miércoles, 4 de agosto de 2010

LA TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES Sobre un programa de Eduardo Aliverti


RECOGER CADA PUNTO DE VISTA ACERCA MÁS A LA VERDAD. PERO LA VERDAD EXIGE ALGO MÁS
Héctor Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA

EL PROGRAMA DE ALIVERTI SOBRE LA SOJA QUE NO FUE
No resulta sencillo emitir un juicio crítico sobre un largo debate radiofónico entre profesionales bien formados ocupados en temas de gran interés social, pero “políticamente sesgados”. Cuando tras ese tipo de debates se nos pregunta ¿qué tal, cómo estuvo?, solemos responder con un par de palabras: bien, pésimo, más o menos, dependiendo de nuestras simpatías antipatías previas. El material expresado por radio necesariamente abunda en escoria, pero contiene mas de una pepita de oro. Las “pepitas de oro” son como los “diamantes en bruto”. No son joyas relucientes en vidriera, sino materiales tan entremezclados y disfrazados por la herrumbre que solo el muy entendido los distingue, por ello el redactor del Blog, en este caso, ha titulado a este debate “Un interesante aporte a la confusión general”. Y, sin ofender para nada a los participantes, no está demasiado errado el picante titulo.

Pero el titulo dado es muy duro, pues exige contemplar un aspecto del “mal argentino”. La experiencia de mi vida, en especial mi vida política, me ha enseñado que se pueden hacer buenos ladrillos con muy mal barro. Todo depende del ladrillero y de la temperatura del horno. Esto de la temperatura es esencial. El dialogo conducido por Aliverti y en el que participaron la profesora en Ciencias Sociales Norma Giarraca y Enrique Martinez, y un tercero cuyo nombre no pude registrar, tuvo como improvisado titulo “el problema de la soja”. De la soja se hablo, pero a salto de mata y muy parcialmente. Un tejido de opiniones y juicios sobre puntos cruciales del “orden social” dejaron de ser “colaterales”, para ocupar la mayor parte.
Parecían estar todos en el mismo barco (al menos en el de la Argentina); pero cada uno trataba de pilotear su potencial rumbo hacia las más cenagosas charcas, oscuros mares y profundos océanos. Sin animo de denigrar y pidiendo perdón por lo que omita, sirva para iniciar el comentario este breve inventario escrito a vuela pluma.

RISTRA DE PROBLEMAS PERO NINGUNA SOLUCIÓN
Se emitieron opiniones sobre temas tan diversos como el riesgo del monocultivo sojero, la necesidad de salir del capitalismo salvaje de los 90, sobre conveniencia de poner en existencia otro capitalismo, pero “ordenado por el Estado”, la grave la concentración de la propiedad sobre la tierra rural en manos de 13.000 propietarios, la ventaja de una economía de pequeños establecimientos agrícolas, o sea campesinos, (pasando por alto que en nuestro país el 85% de la población es urbana , mientras provincias gigantes como Santa Cruz están habitadas a razón de 0.92 h/km2, no estando las demás demasiado lejos). Se opino también sobre la supuesta virtud del IAPI en los 1950, la oposición entre el bien común y el de los productores de soja (de los empresarios en general), la escasa voluntad de los políticos para unirse para bregar por el bien común frente a la flojera de muchos para resistir a los intereses corporativos empresariales (en especial los agrarios, pero no se menciono los monopolios estatales ), que la Constitución de 1853 fue un caballo de Troya que portaba los intereses de los dueños de la “tierra agraria” (nadie recordó que algunas hectáreas en la Capital cuestan arriba de 30 millones de dólares); se recordó la derogada en 1949 que asignaba a la propiedad privada “función social” (sin reparar que no distinguía entre la tierra y el capital) ; para unos disertantes país ejemplar es el Brasil (a pesar de sus 30 millones de seres humanos deambulando sin tierra), mientras que para otro lo era la China (mas allá de su poco democrático sistema político). No falto quien pusiera en bolsa como ejemplo a seguir Europa, Canadá, Australia y los EEUU y así sucesivamente. El debate prácticamente se cerro cuando en cierto punto y a su manera convinieron que, en verdad, no se tenia a la vista ningún un “buen modelo” a imitar; que quizá debiéramos inventarlo. Fue la más correcta de las afirmaciones. Pienso que el debate y con el los ciudadanos hubieran ganado mucho si hubiese comenzado por este reconocimiento. El orden social argentino tiene que ser reinventado. Punto.

NO NOS LLEVEMOS POR DELANTE LA MISMA PIEDRA
Para esta tarea los intelectuales argentinos tienen ante sí dos mesas plenas de historia bien servidas: 1a) El incomparable progreso argentino (superior al norteamericano midiendo crecimiento en el breve limite de tiempo) ocurrido en la etapa 1860-1930.
2) La crónica decadencia (visualizada ya en 1910 por Alejandro Bunge), que tras el breve respingo de la década 1945-55, habría de reaparecer para acabar en una brutal tacita guerra civil, cerrada por un conflicto bélico internacional. Decadencia a la que no ha podido poner fin la democracia después de 25 años de vigencia. Ambas “mesas” están plenas de acontecimientos. Pero no son comprensibles si son observados a través lentes ideológicos o manchados con prejuicios. Lo que nos ha ocurrido y causado el dramático cambalache del siglo XX argentino (en palabras de Discpolo), son verdaderas lecciones de vida a descifrar. De este pasado somos todos herederos sin beneficio de inventario. Pero no se lo puede comprender usando los mismos “lentes” de ayer, aunque traigan moderna armazón. Lo principal es reconocer que nada de lo que se hizo en el siglo XX contiene principios para un buen orden social “in totum”: un orden cultural, político y económico y –sobre todo – legal, armónicos para asegurar la libertad individual y la justicia social, a la vez.


HAY SILENCIOS QUE MATAN
Gracias a los silencios pueden ser entendidas las palabras de la oración. En este caso, el silencio es oro, del mejor, porque es la base para que la oración, el pensamiento que contiene, sea comprensible. Pero no siempre el silencio es oro, según el refrán árabe. El silencio – en el caso argentino – ha cavado y sigue cavando la fosa en la que nos encontramos. Si nadie pega el grito, “Compañeros, mirando este hoyo que hemos hecho y del que parece no podremos salir si seguimos cavando igual, he llegado a esta conclusión: nos guiamos por mapas equivocados. Si no entendemos esto, estamos perdidos”. Esta falta de mapa correcto y el uso por los participantes de mapas malos, esta a la vista si se los enfoca sin prejuicio a la luz de nuestros hechos históricos. Esto no es tan malo como errar en el diagnostico de una enfermedad. Pero peor es haber padecido los malos efecto del remedio e insistir en seguir tomándolo por “cerrazón mental” y negarse a descubrir la “verdad verdadera”. Esta tozudez inconciente no es buena. Pero si lo es el programa que acabamos de escuchar, porque en él se exhibe una de las causas principales de nuestra derrota como nación, comparada con lo que podríamos haber sido: falla en el orden de la cultura.

Ejemplos. Nadie se refirió al concepto “tierra” como corresponde en la CIENCIA ECONOMICA. En economía ese concepto es único: los recursos naturales dados por Dios o el misterio de la vida. Los exponentes tenían clavada la vista en la “tierra rural” y por debajo de su mirada se les pasaba por alto el elefante flanco de la “tierra urbana”, de las ondas herzianas, de la polución ambiental. Los lotes de tierra metropolitana valen millones de veces más – en la economía argentina – que la del campo. Ninguno de los distinguidos participantes siquiera menciono el fenómeno del “escandaloso enriqueciendo de particulares” apropiándose del “fondo publico”, sostén del gasto publico. Gracias a que pueden hacerlo POR LEY viven a costa del fruto de 12 millones de argentinos que trabajando de sol a sol viven por debajo de la línea de pobreza. Otros millones (en muchos casos las mismas personas) se enriquecen poco, mucho o muchísimo, embolsando la renta del SUELO, obra de la sociedad. Lo que se dice, según el diccionario de la lengua un “despelote” social. Aprovechan de este sistema legal desde latifundistas nativos y extranjeros, hasta los usurpadores de tierra de las villas. Ejemplo, los habitantes de la Villa 31.
Ninguno de los participantes mostró inquietud alguna por el régimen de impuestos con el que el Estado mal solventa el gasto publico; complementado con el endeudamiento crónico y la reiterada falsificación de moneda por el propio Estado, llamada “inflación”.
Ni una palabra de LA CON-FISCACION de los salarios de los trabajadores, de los intereses de los inversores de capital tangible (viviendas, fabricas, herramientas, etc.); de los beneficios de los genuinos empresarios (enérgicos y aprendidos jóvenes que se lanzan al mercado, creyendo que es de libre competencia), quienes tras poner en pie un ingenioso y provechoso negocio para la sociedad, a los 3 meses capotan. Unos en convocatoria de acreedores otros huyendo. Ambos mueren económicamente por una morsa que los estrangula: el ALQUILER desde abajo y por arriba LOS IMPUESTOS “a las ganancias”, “a los ingresos brutos”, “al cheque”, todos dictado por LEYES como “transitorios para siempre”

Nada de lo narrado por los expositores del programa carece de valor. En primer lugar, merecen nuestro aplauso pues han hecho un prolijo inventario “de las llagas que exhibe la Argentina”. Ahí están; lo que resta es explicar sus causas para poder sanar el cuerpo enfermo. Carece de sentido diagnosticarlas – como se ve en el programa “por la marca del orillo” – que las explican con las “teorías” que, aplicadas, las generaron. El pueblo argentino ve enemigos por todas partes, Pero sobre todo en su vecindad. Un modo insensato de formar una sociedad ofrecida como hogar “a todos los hombres del mundo que deseen habitar en el suelo argentino”. El establecido en los hechos es orden social endemoniado. Tiene por nombre la Argentina; `pero su apellido es larguísimo: lo constituyen la masa intelectual formada en universidades que fungen para otorgar títulos que no acreditan poseer el saber que un buen orden social requiere.

LA CONSTITUCION TRAICIONADA
Nuestra ley fundamental – digna de aplauso por su magnánimo Preámbulo (con él hubiese bastado para informar su quehacer a los juristas y economistas) – fue dictado en 1853. Hubo muchas reformas, todas sin valor para el problema central de la sociedad argentina. Aquella Constitución originaria, aun formalmente vigente, comenzó a ser desvirtuada por “leyes dictadas para implementarla”. La primera fue dictada en 1869 y se llamó Código Civil, cuando en materia de propiedad de la tierra – en contra de lo mandado por la Constitución - trajo a estas libres tierras el derecho romano de propiedad sobre el suelo.¿ Consecuencia?. Se reprodujo en pocos años la estructura social de la Roma antigua: patricios, dueños de la tierra, plebeyos, los comerciantes y profesionales, y proletarios, los asalariados. El Código Civil puso en riesgo a la Constitución Nacional de 1853 y en conjunción con otras leyes, todas “dictadas en su consecuencia”, ha destruido la sociabilidad argentina y mandando a la posición 108 del ranking mundial de naciones a un país que en 1910 figuraba en el 5º lugar. Las leyes que abominaron los ideales de Mayo y que hicieron que el Código Civil produjera sus deletéreos efectos, forman el REGIMEN DE IMPUESTOS fundado por el fraudulento gobierno de 1932, pero al que ningún otro se atrevió a modificar hasta el día de hoy. Impuestos a la iniciativa, al comercio, al empresario, al inversor de capital real y – calamitosamente – a los trabajadores, en especial a los asalariados. Este régimen de impuestos es “el nido de la serpiente” que estruja a los argentinos y degrada moralmente a nuestra sociedad. (Evasores y coimeros dixit)

Intereses creados y docta ignorancia copularon para dar a luz el país que nos abruma. Claro que ni el Código Civil ni el régimen de impuestos creado junto con la DGI en los 1930, fueron sacados de la galera de un mago. Lo he dicho: “intereses creados” antes de 1860 obraron con mucha fuerza. Pero por si NO PUDIERON NI PUEDEN DICTAR LEYES. Las leyes positivas, los decretos, las sentencias y las mil una resoluciones que en ellas se amparan son fruto de los que ejercen el “poder legislativo”, que no les deviene del Cesar, sino de “nos”, los representantes del pueblo”. ¿Como es posible tan grande y continuada “traición” legal a la Constitución Argentina?

Se suele culpar a los políticos y con buenas razones. Pero en democracia se es político para llegar al poder hay que decir “sí” a Dios y al Diablo, porque su principal trabajo es captar votos. ¿Debemos por ello –como se ha hecho una y otra vez – arrojar a la democracia por la ventana? Es malo, inútil y ruinoso. En Argentina –quiérase o no – la democracia expulsada por la ventana regresa por la puerta y lo hace por la puerta ancha. Gracias a Dios.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS INTELECTUALES
¿Y entonces? Como romper este círculo vicioso, si es que tiene compostura. No sé si la tendrá. Pero la única fuerza para que ese círculo malvado se torne en proceso virtuoso, tiene sus raíces en el corazón, la cabeza y la voluntad de sus intelectuales. No se trata como sostenía Platón que ellos accedan al poder con exclusividad. Se trata de lo dijo ese formidable demócrata argentino llamado Roque Sáenz Peña. Tras abrir la puerta al demos, pronunció un exordio que tenia doble destinatario: “¡Quiera el pueblo votar!, dijo. Se sostiene que se dirigía al pueblo llano. A mi juicio tenia un segundo destinatario; la clase intelectual. A esta le cabe una doble responsabilidad: por un lado educar a sus compatriotas en los difíciles problemas de la democracia y la economía moderna para que alcancen a “saber votar”. Pero de manera más directa asesorando con su saber a los políticos a cargo del poder público, que de tanto caminar para conseguir votos, rara vez tienen tiempo para estudiar esos problemas en dinámica variación. Como diputado de la Nación que he sido, hablo.

La democracia argentina no habrá de funcionar correctamente e incluso puede desbarrancar en cualquier bache , si la gente culta no es sensible y piensa para quitarse las anteojeras del pasado y a partir de aquí, con mirada recta, apunta a las cuestiones de orden que el pueblo no ve y que sí ven algunos intelectuales, pero prefieran callar. El ensayista francés. Roman Rolland escribió un libro durante la funesta Guerra Fría un valioso libro. Lo titulo “La traición de los intelectuales”. Evitemos, en favor del pueblo y de la Argentina, que lleguemos a un momento en que alguien escriba un libro semejante para explicar la decadencia argentina.
Buenos Aires, agosto 3 de 2010

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