jueves, 8 de septiembre de 2011

DEBATE SOBRE EL POPULISMO

Gracias a Internet Héctor Sandler recibió una publicación de Javier González criticando al “populismo” en Argentina, a la vez solicitaba pareceres al respecto. Sandler contesta reconociendo que el populismo es un grave mal político y que en la Argentina, mas allá de las apariencias, afecta a todos los partidos y no solo al peronismo. Apoya la idea que debe ser erradicado para lograr un orden social saludable para los argentinos. Pero no se queda en esta aspiración sino muestra diferentes hechos que se retroalimentan entre sí privando a la democracia de sentido y poniendo a la sociedad argentina al borde del colapso.

Señala como causa decisiva del giro argentino hacia el “populismo”, entre muchas otras, al derecho de propiedad sobre la tierra y al restante ordenamiento jurídico que permite a los particulares apropiarse, como cosa privada, de la renta del suelo, cuyo origen es netamente público. Este régimen legal no fue reformado en el momento oportuno (entre 1910 y 1930), y llevo a los gobiernos en medio de la crisis mundial de los 1930 a establecer un régimen impositivo que tomó por hechos imponibles principales al trabajo, al producto del trabajo y al consumo.

La conjunción de un derecho romano de propiedad del suelo y un régimen de impuestos que estaciona al trabajo e inversión de capital real frenó al impulso del progreso inicial y ha generado crisis de toda clase, acabando por apartar a la Argentina de su Constitución formal, ocupando su lugar una “constitución real” ruinosa para todos.

Por la importancia del asunto este Blog reproduce ambas exposiciones poniéndolas a disposición de sus lectores. El fin es estimular la participación de todos en tan decisivo asunto para un lograr un mejor porvenir para el país.
Guillermo Andreau.


ENIGMA ARGENTINO: SÍNDROME POPULISTA Y COSTO SOCIAL
Javier González,

Los argentinos más lúcidos están llamados a denunciar el costo social del populismo argentino; y a ayudar a sus compatriotas a desvencijarse del "síndrome" que, a la manera del "síndrome de Estocolmo", mantiene a tantos de ellos en una situación de identificación y hasta sumisión con relación a los líderes populistas

1.
El populismo argentino, liderado por la presidente Cristina Fernández de Kirchner, ganó con el 50% de los votos las elecciones primarias para escoger a los candidatos que disputarán las elecciones generales del próximo 23 de octubre. La Sra. Kirchner abrió 38 puntos de ventaja sobre el segundo más votado, el opositor Ricardo Alfonsín, que obtuvo el 12 por ciento.

En la Argentina, el nombre del populismo es el peronismo, una corriente política que, en un nuevo pase de magia política, consiguió arrinconar electoralmente a los candidatos presidenciales de la oposición. El populismo ganó, y de ello no hay dudas, a no ser sospechas de fraude electoral que están siendo investigadas. En todo caso, la pregunta más importante es si en realidad habrá ganado la Argentina.

2.
Visto desde afuera, el panorama argentino continúa difícil de comprender por su imprevisibilidad, por los cambios bruscos de humores políticos, por los "shows" efectistas y por las cortinas de humo. No obstante, por lo menos a la distancia, dentro de esa imprevisibilidad parece vislumbrarse una constante histórica: la lenta declinación de una nación que en el siglo pasado llegó a ocupar los primeros lugares del continente como potencia política, cultural, moral y económica, y que suscitó la admiración del mundo entero.

3.
De ese papel protagónico en América del Sur, la Argentina parece haber ido descendiendo peldaño a peldaño, paso a paso, tropiezo a tropiezo, declive en declive, hasta llegar hoy a un papel que algunos analistas califican de secundario. Eventuales exageraciones aparte, no se sabe a ciencia cierta en qué medida la mayoría de los argentinos percibe la declinación que se ha producido en el país. Algunos, inclusive, parecen continuar viviendo un sueño en el cual la grandeza de otrora substituye a la realidad presente, que parece ser bien diferente.

4.
Los analistas barajan motivos de diversa índole para determinar la causa de esos problemas que son de vital importancia para la supervivencia cultural y política de tan importante nación. Un tema tabú entre la mayoría de los cientistas políticos es el del espíritu populista visto como uno de los grandes responsables de esa decadencia. Espíritu populista que da a sus seguidores una sensación térmica de aparente importancia y de crecimiento colectivo, siendo que en el orden concreto de los hechos se produce el efecto contrario. Si la causa del problema es un tabú, también es un tema tabú una de las consecuencias del populismo argentino, la de haber inoculado en las venas y en las capilaridades de un tejido social otrora armónico, un sutil y persistente veneno de resentimiento y de lucha de clases.

En un país de primera categoría cultural, económica y política, el populismo envenenó el imaginario popular con la lucha de clases contra los sectores tradicionales y contra la propia Iglesia, al tiempo que en el plano internacional embestía verbalmente contra el "imperialismo" estadounidense, mostrando la hilacha de una mentalidad prosocialista.

De esa manera, el populismo argentino, con su raíz igualitaria, al contrario de promover la grandeza auténtica de esa admirable nación, parece haber efectuado una persistente sangría de sus fuerzas morales, políticas y económicas, impidiéndola de avanzar por las vías de un sano y merecido progreso que otrora le valió tanto respeto y admiración. La figura del "piquetero" es un símbolo reciente, sin duda extremado, de ese espíritu que encarna la anti-Argentina auténtica. A medida que el país fue perdiendo de vista sus horizontes y su vocación histórica, diversos aspectos de la vida social se fueron "piqueterizando", contribuyendo a transformar al país en lo que algunos califican como una caricatura de sí mismo.

5.
Llama la atención, y no deja de levantar alguna pulga detrás de la oreja, la ineptitud de los líderes opositores en mostrar las causas de la declinación argentina y señalar las posibles soluciones. En un país católico como la Argentina, llama también la atención el método de discreto silencio, de cautelas excesivas o de reclamos susurrados del Episcopado ante el problema del populismo.

6.
Los argentinos más lúcidos están llamados a denunciar, ante sus propios compatriotas y ante las Américas, el costo social del populismo argentino; y a ayudarlos a desvencijarse de un literal "síndrome del populismo" que, a la manera del "síndrome de Estocolmo", mantiene a tantos en una situación de identificación y hasta sumisión, mediante la paralización del juicio crítico, con relación a los líderes populistas.

7.
Los problemas arriba descritos no parecen ser un triste privilegio de los argentinos, en la medida en que, en mayor o menor grado, ellos se han repetido y se están repitiendo en varios países latinoamericanos, con características propias. Desenmascarando al populismo en su propio país, los argentinos podrán dar un paso fundamental para que se escriban otros capítulos del indispensable Libro Negro de los populismos latinoamericanos.

Los argentinos y latinoamericanos antipopulistas deben recordar, finalmente, que cuando los hombres resuelvan cooperar con la gracia de Dios, se producirán entonces las maravillas de la Historia de la Argentina y de América Latina.

Términos clave: "síndrome del populismo"; "costo social del populismo"; "Libro Negro de los populismos latinoamericanos"


HAY QUE DESCUBRIR LAS RAÍCES DEL POPULISMO, SI SE LO QUIERE ERRADICAR
Héctor Raúl Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA

Para entender por qué domina el populismo en todo lo social, excediendo lo político, pues además de configurar la ideología de todos los partidos (y no solo al peronismo) ha conformado el mundo institucional en todas sus esferas: la política, la económica, la jurídica y la cultural. Por ello es necesario - como mínimo – considerar como “causas” a algunos parámetros relacionados entre sí en feed back positivo. La numeración que hago no es secuencial. Se citan parcialmente y a modo de inventario como piezas de un rompecabezas para armar. Esta tarea requiere el dominio de ciertos principios teóricos fundamentales para que aquellas esferas de vida sean propicias a hombres libres, tratados en pie de igualdad que convivan en fraternidad.

Puede comenzarse constatando la inexistencia de programas de partidos políticos; examinando los pensamientos efectivos de los dirigentes sociales. Es digno de consideración la pobre, cuando no ausencia total de institucionalidad en el interior de los partidos; la progresiva erradicación del sistema constitucional que vedaba la reelección de los gobernantes en el poder ejecutivo (provincial y nacional), a raíz de lo cual ofrecen la fisonomía de “monarcas electivos”. Hay que destacar la “empleomanía estatal” en toda la población con pronunciada abdicación de la iniciativa privada, cuyo efecto material es incrementar falsos “puestos de trabajo” ( puestos sin trabajo a realizar), creados dentro de la organización del Estado ( en su triple nivel: nacional, provincial y municipal). Hay que agregar la proliferación de “ayudas” económicas “regaladas” por el Estado, preferentemente el nacional (subsidios, donaciones, etc. ) , como así también la expandida idea que el Estado – no la sociedad – es el motor del crecimiento y desarrollo que - de palabra – todos dicen querer.

En lo económico debe llamar la atención la persistente frustración de los emprendimientos de los particulares, salvo que gocen de algún privilegio o formen parte de oligopolios o monopolios (emergentes y sostenidos por poder político/legal). En este rubro hay que tener muy en cuenta la desgracia fortuna del “pequeño agente económico”, se trate de inventores, técnicos, comercios minoristas, o pequeño talleres.
Hay que prestar atención al hecho que para muchos la prosperidad solo llega para los que operan “en negro” (al margen o contra la ley). Es también revelador de un insano sistema de recursos que incluso los que trabajan en “blanco” formulan sus declaraciones para el pago de impuestos plagadas de mentiras y deformaciones de la realidad. Haber inventado el concepto de “elusión” para negar la efectiva “evasión” es la menor de las pruebas de la alianza de los intereses privados con la cultura pública. Algo nada insignificante: para la mayoría de los consumidores de productos para su propio sostén vital, eludir la exacción impositiva es prácticamente imposible. Las amas de casa, los menos pudientes, todos aquellos cuyos ingresos provienen de su trabajo diario – esto es, el nutriente mas vivo de una economía social sana – no pueden “eludir” los impuestos que caen sobre ellos. Sus ingresos totales anuales son reducidos por causa de los impuestos a menos de ¼ de lo legitiman ganado. (Véase en este Blog el calculo realizado a modo de ejemplo por el ingeniero Guillermo Andreau)

Sigamos con el monstruoso hacinamiento urbano. Empecemos por la Capital del país. Es una ciudad rodeada (¿o sitiada?) por decenas de partidos de la provincia de Buenos Aires (“cordones” suburbanos). La superficie de la Capital mas la de los cordones no alcanza a un total de unos 5.000 Km2 (Es increíble. Esa superficie es el 0.18% del territorio nacional contiene tal, es una pizca de tierra a la vista del inmenso territorio argentino, calculado en unos 2.700.000 Km2 continentales.
En aquel “pañuelito” del Gran Buenos Aires viven y trabajan unos 13 Millones de personas, un tercio de la población del país. Es la más clara prueba de nuestra absurda distribución demográfica. No tiene comparación en el mundo (salvo América Latina). Inexplicable si se consideran a la vez la feracidad de la tierra, la accesibilidad a ella y la bondad del clima. El “muro” para que la población argentina pueda acceder a su territorio no esta constituido de rocas, desiertos o pantanos. Es el derecho positivo vigente integrado por dos columnas. Semejantes a las que cerraban el paso al viajero mitológico: sistema romano de propiedad de la tierra y el régimen de impuestos vigente.

La catastrófica demografía argentina es mucho peor que la descripta por los manuales de escuela. Éstos enseñan que la densidad demográfica en nuestro país es de 12 h/km2. Falso. La media de la Capital es de unos 15.000 h/km2. Es algo menor en los 5.000 km2 que la circundan la ciudad; pero el hacinamiento en esos partidos esta a la vista.

La cosa es peor en el casco de la Reina del Plata. En su diadema figuran palacios en la Recoleta, los rascacielos en Puerto Madero, regias casonas en Belgrano; pero la polilla del hacinamiento la perfora por doquier. “Conventillos”, “hoteles transitorios”, “casas tomadas” y otros tipos de “residencias”, se han establecido en restos de antiguos edificios construidos una vez para familias de unas 10 personas. Hoy en esas ruinas viven de 50 a 150 personas. He conocido una que vivían 600.

A una media de 500 m2 el terreno ocupado por tales edificios y otra media de 100 habitantes en estos “agujeros negros”, la posible densidad poblacional, debe estar alrededor de unos 20.000 h/km2. En condiciones de efectivo y real hacinamiento. ¿No lo cree? Tome papel y lápiz. Imagine que cada “conventillo” (o construcción equivalentes) ocupa unos 500 m2 de terreno. Entran 20 terrenos en una manzana (una hectárea). Cien hectáreas hacen 1 km2. Si en cada “construcción” viven 100 personas, multiplíquelas por los 20 conventillos por hectárea. Vuelva a multiplicar por 10 para hacer calcular la población por kilómetro cuadrado. La aritmética no miente. En este supuesto la densidad poblacional de ese “sector hacinado” roza o supera la increíble cifra de 20.000 h/km2. ¿Y como andan las cosas bajo la ley de Propiedad Horizontal, creadora de “palomares” para los seres humanos?

Pero las condiciones de vida para mucha población son en extremo peores. Existen cientos de variados “asentamientos internos” llamados eufemísticamente “villas de emergencia” (de emergencia para siempre) cuya densidad oscila entre 30.000 a 60.000 h/km2. Así la “villa miseria” 11/14.

Esta configuración social se ha ido constituyendo de modo oscilante pero progresivo sucesivo, bajo el paraguas de una puja histórica entre el absorbente “poder central nacional” y los “poderes locales provinciales”. Hoy la Constitución formal (1853/60 e incluso la 1994) no es ley materialmente vigente en la Argentina en los aspectos que exponemos. La “constitución social real”, esbozada en los parámetros anteriores es el caldo de cultivo del denostado “populismo”. El populismo es pésimo para la vida social e individual. Pero no carece de causa. Es el deletéreo e inevitable efecto de esa “constitución real”.

Ante este hecho dos cuestiones se presentan a la intelectualidad argentina. Una primera , teórica: ¿Cuál ha sido la causa “radical” de la frustración del sistema federal, republicano y democrático puesto en vigencia por la Constitución originaria?

Esta Constitución, para lograr alguna vigencia material hubo de imponerse con firmeza durante el medio siglo que siguió a su promulgación. Se tuvo que vencer los obstáculos de una historia cultural adversa. La de los 250 años anteriores (o más) de vida proto argentina, lastrada de caudillismo político sostenido por una clase integrada por terratenientes latifundistas, privilegios y monopolios comerciales.

De hecho , con muchas sacudidas, Argentina después de la Revolución de 1810 y no sin reacciones en contra, logro al fin dominar al pasado colonial y presentarse ante el mundo – al primer Centenario, 1910 – como una notable nación constituida para participar en el progreso moderno, al parecer de manera indiscutible.

Pero durante ese lapso del “progreso”, al principio de modo insignificante y cada vez mas in crescendo, aquí y allá , los “nuevos pobladores” – que habían bajado de los barcos para “hacer la America”, poblando al desértico país, aceptando la invitación del Preámbulo de la Constitución – comenzaron a dar muestras de inquietud y rebeldía. Huelga de los inquilinos, 1907, el Grito de Alcorta, 1912, la Semana Trágica, 1919, la Patagonia Rebelde, 1921, algunos públicos conflictos entre otros sociales semejantes.

Por su parte el “poder publico” , el mismo que invitaba a “poblar el país” y debiera haber actuado como efectivo anfitrión (cumpliendo el Preámbulo) , comenzó a abandonar el impulso inicial , a resquebrajarse, debilitarse democráticamente, hasta caer bajo en golpe militar carente de toda fuerza efectiva en los 1930. A partir de este “golpe”, el poder publico, en lugar de abrir el paso a los necesitados de tierra para trabajar en el campo y vivir en las ciudades, se cerro sobre si mismo y tras dejar en pie la legislación civil optó - para sufragar el “gasto público” - por exacionar a los trabajadores y consumidores. Irresponsablemente negó un nuevo tratamiento legal a la renta del suelo, como aun por entonces bregaban los partidos políticos progresistas.

Esta negativa a tocar la renta del suelo llevo a introducir la “política estatal intervencionista en la economía social” (Juntas reguladores, entre otras). En 1932 resolvió, en la misma línea, establecer un régimen impositivo “provisorio” (Como se ha hecho costumbre en nuestro país, todo lo provisorio es “para siempre”). El gobierno nacional dicto la Ley de Impuesto a los Réditos. En el núcleo de esta ley esta inscripto el mandamiento que inspira a todo el régimen impositivo argentino actual: “Trabaja, produce y consume y serás castigado”. Quien no comprenda esto y no descubra las causas que motivó a la clase gobernante de entonces a dictar semejante maldad, no estará en condiciones de dar una respuesta verdadera a la primera cuestión antes formulada. No estar al tanto de esto es el pecado originario de la clase dirigente actual. Solo excusable, hasta cierto punto, por la indiferencia que muestran los intelectuales respecto de este asunto.

La otra cuestión a la nos queremos referir es más dramática. ¿Es corregible este estado de cosas? Y en caso que sea aun posible ¿Cuáles son los métodos para hacerlo sin destruir los bueno que hemos construido en dos siglos de vida independiente?

Por las ciencias físicas contemporáneas sabemos que en la evolución de los procesos dinámicos se suelen presentar “puntos de no retorno”. ¿Qué significa esto? Que todo proceso por dinámico que fuere, por principio, ocurre dentro de un “patrón” u “orden”, dentro del cual se alimenta y al que - mismo tiempo - alimenta y sostiene. Aun en los sistemas llamados “caóticos”.

En todo proceso del mundo viviente, por distintas causas, en su dinamismo el proceso puede alcanzar un “punto crítico de no retorno”. Es el punto en que el proceso alcanza una “mutación” de tal grado que transforma al orden que lo contiene. El proceso puede ser visto como “hijo” derivado de cierto “orden”. Dados ciertos factores endógenos o exógenos su marcha evolutiva entra en “crisis” y tras ella suele el proceso convertirse en “madre” de una nueva clase de orden. A partir de este “nuevo orden” (por lo general de mayor complejidad) , los procesos que ocurren en su interior son diferentes a los antiguos, cuando no opuestos a ellos.

Lo que la historia de los pueblos nos muestra como “decadencia” de algunas sociedades, las modernas teorías sobre fenómenos de la naturaleza, muestran que alcanzado cierto grado de “desorden”, del estado “caótico” se pasa a la constitución de un nuevo “orden” en el que se han de dar nuevos procesos. No son pocos estos casos en la historia humana, en especial en la edad moderna y contemporánea. Uno de los procesos mas conocidos es la historia es la sucesiva mutación de tipos de orden de constitución social en la antigua Roma, desde el siglo V AC al V de nuestra era. Los más presentes son los ocurridos durante los siglos XVIII al XX inclusive.

La mayor esperanza para una “reconstitución” de un orden social libre del populismo que domina en nuestra sociedad e incluso en la esfera intelectual y política, radica en el hecho que a diferencia de las cosas materiales y de la restante naturaleza, el ser humano y los pueblos que establece, cuentan (para bien o para mal) con una especial fuerza que el mundo mineral, vegetal y animal carecen. La fuerza del espíritu.

En unas de sus visitas a nuestro país Ortega y Gasset, creyó observar cierta superficialidad en la cultura argentina. Y sin pelos en la lengua nos espetó: “¡Argentinos, a las cosas!”. El consejo sigue hoy siendo válido, sobre todo cuando se observa tanta energía desperdiciada en puro palabrerío que ignora las raíces y la realidad de cada problema que a diario se nos presenta en el orden social. Pero el imperativo consejo debiera ampliarse. Debe ampliarse pues es necesario que antes de actuar conozcamos “cómo las cosas son”. En su autentica e intrincada realidad.

En este punto el tipo de conocimiento prevaleciente en las ciencias de la sociedad no está a la altura de los problemas que afrontamos. El conocimiento adquirido en las altas casas de estudio no alcanza a “plantear el problema” del acceso a la tierra y el destino que ha de tener el valor del suelo como radical condición de orden de la sociedad.

La fragmentación en “especialidades” dentro de cada Facultad y la general ignorancia del conocimiento logrado en otras Facultades, son en la actualidad la mayor barrera para que el entendimiento humano alcance a comprender los fenómenos sociales como meras parte de un único y complejo sistema. Con esta ignorancia, los planteos de problemas tenidos por planteos correctos desde la perspectiva de una realidad segmentada, son definitivamente planteos incorrectos. Y sin un planteo correcto del problema, no se han de esperar soluciones acertadas sino la emergencia de nuevos y mas graves problemas.

Esto pone sobre el tapete la cuestión de nuestra formación para atender como “legisladores” nuestros problemas sociales. No basta con tomar lanzas contra el “populismo” (lo cual es de extrema necesidad). Para erradicarlo se necesita primero comprender el rol del “derecho positivo” dictado por los distintos gobiernos en la configuración de la realidad social actual. Su progresiva “involución” hacia instituciones jurídicas propias de la época colonial o incluso anteriores,

En esta misión es necesaria una labor inter/ multi y transdisciplinaria. Desde distintos puntos de observación hay que poner en claro cuál derecho positivo dictado – por designio o por efecto – con su vigencia efectiva o falsa ha acabado por derogar – en los hechos de la vida colectiva - las declaraciones y garantías que enumera la Constitución Nacional, con lo cual ha generado una realidad muy lejana a la diseñada en nuestra carta fundamental.

Alcanzado este nivel de conocimiento emergerá, inevitablemente, un tercer grupo de cuestiones a las que se pueden reducir a esta general: ¿Qué medidas hay que tomar, que caminos hemos se seguir, para recuperar la real vigencia del orden social que en su momento justificó la existencia de nuestro país como un modo novedoso de vivir en sociedad?

Ojalá alcancemos el nivel que nos lleve a este último tipo de problemas. Proponer, como suele hacerse hoy con harta frecuencia , de modo improvisado o fragmentado , “remedios” para nuestros problemas sociales sin esclarecer aquellas dos cuestiones previas, ha probado ser el mejor medio para agravar los problemas que en cada momento presenta nuestra realidad.

Buenos Aires, Septiembre 4 de 2011.

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