domingo, 4 de septiembre de 2011

APROVECHARA CRISTINA KIRCHNER ESTA GRAN OPORTUNIDAD?


¿PERDERÁ LA ARGENTINA OTRA GRAN PORTUNIDAD?

Por Fernando Scornik Gerstein.
Presidente de la The Intenational Union for Land Value Taxation and Free Trade

Wilfredo Pareto, el famoso y pesimista economista italiano, decía en 1900 que en la Argentina la tierra no valía nada o casi nada, También señalaban los economistas de esa época - y era un hecho cierto - que en la Argentina se pagaban los salarios más altos del mundo. Lo difícil en Argentina era conseguir trabajadores! Claro, con tierra libre o barata por todos lados amenguaba la voluntad de trabajar para otro y por menos de lo que podía conseguir por sí mismo accediendo a la tierra.
Resultado: el salario marginal era altísimo y a partir de él toda la escala salarial se alcanzaba niveles elevados. Esta fue la tierra de promisión que atrajo a millones de emigrantes, nuestros abuelos.

Pareto - como muchos otros economistas a los que Marx llamaba "apologéticos" - no asociaba el hecho de la tierra barata con los salarios altos. Marx sí lo hacia, y en su capítulo sobre "La moderna teoría de la colonización", al final del primer Tomo de "El capital", explicó cómo en los países nuevos la existencia de tierra libre impide la explotación de los trabajadores.

También señalo este hecho, el economista americano Henry George. En su obra "Progreso y Miseria"- el libro de economía más leído de toda la historia – explica con meridiana claridad como la apropiación del suelo es el hecho por el que en el mundo capitalista la miseria acompañe siempre al progreso.

La influencia georgista en el mundo anglosajón fue grande. Tuvo que hacerse fraude para impedir que Henry George ganara en las elecciones de 1886 convocadas para elegir alcalde de Nueva York. Hay en las naciones anglosajonas - en líneas generales - una política destinada a gravar la renta del suelo para mantener la tierra al alcance de quienes la necesitaban.

En Argentina, para paliar los altos salarios que debían pagar los patrones capitalistas del 1900 recurrían a la inmigración, pero manteniendo un régimen legal de acceso a la tierra proveniente del antiguo Derecho Romano. En consecuencia ya en las primeras décadas del siglo XX la mano de obra de inmigrantes contribuiría llenar los bolsillos de nuestra burguesía agraria e industrial.

Hubo en nuestro país algunos gobernantes que intentaron cambiar este estado de cosas. Así el Presidente Roque Sáenz Peña quien propuso un proyecto de ley gravando el valor del suelo libre de mejoras. Su muerte prematura sepulto a su valioso proyecto. También cabe recordar a Amadeo Sabatini, gobernador en la provincia de Córdoba, que entendió el problema y gravó el suelo mejorado por la construcción de la obra pública, como los caminos. Otros, como Irigoyen, lo intentaron también, aunque, tímidamente.

Perón en sus comienzos, rodeado por algunos georgistas como los fundadores del diario "Democracia", Antonio Manuel Molinari y Mauricio Birabent, prometió durante su primer campaña electoral (1945) hacer la necesaria reforma legal. Pero de hecho se contentó con mantener congelados los precios y los plazos de los contratos de alquiler en las ciudades y los de arrendamiento en el campo. Con todo este congelamiento fue un factor decisivo para la prosperidad inicial en su primer gobierno (1946). Pero no llevo a cabo la reforma de fondo prometida en su campaña electoral resumida en el eslogan “La tierra es para el que la trabaja”.

La Argentina tiene hoy una extraordinaria oportunidad en los mercados mundiales. Los precios de nuestra producción primaria se han incrementado notablemente por la demanda de las grandes economías emergentes como las de China e India.
Pero “oportunidad” deriva de la palabra “puerto” y en la antigüedad para entrar a puerto, además de contar con marea propicia y viento de cola, se necesitaba algo insustituible: un buen piloto. El caso vale para la Argentina de hoy. Las oportunidades y muy buenas están. Lo que se requiere – y con urgencia - son los pilotos que sepan aprovecharla.

¿Qué es lo que éstos deben saber? Que el incremento de la renta del suelo que esas oportunidades acarrean, debe ser recaudada para el tesoro público y – al mismo tiempo – derogar los asfixiantes impuestos que espantan a los capitales y arruinan a los trabajadores.

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