectárea a la Parroquia, y a mitad de precio, para el cementerio".
"¿Y cree el señor Obispo que es bueno recordar aquí que los pueblos no tienen sitio ni para enterrar a sus muertos?", dijo el campesino..
"¡Qué palabras, Señor! Y pensar que éste era uno de los pobres que...
"¿Quién los hizo pobres?" increpó el socialista.
"La voluntad de Dios: "Los pobres los tendréis siempre con vosotros". Él hace a unos pobres y a otros ricos, para que éstos puedan hacer caridad y así ganar el cielo, que a los pobres corresponde por derecho propio".
"¡Qué mentira! ¡Qué blasfemia!" tronó el socialista.

Fue un momento de gran confusión. Cuando logré calmar a la gente, ya el Obispo y sus acompañantes habían desaparecido. Casi todos los que habían presenciado la conversación con el señor Obispo se retiraron sin agregar mucho más. En silencio y cabizbajos. Confieso que sentí cierto pesar al ver el modo de partir de aquellos , hasta ayer poderosos influyentes señores. Abandonaron decaídos la misma sala a la que de modo habitual ocurrían para hacer valer, ante el gobierno, sus particulares intereses.

Sentimiento parecido debió haber tenido el campesino, quien me susurró: "Pobres hombres! También ellos son víctimas de sus instituciones. No saben trabajar como nosotros. ¿Qué van a hacer ahora? "
"Querido amigo, le repliqué conmovido por su gran corazón. Ellos no merecen ayuda ni la necesitan. En principio seamos conscientes que no se les ha cometido ninguna injusticia. Nada a lo que tuvieran derecho se les ha quitado nada. Por lo demás, la mayoría tiene suficientes medios para vivir holgadamente. En cuanto a sus hijos...".
"En ellos pensaba precisamente..."
".....en cuanto a sus hijos, repetí, crecerán bajo otras condiciones, y aprenderán a apreciar el trabajo. Entran ahora en un nuevo mundo, en el que nadie que trabaje sufrirá pobreza; un mundo en el que cada cual recogerá los frutos de su trabajo, un mundo en el que nadie vivirá de privilegios a costa de sus semejantes, un mundo en el que el trabajo es certificado de nobleza".

"¿Nobleza? , saltó el socialista. ¡Por favor! ¡ Estamos hartos de nobleza y apellidos!".
"No se equivoque usted señor socialista. Hemos tenido muy poca de la verdadera nobleza. Los hombres y mujeres que se hacen a sí mismos, que crean riqueza y trabajo, son los verdaderos nobles. El forjar nobles es esta clase merece todo nuestro apoyo. Así como debemos apoyar al verdadero capital. Ambas cosas sólo traen beneficio a la sociedad".
"Estoy de acuerdo con lo primero que ha dicho, pero en cuanto al capital...".
"¿Qué? -exclamé sorprendido- ¿Todavía tiene prejuicios? ¿Qué daño puede causar el verdadero capital? ¿Qué daño puede hacer; repito, el contar con mayor capital cuando todos tienen igual acceso a los bienes naturales? Usted está ofuscado, por la confusión que reinó en el pasado, cuando se tenía por capital , a todos por igual un arado , un molino, un esclavo, un lote de tierra, las casas y también a papeles, documentos y dinero. Al abolir la esclavitud, la apropiación de la renta del suelo por los terratenientes y la renta que deriva de los monopolios y privilegios legales de ningun modo afecta a lo que es verdadero capital. Debemos entender que el capital verdadero cumple el más benéfico fin, pues aumenta el rendimiento del trabajo y aliviar la carga de los trabajos más brutales permitiendo a los hombres dedicar su energías a mas nobles menesteres".
"Más despacio, por favor. Por momentos lo entiendo, pero en oros se me hace costoso de digerirlo".
"Permítame ayudarlo a comprender y digerir. Aquí en frente hay un mecánico que hace arados. ¿No es él un trabajador y no son sus arados verdadero capital, es decir; trabajo acumulado?".
"Puede que sí. Pero vea a que precios exorbitantes vende sus arados, con lo cual explota a quienes lo compran. Incluso goza de una posición privilegiada: puede suspender la fabricación de arados, si así lo decide perjudica a decenas o centenas de trabajadores"
"Sí, son precios altos y puede hacer lo que usted teme. Pero lo nuevo es que por la nueva Constitución ya no le es permitido el monopolio. De modo que cualquier otra persona puede fabricarlos si sabe hacerlos o importarlos de otro sitio si no hay quien los haga aqui. Su poder era aparente y provisorio; duraba mientras algun gobierno lo proveía de un privilegio a su favor".

El socialista puso los codos sobre la mesa ante la cual estaba sentado y se sujetó la cabeza con ambas manos. Parecía perplejo.
"Antes quien deseaba producir debía contar con un permiso para utilizar los recursos naturales. Permiso a pagar con el precio de compra o arriendo, con dinero. Esto significaba que para contar con la tierra , sin la cual nada se puede producir, era necesario pasar por el banco a procurarse de dinero. Pero los bancos estaban controlados por unos pocos, en su mayor parte, precisamente por aquellos beneficiados por el sistema que permitía la apropiación privada de la renta de la tierra, los dueños de la tierra. Ya hemos cambiado esto. ¿Qué importa ahora si algunos señores quieren seguir llamando capital a unos papeles, si la tierra , que es lo que permite producir, está abierta de par en para todos?".
El socialista seguía con la cabeza entre las manos, como tratando de estrujarla para descifrar un enigma. Me explicaba su perplejidad pues no hay cosa mas difícil de ver que aquellas que son transparentes. Y, por el otro, nada más difícil para el hombre que abandonar una idea amada, aunque sea falsa. Recordar esto me conmovió, pues imaginaba la lucha interior que sufria ese buen el socialista .

Con los inversores de capital
"Siento interrumpirlo, dijo alguien a quien hasta ese momento no había visto. No voy a hacerle perder mucho tiempo. Soy un hombre práctico y no he venido a discutir teorías sobre justicia, moralidad o libertad. Quiero, eso sí, prevenirlo de lo que va a suceder cuando usted acabe con la industria..."
Le hice seña para que no continuara y le dije: "Debo advertirle que nuestro objetivo es respaldar la industria; no acabar con ella. Siempre y cuando no sea perjudicial para la sociedad".
"Pero su legislación, señor, va a acabar con toda empresa. Va a impulsar la fuga de capitales, tan necesarios para el desarrollo del país".
No pude dejar de sonreír. Intercambié una mirada con el socialista que había vuelto a escuchar, y continué de este modo:
"Le ruego que sea más explícito. En primer lugar ¿por qué se va a obstaculizar a la industria? Una empresa se inicia cuando alguna persona que desea mejorar su posición o que piensa en el futuro, en lugar de gastar su dinero lo ahorra y, al tener acumulada cierta cantidad, la arriesga en algo que espera le pueda producir una ganancia. Tales acciones han de recibir el respaldo del gobierno, porque crean progreso. Amplían las posibilidades de invertir sus energías a los trabajadores y aumentan la riqueza con beneficio general, pero en especial de los consumidores, que somos todos. Al fin y al cabo, agregué, esto último es el cabal sentido de la actividad económica: que haya mayor cantidad de bienes, cada vez de mejor calidad , para que la vida de todos sea más elevada, no solo la material sino de modo principal, la espiritual.

"No es así, interrumpió. Se lo voy a probar. Supongamos que adquiero un terreno en una tierra yerma que no sirve para nada, y que construyo un hotel y un centro turístico. No creo que pueda considerarse perjudicial para la sociedad. ¿Al hacer esto no paso a tener que pagar al Estado?".
"Claro! Usted pagaría renta por el valor del terreno tal como lo encontró. Como puede ver, es más ventajoso que tener que comprar el terreno y pagar impuestos por el hotel y por sus ganancias en el negocio".
"Está bien. Pero supongamos que mi proyecto dió resultado y que la gente comenzó a acudir masivamente. Se construyen otros hoteles, muchos negocios, edificios para oficinas y viviendas, todo alrededor de aquel punto inicial. Al poco tiempo el conjunto se convierte en una floreciente población. El precio de la tierra aumentará y mi terreno será más valioso. ¿No me aumentaría la renta?".
"Por supuesto. Para poder facilitar el acceso de la gente, se hace necesario construir y mantener carreteras, líneas eléctricas, alcantarillado, y demás infraestructuras que mejoren las condiciones del lugar y faciliten su desarrollo. Toda la tierra del lugar, no solo la suya, aumentará de valor. Esto es verdad, pero en cuanto a usted sólo contribuirá al Fisco por el nuevo valor de su parcela de tierra".
"¡Pero si fui yo quien dió valor a la tierra! No es para nada justo que tenga que pagar por ello".
"Siento decirle que está usted en un error. Nadie aumenta el valor de la tierra por el hecho de construir encima de ella un hotel como seria en su caso. Si su hotel hubiera permanecido aislado en medio de la tierra yerma, el valor de su predio y en consecuencia su renta, seguiría manteniendo su valor acorde con el valor general de esa zona de tierra yerma. Claro que si ocurre todo como usted ha descripto y su parcela quedó en el centro de una ciudad, entonces el valor de la tierra de la zona entera habrá cambiado y deberá ahora pagar usted la renta de acuerdo con el nuevo valor adquirido por la tierra en medio de la ciudad. Porque ella aumentó de valor por la ciudad que se construyó. Quede claro que usted solo pagará por el valor de la tierra, sin incluir en ese valor el que tengan las mejoras".
"Pero supongamos que yo construyo las viviendas de toda la población y la gente acude a vivir allí..."
'El caso es el mismo. El principio es el mismo. ¿Qué es lo que cambia?".
"Pues que yo arriesgué el dinero. ¿Qué pasaría si nadie viene a vivir allí?".
"En este caso, la tierra seguiría valiendo lo mismo que antes y no habría razón para que pagara más renta. Pero si la gente viene a vivir, es la presencia de esta gente lo que aumenta el valor de la tierra y esa gente es la que tiene derecho a beneficiarse de la renta que ellos mismos crean con su presencia y actividad"
"¿Y que salgo ganando yo, después de haber creado esa población?".
"¿Le parece poco el excelente negocio de estar instalado en los mejores sitios de la ciudad?".
"Sí, me parece poco, porque no me parece que se corresponda al riesgo de invertir. Sigo pensando que el capital abandonará el país".
"¿Por qué?
"Porque el mercado del capital es regulado por la ley de la oferta y la demanda, lo mismo que cualquier otro mercado".
"¿Y qué hay de malo en ello?".
"Que nadie invierte en estas condiciones. Si se dispone de dinero valdrá más prestarlo, por ejemplo, al Estado, en títulos del Tesoro".
"El Estado no necesitara “pedir prestado”, recurso al que usted llama “emitir títulos del Tesoro”. No necesitará hacerlo pues lo que el gobierno recibe con el pago de la renta es suficiente para afrontar los gastos públicos. Además confiamos que dentro de un año o dos habremos cancelado la deuda, tanto interna como externa. No olvide que la tierra será muy barata porque para acceder a ella bastará con pagar su renta y este fenómeno invitará a miriada de personas a poblarla, con lo que se elevará de valor de la tierra y con ello el ingreso del Fisco. Las futuras generaciones no cargarán con el peso de deudas generadas por la estupidez de sus antepasados como ha ocurrido hasta hace poco".

"Esto puede representar un desbarajuste social , pues muchos bancos van a ver reducidas sus operaciones, algunos ni siquiera podrán subsistir".:
"Si los bancos ejercen una función útil para la sociedad, no hay razón alguna para que tengan que interrumpirla ni mucho menos para que desaparezcan".
"Pero disminuirá enormemente el número de clientes que soliciten préstamos. Puedo asegurarle que su sistema sólo traerá la ruina".
"¿Cómo la ruina?, le pregunté. Me acaba de decir que la mayoría de personas no necesitará préstamos. ¿Es esto lo que entiende por ruina? ¿No cree que es más bien prosperidad general?".

"En su teoría todo es muy bonito, dijo algo molesto. Pero como hombre práctico que soy no vine a teorizar. Ya veremos cual será nuestro futuro bajo su administración y no nos queda más recurso que irnos del pais y llevamos todo el capital".
Esto tenía carácter de ultimatum.
"¿Que ustedes se llevan qué?" - le pregunté.
"Todo nuestro capital".
"Está bien. ¿Pero qué se van a llevar? ¿La tierra, las minas, las carreteras, los bosques, los puertos?"
"¡No! Nuestro capital".
"Ya entiendo. ¿Van a llevarse fábricas, talleres, edificios, los motores, las vias...?"
"Todo lo que nos pertenece".
"Si realmente es de su propiedad , pueden hacerlo; pero hablando seriamente ¿qué es lo que piensan hacer? ¿qué van a sacar de ello?".
Titubeó un poco por lo vacío de sus amenazas. Sin embargo, continuó:
"Si retiramos la maquinaria ¿ha pensado en sus consecuencias para ustedes?".
"Sí. Imagino que tan pronto como las desmantelen, todos los paises industrializados , al enterarse que el nuestro requiere de todo de nuevo y pronto, estarán compitiendo entre si por suministrarnos equipos más modernos".
"¿Y con qué van a comprar esta maquinaria, si nos llevamos el capital?".
"Con los productos que seamos capaces de producir en las condiciones más competitivas. No olvide que los equipos que nos provean serán más moderrnos y nuevos que la vieja y gastada chatarra que ustedes se llevan, con lo que ya ,ganamos puntos de competividad. Pero además, no vendemos impuestos, que al comprador interno y foráneo en nada benefician, simplemente porque los hemos eliminados. Con esto ganamos nuevos puntos de competividad frente a todos los competidores en el mundo. A esto debemos sumarle que quienes vengan a instalarse no tendrán que desperdiciar dinero comprando tierra, pues pueden acceder al espacio que necesiten con solo pagar la renta. ¿Cree usted que un país ordenado bajo estas reglas , en el que no habrá el mínimo desperdicio de tierra, de trabajo y de capital, libre de la carga de impuestos, no le sobra capacidad para pagar la maquinaria mejor del mundo que necesite?
"Quizá. Pero al retirar nuestro capital y desmantelar las fábricas se produciría desempleo , los consiguientes conflictos sociales , lo que los obligará a aceptar nuestras condiciones
"No, señor mio; esté tranquilo a este respecto. Ustedes poseen edificios, talleres y fábricas que no se pueden llevar. Pueden escoger entre venderlas al precio que otros quieran comprarlo o abandonarlo. Y para lo que decidan llevarse no habrá problema de desempleo, pues imagino que no serán ustedes mismos los que van a desmantelar, empaquetar y transportar el equipo".
Hice una pausa y para poner fin a la conversación, añadí:
"Antes de desmantelar, les recomiendo que investiguen si en el país donde piensan ir les van a permitir hacer lo que hacian aquí y mucho más importante, si gozarán de las favorables condiciones que ahora la empresa gozará por causa de nuestro gobierno. Tengo entendido que ustedes saben de negocios. Por esto me atrevo a decirle que ya sé lo que van a decidir. Si contra toda conveniencia deciden abandonar el país, la única pérdida será su presencia.
Al escuchar estas palabras, el financiero y sus acompañantes desaparecieron con todos sus carteras repletas de documentos.

Con el colega político
Mucha fue mi alegría al ver entrar en la sala a un grupo de personas encabezabas por un antiguo amigo, dirigente de un grupo político.
"¿Cómo estás, amigo? ¡Bienvenido!" le dije, extendiendo la mano para saludarle, a la que apenas recibió con la suya. Me sorprendió su frialdad.
"Asi lo espero. Depende de qué tanto nos pongamos de acuerdo".
"¿Qué? -exclamé- ¿También te opones al nuevo sistema sistema?".
"No. Venimos como amigos, a ayudarte a completar el trabajo empezado. Pero hay algunos puntos a discutir".
"Pues veamos en qué no estamos de acuerdo".
"Has librado de zánganos al país; la tierra pertenece ahora a la Nación en su totalidad y la gente tiene todo lo que desea. Esto está muy bien; pero el hombre no vive sólo de pan. El ideal de nuestro Estado no se limita a un conjunto de personas con comida y techo".
"Ni el mío, estimado amigo. Yo también pienso en el desarrollo del espíritu".
"¿Entonces, por qué te has vuelto campeón del individualismo y, con ello, del egoísmo, en lugar de exterminar al degradante sistema de competencia que alienta ambos vicios?".
"¿Qué tiene contra el egoísmo. El egoismo es natural. Es el instinto más fuerte que hombres y animales poseen. Se basa en el instinto de conservación de uno mismo y de la especie"
"Pero el egoísmo sólo trae males".
"No lo creo. Sí, es verdad, que alguna vez causa daños; pero tanto ese impulso natural como los efectos que puede acarrear pueden remediarse. Lo que no es posible es exterminarlo, porque forma parte de la condición humana."
"¿Y por qué no han hecho nada para frenarlo, por lo menos?".
-"Tengamos paciencia. Veamos primero qué es lo que debemos reformar. Tú te quejas de las desigualdades que hay en la sociedad humana y de las injusticias que muchos han sufrido. Has luchado contra el sistema competitivo e insistes que hay que acabar con él, por creer que es la causa del problema. Yo no estoy contra el sistema de la competencia . Tratar de impedirlo sería , por un lado, interferir en las relaciones sociales y por el otro, obligaría a prescribir qué y cómo debe comportarse la gente".
"Interferir en las relaciones y costumbres no tiene sentido", apuntó
"Me agrada que veamos este punto de la misma manera. Lo que creo es que tu quieres que la gente vivan en paz y armonía, ¿no? Yo también. Pero estos resultados sólo se obtienen creando el ambiente para que se desarrollen libremente sus personalidades . No se puede forzar a la gente a tener ciertas relaciones a las que no tienen inclinación".
"¡Salvo si se lo hace para su propio beneficio...!", acotó.
"Entonces, que lo decidan ellos mismos. Y verás como ese egoismo será el motor más poderoso, para crear una sociedad y un Estado muy superior al que cualquier reglamentación oficial decidiera establecer. Deja que la gente se arregle. El Gobierno solo intervendra cuando sea necesario para evitar que alguno abuse de los otros, y ellos pronto fusionaran al nativo impulso individual por competir con el impulso nativo e igualmente fuerte por vivir en sociedad. De este imulso social , tambien genéticamente viene dotado el hombre. Precisamente el egoísmo, con lo fuerte que es, solo puede ejercerse en sociedad: Te dire más: el ser humano es tan sociable por naturaleza que la mayor parte de la vida de cada uno de nosotros es pura sociabilidad. El impulso egoista nos ha sido dado para contrarrestar al fuerte impulso social, para que éste no anegue nuestra personalidad, porque el destino de cada hombre es lograr ser él msmo, único e inconfundible. Pero para una equilibrada y productiva conjuncion de ambos impulsos, a la que llamamos libre cooperación, necesitamos un orden, un sistema social favorable, como el que acabo de decretar. De lo contrario, con sistemas erroneos como el que acabamos de derogar, aquellos impulsos se ven entorpecidos y reaccionan generando males, en el individuo y en la sociedad..

MI amigo se quedo pensando y agrego: "Pero si no se interviene, no podrá evitar que un hombre quite el trabajo a otro vendiendo más barato. Cuando una tienda rebaja los precios, acarrea la bancarrota de otras. Por eso sostengo que para proteger la libertad individual es necesario eliminar la competencia".
"Estás equivocado. Olvida que los impulsos básicos del ser humano son varios, entre los que figuran el de la sociabilidad basica y el indispensable egoismo, al que el orden social debe facilitar que se transformen en cooperación. Esta es fruto de la pulsación amorosa, por lo que la paz y la armonía , no tan imposibles como algunos filósofos sostuvieran desde siglo atrás. Lo que has de tener en cuenta , sobre todo como politico, es las reacciones humanas son afectadas por las circunstancias. Estas circunstancias en lugar de ser resultados se sistemas arbitrarios han de venir configuradas por un orden social caracterizado por los parámetros que he expuesto".

Con el periodista
Estaba cansado. Deseaba retirarme y tener un momento de reposo, cuando entro un hombre joven, rogándome le diera una breve entrevista como periodista de un periódico. Con la condición que, al menos por hoy, sería la última conversación, acepte contestar a unas pocas preguntas. Sabía que restaban muchas. Pero quedarían para más adelante.

" Usted ha hecho, realmente, enorme cambios en el orden existente. Aunque fue elegido por unanimidad, los aplausos han ido amenguando a medida que usted aclaraba uno y otro sentido de su pacífica revolución. He escuchado desde un rincon todas las entrevistas, de las que tomé rápida nota y, lamento decirselo, pero aquel aplauso general se ha ido convirtiendo en una multitud de sectores opositores. La mayor parte de los que se presentaron en esta sala han venido a cuestionar sus medidas y aunque usted ha dado explicaciones tan claras y lógicas como las matematicas, razón por la que lo felicito, la verdad es que esos opositores se retiraron tan en silencio como poco convencidos. Por ello me permito hacerle esta primera pregunta: "Cree que la gente puede cambiar fácilmente? Si ayer eran codiciosos ¿no cree que todavía son?"
.
"Quizá. Pero no olvide que las condiciones bajo las cuales la codicia puede ser satisfecha han cambiado. Un fabricante de jabón , alentado por una codicia desmedida, puede fijarle un precio alto porque quiere ganar dinero, pronto y mucho. Pero ha tendido su propia trampa, pues eso abre la oportunidad para que otros lo fabriquen, a igual calidad, más barato. Si otros lo venden , porque venden más barato y el vende menos o no vende nada, a falta de un privilegio, tendrá que rebajar el precio o quebrará. Al verse obligado a competir tiene que mover el caletre tratando se obtener "economías" en todos los pasos de producción. Si no las encuentra en medida adecuada , como lo hicieron sus competidores, tendrá que apelar a lo que menos le gusta: podar sus ganancias. Por eso todo candidato a producir , para poder entrar en la rueda de la oferta, alardea de la competencia, pero una vez dentro de ella, la pesada tarea creativa que la competencia impone, le lleva a buscar una posición más descansada: la de gozar de un privilegio y si es posible de un monopolio. Ahí es donde nosotros tenemos que ser rigurosos en la aplicación de la Constitución y las proclamas. Con el nuevo derecho, fortalecemos la competencia como modo permanente de participar en la economia; pero a la luz de los resultados vera una transformación moral de la que depende la evolucion de la humanidad: la cooperación entre los hombres.

"¿Y no cree que este fabricante, si no puede vender caro, lo que hará para aumentar sus ganancias será rebajar el salario de sus trabajadores?".
"De hecho eso es lo que sistematicamente ha ocurrido en el sistema que acabamos de abolir. Carente de tierras libres, la mayoría de los trabajadores, dependen para vivir de algun empresario que les "de trabajo".¡Como si no hubiera necesidad de trabajo en este mundo! Había pocos patrones , millones de asalariados y una buena cantidad de millones de personas sin trabajo. No estaban en condiciones estructurales de crear su propio emprendimiento, cosa que debiera suceder de modo frecuente con cada generación de jovenes , pues son la sangre nueva de la actividad económica. Como "asalariado o desocupado forzoso", el trabajador debe aceptar condiciones de explotación. En reacción a esa explotación se habían unido en gremios y sindicatos, pensando que la unión hace la fuerza, lo que es verdad. Pero la unión de muchos hombres exige organización, y cuando se forman organizaciones tiene que aceptar que haya jefes, jerarquias, oligarquias y luchas por el poder dentro y fuera de la organización. La historia muestra que al no haber apuntado el movimiento obrero a la verdadera cuestion central - libre acceso a la tierra, pago de la renta del suelo y eliminación de los impuestos - la organización obrera y las luchas libradas en el campo laboral, ha significado algunas relativas mejoras para los trabajadores (muy pobres en comparación al progreso general ) y, en cambio, un fantástico aumento de las fortunas privadas de los dirigentes obreros. En su nueva posición, estos dirigentes aparecen mucho mas refinados que los trabajadores comunes y muy proclives a entenderse con los patrones, aunque hagan tiras de los cueros de los trabajadores. Esto no puede ocurrir entre nosotros porque hemos liquidado el tumor central , poniendo la tierra a disposición de todos los que la necesitan para morar y trabajar. Al no poder ser desplumados los trabajadores por los patrones , ni por los monopolios , ni por el Estado mediante impuestos, han ganado su independencia. Mejor dicho, su plena libertad civil. Se acabó la última y más sofisticada forma de esclavitud. Desde luego de los asalariados pedirán salarios altos. El industrial también tiene derecho a ofrecerlos más bajos. Sin embargo pueden encontrar un punto de equilibrio muy satisfactorio por que lo permiten las nuevas circunstancias: tierra barata y inexistencia de impuestos. Esta es la formula basica para que los empresarios obtengan las mas elevadas ganancias, al mismo tiempo que los asalariados obtengan los más altos salarios que la economía puede permitir. Si algun trabajador, pleno de energía e iniciativas, no está conforme con ser asalariado, encontrará el lugar donde trabajar para satisfacer sus aspiraciones. Es obvio que no hay vacuna contra el fracaso que provenga de la incapacidad. Pero este es otro tema.Hay que tratar a los riesgos que entraña la libertad sin conocimiento bastante antes de ejercerla o el hacerlo sin consideración a los resultados que pueden producirse.

"¿Y cree que esta competencia basada en el individualismo es en bien de todos?".
"Aunque no sea su intención, usted hace una pregunta ambigua. Una cosa es decir que la competencia entre individuos o empresas en los mercados de oferta y demanda favorecen la economicidad de la economía (vale decir que resuelve mejor el problema económico básico de la sociedad humana., esto es la escasez). La competencia entre individuos y empresas es saludable; pero solo en el contexto de la cooperación. El actuar cooperativamente es algo que debe preceder a la competencia; es un campo que la abarca y condiciona. Esto significa darle mas valor a la cooperación que a la competencia económica. Aquella puede existir sin ésta, como ocurre en la economía domestica. La competencia no es una forma económica, sino que puede ser la destruccion de la vida, si prevalece sobre la cooperación. Tal como sucede en esas terribles luchas tipo mafia, en la que al final queda un tendal de desocupados o sucumbe por necrosis parte del orden económico: cierre de fabricas o ramas de la actividad. La competencia - dado el contexto cooperativo - tiende a lograr el mejor empleo posible de los escasos recursos disponibles: tierra, trabajo y capital. Con esto estamos de acuerdo. Cosa muy distinta se dice - como ha dicho usted - que la competencia se basa en el "individualismo". Esta palabra se refiere a una posición política, ideológica o filosófica, cuya idea irrenunciable es que el individuo es previo a la sociedad y ésta una consecuencia caprichosa de las decisiones de los individuos en cada momento histórico. La ideologia opuesta, la socialista o comunista, tiene como núcleo central la idea que la sociedad es previa y superior al individuo, con derecho a moldearlo, según las circunstancias, al servicio de los fines de la sociedad. Fines por completo inefables, pero que cobran variada existencia según lo que sostengan en cada ocasión por los que detentan el poder. De acuerdo a nuestra Constitución y las proclamas dictadas en consecuencia, no estamos de acuerdo con el individualismo ni con el socialismo. El sistema que hemos establecido al asegurar el libre e igualitario acceso al suelo , permite que se forje una sociedad en la que prevalezca la armonía en múltiples dimensiones. Armonía entre individuo y sociedad; armonía entre empresarios y empleados; armonía entre trabajadores y capitalistas; armonía entre representantes y ciudadanos, entre dirigentes sindicales y asalariados; y, fundamentalmente, armonía entre el derecho y la ley dictada por los hombres.

"Yo no veo tan claro que el hombre deje de ser codicioso. ¿Qué es lo que impedirá que le apetezca acumular riquezas?".
"Reflexione. Acumular riquezas daba cierta seguridad. Lo que hace codicioso al hombre es el temor a no tener en el mañana. Lo que hace que un hombre se resista a dar algo a otro es el pensar que lo va a necesitar posteriormente. Quien antes ayudaba a otro ponía en peligro su propia existencia, y aun asi mucha era dadivosa. Pero para permitir que el hombre pueda expresar a pleno sus impulsos bondadosos y altruistas, sus necesidades materiales no han de acosarlo , ni menos permitir que por causa del orden social sean obturadas esas naturales tendencias. Si está obligado a gastar todo su tiempo y su energía esforzándose para sobrevivir ¿qué oportunidades tiene para cultivar las cualidades de su espiritu? La historia acredita que siempre hay margen para la santidad, aun en las condiciones materiales más adversas. Pero no es buen estadista , ni siquiera buen pensador, quien pretenda establecer un sistema en que todos deban actuar como si fueran santos para que funcione.
La cultura crece dificilmente donde hay pobreza; sólo la ignorancia prospera en ella. Curiosamente puede haber crecimiento espiritual en ambientes sumidos en grave pobreza material, como lo muestran muchas civilizaciones antiguas y otras de Oriente. Pero lo que caracteriza a la civilización moderna es el desarrollo intelectual. El intelecto se ha convertido en la llave maestra del conocimiento cientítico y tecnologico. Este gran desarrollo intelectual ha traido muchos otros problemas , que deben ser tratados con urgencia resueltos mediante un mayor desarrollo espiritual; pero hay que lograrlo sin rebajar al intelecto. De lo contrario caeremos en la charlatanería.
Hay que tener bien en claro que donde las necesidades materiales permanecen insatisfechas el intelecto no se desarrolla. En primer lugar, la mera falta de alimentos o cuidado de la salud, o de vivienda para la familia, rebaja cuando no cancela la potencia intelectual. En segundo lugar, la falta de cultivo del intelecto mediante el estudio y el aprendizaje hacen de esta facultad algo inutil cuando no peligrosa para la vida humana, indivicual y colectiva.

"Es cierto. Vemos por todas partes que es así".
"Entonces, acabemos primero con la pobreza y el temor a ella. Y una vez logrado, confiemos que la naturaleza humana hará el resto. ¿Tiene alguna duda?".

"Sí. Para obtener la regeneración completa, debe haber completa igualdad entre los ciudadanos".
"¿Y no la tienen ya?

"No, mientras usted dé las órdenes. Ahora que su trabajo está cumplido, se impone esta pregunta: ¿Debe renunciar? ¿Piensa hacerlo?".
"Sí. Lo estaba pensando. Y aunque me incliné a ocultarlo, algo me mueve a decir la verdad pase lo que pase. Yo titubeaba y buscaba razones para no tener que renunciar y permanecer en el puesto que nunca envidié algún tiempo más. Hay algo dentro del hombre que gobierna: que lo lleva a olvidar el sabio dicho latino arts longa, vitae brevis. La obra de constitución y mantenimiento de la sociedad más adecuada al genero humano es interminable. Piense que aunque se acertara en constituir el mejor orden posible, como creemos haberlo hecho nosotros , el permanente cambio de las circunstancias y la renovación constante de generaciones de hombres , educados en distintos grados de un saber que, por su parte, no cesa de evolucionar, anuncia una interminable tarea de mantenimiuento y adecuación de esa sociedad tenida por perfecta.
Es insensato, por lo tanto, pretender que esta tarea quede a cargo de un hombre genial, que por mucho que viva, su vida es menos que un instante en la historia de la humanidad. Sin embargo, y contra toda sensatez, una fuerza obra en sentido contrario al conveniente relevo. Todo hombre que gobierna siente el deseo de permanecer , más si tiene la impresión de haber logrado constituir un orden mejor que el que recibiera. Convicción que suele ser confirmada , a veces , por el aplauso sincero de sus conciudadanos y siempre por la corte de adulones que inevitablemente forman su rémora. Si a esto se le suma que todo hombre , por más que lo niegue en sus discursos, presiente que hay en él algo inmortal, nada extraño es que al gobernante le sea mucho más facil llegar que dejar el gobierno.
Por eso sostengo que la llegada al poder por el voto popular no asegura que esté en vigencia una sana democracia. Lo que asegura su salud, es que vencido el plazo del mandato, sin fuerza ni alardes, el mandatario deje el poder el dia que vence. Por ello, tenga la seguridad, que mi ultimo y mas importante favor a la democracia y a mi pueblo, luego de las reformas introducidas, consistirá en mi renuncia.
Si las cosas empeoran por mi ausencia habrá que tomarlo como un hecho, indicativo que pese a todos los éxitos logrados hoy, mis conciudadanos deben seguir practicando más para establecer una democracia real. Es esta una responsabilidad individual propia de cada uno de los habitantes en proporción al cultivo de su intelecto.

No se como, posiblemente por el cansancio, no cómo el periodista despareció del salon. Decidí entonces renunciar. Quise ponerme de pie, pero no pude.
Hice nuevos esfuerzo sin poder mover un dedo, La oscuridad se hizo completa. Es probable que algun otro visitante hubiera vuelto y que al considerarme dormido me zamarreara por los hombros para despertarme.
"Despierta , Juan! Levántate ya!".
Abrí los ojos y ví a mi esposa. Sorprendida me decía,
"¿Cómo puedes pasar la noche dormido en una silla?".

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