domingo, 29 de septiembre de 2013

DISCURSO DE COLACIÓN DE GRADO EN LA UBA.: Los frutos del Derecho antiguo, jerárquico, tributario y bárbaro de los romanos.






Discurso pronunciado por el Dr. Guillermo J. H. Mizraji
Acto de Colación de grados del día 12 de julio de 2013
Sr. Vicedecano, Prof. Alberto J. Bueres, Sra. Secretaria Académica, Prof. Silvia Nonna, autoridades presentes, señores Profesores, familias, amigos, nóveles abogados, señoras, señores.
Debo agradecer esta oportunidad que me brinda la Facultad de Derecho de ocupar este podio y así pronunciar las últimas palabras – no una despedida – que como estudiantes van a recibir de un profesor que ha abrazado la docencia universitaria con sincera vocación, cariño y respeto a todos ustedes desde hace más de 30 años.
Esta ocasión es para todos los aquí presentes un momento de especial alegría y esperanza. Lo es para mí también: entre ustedes se encuentra mi hija menor quien recibirá el diploma de abogada de mis manos.
Tengan bien en claro que cuando, en unos instantes más, ustedes atraviesen las columnas dóricas de la Facultad y desciendan por la escalinata principal saldrán al mundo, a la nueva vida que les espera en vuestra nueva condición: la de Abogados, la de hombres de Derecho y de Justicia.
Una sociedad los espera ansiosa, preocupada, golpeada por la inseguridad, la educación menoscabada, la censura, el patoterismo. Lo que hasta ayer preocupaba, hoy desespera. Quizás nunca como ahora el futuro de la Patria dependa de quienes tengan por oficio o profesión el deber de remediar injusticias.
Quizás nunca como ahora nuestro futuro dependa de la justa elección que sepamos hacer entre el temor y la esperanza, el acierto y el error, la ventura y el riesgo.
Siento un gran compromiso y una gran responsabilidad al ocupar esta tribuna. Estas breves palabras deben alejarse del habitual formalismo que encierran en cada colación de grados. No son parte de una simple despedida sino un llamado a la reflexión, a convencernos del compromiso que trae ínsito el llevar bajo el brazo el pergamino de una profesión más ligada que cualquier otra a la defensa de la vigencia de las Leyes, de la Justicia, de la República, de la Democracia
Precisamente, la democracia argentina se encuentra en el linde de su dignidad.
Montesquieu, en 1748, hace más de 250 años, señalaba que hay tres especies de gobierno: el republicano, el monárquico y el despótico. En este último, el poder está en uno solo, que es el que gobierna, pero sin ley ni reglas pues gobierna el soberano según su voluntad y sus caprichos.
David Hume, filósofo escocés, en su “Indagación sobre los principios de la moral” (1752) sostuvo que el progreso de las naciones se funda en un principio: el cumplimiento de los contratos, principio éste ya acuñado por los romanos en la consigna “pacta sunt servanda”, los pactos deben honrarse. La vigencia de este principio distingue a las sociedades civilizadas (donde impera la confianza) de las hordas bárbaras (donde impera la espada).
John Locke señaló en 1760 que la sociedad civil se funda sobre un contrato social el cual llamamos “Constitución”. De él, y sólo de él, derivan las leyes. Allí donde se honra el contrato, la Constitución, las sociedades se desarrollan. Allí donde se las desprecia o ignora impera la barbarie, cuyo fruto envenenado es el subdesarrollo.
Vivimos momentos de confusión. La perversión del orden constitucional a la que estamos asistiendo aspira a coronarse con la desarticulación del papel actual de la Corte Suprema.
El populismo “cala hondo”. Manipula al pueblo para satisfacer al caudillo de turno. Pretende una sociedad sin contradicciones, sin disenso, sin pluralidad. No ama la democracia, la soporta. En el populismo siempre molesta la división de poderes, la alternancia política, la independencia de la justicia. Inyecta pereza en el pensamiento, se atrofia la lógica.
Jóvenes colegas, nos toca vivir días implacables. Percibimos que somos parte de un país donde se auspicia la ignorancia, reaparecen los fantasmas del desabastecimiento, de la carencia de seguridad, de la inflación cínicamente negada, de la imposibilidad de brindar a los más carenciados un servicio de salud que les permita sentir la vida con optimismo en esta Patria pensada como tierra de promisión y futuro. A ello se suma, como el Leviatán descripto en el libro de Job, la ya endémica corrupción que desprecia la ley e instaura el culto al coraje. Representado en la llamada “viveza criolla”, la trapisonda, el exhibicionismo farandulesco con declaraciones retóricas y declamaciones vacías que conllevan promesas incumplidas.
Jóvenes colegas, asuman con valentía desde hoy el compromiso de defender derechos y libertades; no pierdan la identidad que es el hecho de ser alguien. Cuando el abogado pierde la identidad, le acontece que se aleja de la “pertenencia”; la membresía desprecia a aquel que borró su identidad.
Ustedes cuentan con armas para luchar por el derecho. Han sido formados en esta facultad para ello.
Que Democracia, Libertad, Justicia Social, Solidaridad y Respeto al Disenso no sean palabras gastadas que, por ser usadas “en vacío”, han perdido el sentido para el ciudadano.
El gran Sarmiento en un fuerte debate exclamó: “Para tener derechos, hay que vivir en el Derecho”. Quiso decir que hay que elegir entre la ley de la selva o el estado de derecho obligatorio para todos, tanto para los gobernantes como para los gobernados. Ustedes saben bien, porque en estas aulas lo han aprendido desde las primeras enseñanzas, que el derecho que no se respeta es el primer paso hacia la anomia generalizada, hacia la anarquía.
Defiendan la Justicia por sobre todas las cosas, desde cualquier ámbito en el que ejerzan la profesión. El término “Justicia” no debe confundirse con “caridad”. La Justicia entra en la jurisdicción del Estado, es ciega y trata a todos los hombres de manera igual. Si la Justicia se sometiese al poder político, todos nosotros terminaríamos al servicio de un amo y ya no de la ley. Una nueva servidumbre se habrá perfilado. Aristóteles enseñaba que los gobiernos se disuelven principalmente por las transgresiones de la justicia.
Jóvenes abogados, desde el comienzo mismo de vuestra profesión abracen los principios republicanos; defiéndanlos frente a la arbitrariedad; no claudiquen; no se deslumbren ante lo efímero, lo inmediato, lo volátil. Guarden siempre la “cortesía” con colegas y magistrados y con el prójimo. Opten por las conductas perdurables que modelarán vuestro “estilo”.
Defender la República implica exigir.
1) Periodicidad en los cargos públicos; 2) Publicidad de los actos de gobierno; 3) Prohibir los gastos reservados; 4) Responsabilidad de los funcionarios; 5) Soberanía de la ley; 6) Pleno ejercicio de la ciudadanía; 7) El respeto por las ideas opuestas; 8) La idoneidad en los cargos públicos; 9) Exigir la separación de poderes.
Ya culminando debo decirles que guardo sinceras esperanzas en el retorno a la Patria Grande. Las deposito en ustedes, abogados, en la juventud toda que por ser tal encierra el ímpetu necesario, que por ser tal es valiente, fresca y de corazón honrado.
Para construir una república hace falta virtud y amor por el bien común. Demóstenes afirmaba: “El altar más bello, el más santo, es el corazón del hombre honrado”. Siéntanse orgullosos de oir la palabra “abogado”; identifíquenla con el respeto a la ley; con honrar al prójimo. Aléjenla de los caminos sinuosos, sesgados o espurios. Rechacen la mediocridad y la mentira; canalicen sus esfuerzos hacia el logro de una verdadera paz social; ayuden a construir un país del que se sientan orgullosos de pertenecer.
Queridos estudiantes – nunca dejarán de serlo – flamantes colegas, los felicito por el logro obtenido. Es un paso más, no el último. Les deseo éxito, no suerte, porque lo primero es el fruto del esfuerzo y la suerte, parte del azar.
Bienvenidos a la profesión. Muchas gracias y hasta siempre.

viernes, 20 de septiembre de 2013

TRAICION AL LIBERALISMO Parte 3: El Templo de la Perdición

La agenda verde ha sido secuestradA, revela Fred Harrison. Para inflar las ganancias corporativas, el último de los bienes comunes (océanos y el cielo) que se están privatizando en una estafa financiera que creará los barones de la tierra del siglo 21. Planeta Tierra se está convirtiendo en un templo de la perdición. Se necesitará un nuevo contrato social con la naturaleza para evitar el desastre ecológico que se avecina.

TRAICION AL LIBERALISMO Parte 2: La Fuente del Terror

El capitalismo se basa en una ley real de sacrilegio, informa Fred Harrison. La injusticia histórica creó un arte de gobernar de la codicia y el modelo financiero en el que se construyen las naciones modernas. Esto legitima la racha violenta en el capitalismo. En la Parte 2 de la trilogía de Traición, Harrison explica que las políticas actuales no derrotar a la Guerra contra el Terror.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

En el Dia del Maestro, algo que debemos aprender



HOMENAJE A SARMIENTO, DIA DEL MAESTRO

UN VISTAZO A LA PRINCIPAL INSTITUCION ECONÓMICA DEL CÓDIGO CIVIL: PROPIEDAD DE LA TIERRA
Héctor Raúl Sandler. Profesor Consulto, Derecho, UBA
Alberdi en los  1870 no leyó de cabo a rabo  el proyecto de Código Civil de Vélez Sarsfield.  Para criticarlo muy duramente (en verdad repudiarlo)  le bastaba con leer su Mensaje de elevación. Tampoco lo criticaron los legisladores de entonces pues lo aprobaron a libro cerrado. Nosotros debemos abrirlo y volverlo a leer superando lo que hemos aprendido en los cursos de Derecho Civil, dedicados totalmente a la “dogmatica jurídica” de esa ley.
Debemos hacerlo, para ver hasta que punto las sospechas y prevenciones de Alberdi - más allá del acierto de sus argumentos - resultan justificadas. Pues si Alberdi estuvo en la verdad, nuestros males sociales en aumento  tienen un lejano origen temido  por el autor. No solo de las Bases, sino en tratado titulado Sistema Económico y Rentístico para la Confederación  Argentina (1854).
Nuestro orden económico actual no refleja los principios económicos establecidos por la Constitución.  El orden real, el verdadero,   se ha constituido conforme al Código Civil, las interpretaciones doctrinarias, las sentencias judiciales,  la legislación creadora de recursos públicos para los gobiernos nacional y provinciales a lo que se suman, sucesivas e irracionales intervenciones del Estado. Parches ocasionales impulsados por intereses  afectados e ideas repentinas puestas en acción sólo teniendo solo a la vista “la coyuntura”.   
Todo ese edificio normativo hoy vigente, que acaba por ser el peor foco de desorden social actual,  se forjó a partir de la base  del  Derecho romano de propiedad sobre la tierra aceptado por el Código Civil (Leer Nota al Titulo IV del Libro III, y artículos 2502, 2503 y 2506 y sus prolijas notas). 
De este modo, sin mayor conciencia de la mayoría de las personas, silenciada por los entendidos,  sin dejar de citar  aquí y allá a la Constitución como fuente,  en la práctica el Código Civil ha sido y es la  “constitución del orden económico privado y público” de la República Argentina. Sobre esa base, una legislación en materia económica que supera las 12.000 leyes dictadas desde 1930 a la fecha (2013), ha invalidado de cabo a rabo la Constitución Nacional de 1853/60. Veamos un par de instituciones básicas del Código Civil desde una perspectiva económica.
El Código y el derecho de propiedad del suelo
Lo primero que debemos observar es que el Código Civil vigente identifica en cuanto a su trato comercial los bienes muebles con los inmuebles. Es decir, económicamente trata igual los muebles producidos mediante el trabajo con el único inmueble existente en la realidad económica: la naturaleza o tierra (arts.2313 / 2317 y art. 2336).
Desde el punto de vista jurídico formal esto es factible: el ordenamiento jurídico se estructura en base a sus propios conceptos. Pero si éstos son desacertados, no se ajustan, al menos groseramente,  a la “naturaleza de la cosa”,  en la vida social pueden emerger graves problemas. El ejemplo histórico más notorio y deplorable (pero no el único)  ha sido tratar jurídicamente como cosa en comercio a las personas. Así ocurría con  el derecho positivo colonial anterior a la Revolución de Mayo y ocurrió hasta la Asamblea del año XIII.  Por ley las personas negras, llamados esclavos,   podían ser comprados y vendidos como mercaderías. Y usados como capital. Esto hoy nos parece tan escandaloso como aberrante; mas una vez fue “derecho positivo”. Acatado por la población y explicado en las cátedras de enseñanza superior.
 La Revolución de Mayo prohibió la esclavitud. Fue la misma Revolución – en pareja concepción –que prohibió la compraventa de tierra (1813). Consideró al territorio de la patria la “reserva perpetua” de la que habría de vivir la población de la nueva nación. (Digamos al pasar que el mismo concepto se refleja en el derecho público internacional como “soberanía”. Por alrededor de 1000 km2 de hielo casi entramos en guerra con Chile hace un par de décadas. El territorio es algo “sagrado” para la existencia y subsistencia de una sociedad. Frente a los demás países y para sus habitantes también).
En lugar de la propiedad privada romana  la Revolución de Mayo dictó la Ley de Enfiteusis(1826) . La tierra podía ser usada, pero nadie  podía apropiarse de ella en el sentido actual. El Código Civil omitió considerar este derecho revolucionario original en el mundo entero. Al hacerlo  nos retrogradó al sistema romano. Un “sistema de los terratenientes, por los terratenientes y para los terratenientes”.  Copia  de la antigua  Roma. Quien pone la tierra como res in comercio pone la base para la especulación, hace a  los hombres egoístas y  fractura a la sociedad  por odios,  resentimientos y constantes reivindicaciones [1]. 
De la clasificación de las cosas en el Código Civil y los males sociales
En la clasificación de las cosas por el Código Civil se aprecia una gran dicotomía entre los conceptos  de esta ley y los de una ciencia económica de base rigurosa. Para tal ciencia económica la clasificación del Código es una repudiable ficción, pues no toma en cuenta las distintas realidades del mundo y la vida. El drama es que  conduce sin excepción a perpetuos conflictos sociales y a cabales disparates en la constitución del orden social real mediante la legislación coactiva, que tiene forma de derecho, pero no es Derecho sino torticero.
Para la recta ciencia económica solo una única cosa que puede ser considerada “inmueble”.  Este es la Naturaleza, no solo la terrestre, sino la Cósmica, porque ella es la base de la vida.  Desde tiempos primitivos fue llamada madre tierra  (o naturaleza) y cuando nace la ciencia económica simplemente tierra. 
Distintas son todas las cosas producidas por el hombre. Sin embargo todas ellas, sin excepción alguna, son tierra transformada por obra del trabajo. En el inventario de ese majestuoso edificio creado por el hombre desde Adán y Eva, denominado civilización, figuran desde el alimento que llevamos a la boca hasta el uso de la radio y la TV, que administran y usan las ondas hertzianas.  
Lo producido por obra del trabajo humano suele denominarse también  mercaderías, pues en el mundo moderno en amplia gama  están destinadas al “mercado”, esos sitios a los que se ocurre para adquirir lo que se necesita. Lo importante aquí es advertir y reconocer que  toda mercadería en cuanto “algo” producido económicamente es un  mueble.  Aunque esté fijada al suelo. Una casa o un enorme edificio en propiedad horizontal, son cosas,  que para el Código son “inmuebles por accesión”, Pero en el orden económico humano son muebles,  en tanto “cosas producidas”  por el trabajo del hombre aplicado a la tierra. Toda mercadería en cuanto cosa producida por el hombre es así, mueble.
Para una ciencia económica rigurosa el término riqueza menciona un concepto preciso: son las cosas producidas por el hombre. A un determinado conjunto de cosas para si o mercaderías aptas para satisfacer necesidades ajenas, producidas durante un año, los clásicos la denominaron riqueza.  
En primera fórmula sintética la riqueza es así el fruto de dos factores:
[I]   R [riqueza] =  T [trabajo humano] + N [naturaleza]
Surge de esta fórmula que no son riqueza ni el trabajo humano ni la naturaleza a la que aplica. En ciencia económica  nadie es rico por ser y gozar de salud,  ni tampoco lo es por poseer miles de hectáreas de tierra. Desde el punto de vista económico solo se es rico poseyendo riqueza. Esto es cosas poseyendo muebles  producidas por el hombre[2].
Pero hay más. Para la ciencia económica Capital es la parte de la riqueza no consumida aplicada a la producción de mayor riqueza.
La conclusión primera es que solo los muebles (cosas producidas por el hombre) pueden ser  Capital. La segunda que solo es capital los muebles si y solo si se aplican (o están destinadas a aplicarse) a la producción.  La locomotora Porteña en el Museo de Lujan o la computadora son cosas muebles (art.2311 CC); pero no capital. A menos que una emergente necesidad o un nuevo ingenio lleven a insertarlos  en el proceso de producción de más riqueza.
Consecuencia de este razonamiento es que el proceso de producción  de riqueza a la fórmula [I] se hace más complejo cuando la sociedad humana recurre  al  Capital.  La incorporación del factor Capital  da lugar a esta segunda fórmula: 
[II] R = Trabajo + Capital + Naturaleza
Un corolario necesario de esta Formula II es que el trabajo y la naturaleza jamás pueden ser riqueza. Así por definición lógica.
En cuanto a cuáles cosas producidas son (o pueden ser) capital varia con la posibilidad de su aplicación de poder producir más riqueza. Esto le da una singularidad importante al capital y exige un riguroso y refinado pensamiento. Es decisivo evitar el daño del lenguaje corriente y vulgar. Para hacer ciencia no sirven las palabras. Hay que usar términos. 
El capital es indispensable para multiplicar la débil fuerza laboral del hombre en la producción de cosas que necesita. Pero es mucho más significativo porque la riqueza  puede tener un doble destino.   Puede ser consumida o ahorrada. No consumida, puesta aparte, ahorrada a la espera de  una oportunidad para aplicarla a la producción de más riqueza es capital en potencia. . Pero solo adquiere calidad de capital cuando es insertado en el proceso de producción de más riqueza. Esta inevitable realidad “ambigua” es fuente de muchas confusiones, multiplicadas cuando agregamos a la vida el sistema monetario. Incorporando la  moneda a la observación de la realidad económica necesitamos hacer esta distinción: por un lado las cosas que son ( “valores de producción” ) y por el otro débitos y créditos a que esa producción da origen (“valores crediticios”) . La moneda no es, por lo tanto, una cosa como valor de producción sino un “poder” simbólico que testimonia a favor de quien la posee  un “derecho”. Un derecho a adquirir a alguna de aquellas cosas. Esta diferencia es sustancial para entender la economía.
Un propietario de tierra puede hacerse rogar para que acceda a hacerla ingresar en el proceso de producción. El derecho civil permite esto.  Esta posible reticencia produce efectos sociales muy perturbadores. La creciente demanda de tierra (por una destrucción bélica de la riqueza existente o por el crecimiento de la población por nacimientos o inmigración o la decisión de invertir mas capital), aumentan la demanda de tierra y con ello su precio.. Ella es cada vez más escasa en términos relativos, es decir resultado de la relación “demanda/oferta”.  En términos absolutos el territorio del mundo permanece constante. Como permanece  el “territorio” de cada país. El de éstos no se puede “extender”, salvo cuando por  la conquista se apropia de territorios ajenos. La disputa por el territorio  ha sido la principal causa de las guerras en la humanidad, disimulada bajo otros argumentos.
Reflexionar sobre este fenómeno pone de manifiesto que  el  poder con efectos económicos que tiene el propietario de la tierra derivan del ordenamiento legal. Y debemos prestar mucha atención a ellos para lograr una sociedad de hombres libres, que gozan derechos en un pie de igualdad sin mengua de la natural fraternidad propia de la especie humana.
Si hay ventajas de unos hombres sobre otras no derivadas de un “derecho natural” sino del “derecho positivo” hay que hablar de  “privilegios”. Algunos  son venenosos porque arruinan la vida humana, individual y social. El peor es la posibilidad de apropiarse de los frutos del trabajo ajeno al extremo de poder vivir sin trabajar.
Entre nosotros es frecuente decir que alguien esta en buena posición porque vive de “renta”. En verdad con esa palabra nadie se refiere hoy ni recuerda que ella aludió a la “renta de la tierra”, llamada una vez “renta fundiaria” por los fisiócratas y los economistas clásicos y “plus valía “por los marxistas.
Este olvido y confusión tiene entre nosotros origen histórico. Se instaló a partir de la etapa de Organización Nacional. Paso sin inconvenientes ni cuestionamientos  el  choque de principios de orden social entre por establecidos por  la Constitución Nacional y los que inspiran al Código Civil en la materia. La fuerza de los propietarios aprovechadores de la “renta” – los rentatenientes de entonces -  pesó en la legislación civil. Políticos y   juristas, salvo contadas excepciones,   borraron de la agenda política la cuestión del destino de la “renta del suelo”.   En la enseñanza superior quedó oculta la importancia moral de  la Ley  de Mayo, cuando no fue desacreditada abiertamente.  
Nadie llamó la atención sobre el notable hecho que en Código Civil nada se establecía sobre quiénes eran los propietarios originarios de la tierra argentina, o no habiéndolos, cómo se podía llegar a serlo.  En el Código se da por existente esa apropiación de la tierra y solo se  regula la “transmisión” de esta propiedad por actos entre vivos o por muerte del causante propietario.
 En el  importante asunto del origen de la propiedad, cimiento del orden social y los consiguientes procesos que por su causa se originan,  las únicas normas que existen en el Código Civil  carecen de  toda significación para el orden económico y social. Se  descarta como fundamento del derecho de propiedad sobre la tierra la “apropiación” (art. 2528);  pero se la acepta para los muebles en general  (arts. 2525 ) y en especial en el caso de algunos objetos excepcionales, tales  como los peces, los enjambres de abejas, piedras, conchas plantas, yerbas y tesoros abandonados (art.2343 y 2540 al 2566).
Es un Código que reconoce como legal la existencia de propietarios anteriores a su promulgación de la Constitución. Propietarios pre-constitucionales que harían prevalecer sus antiguos “derechos civiles” frente a los nuevos “derechos constitucionales” consagrados en los art.14 al 20 de nuestra Carta magna de 1853, heredera los ideales liberales y sociales de la Revolución de Mayo de 1810.  
Millones de seres humanos responderían a la generosa invitación lanzada por la Constitución “a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” para gozar de “los beneficios de la libertad”.
Los inmigrantes podrían satisfacer sus deseos de arraigarse en el joven y vacío país, tras pasar la aduana,  en cuanto lograran  el permiso de los propietarios de la tierra para poder acceder a la que necesitaran para vivir y trabajar. El párrafo octavo in fine de la nota al art.2503 lo expresa claramente: “El contrato de arrendamiento será entre los propietarios y los cultivadores o criadores de ganado será un intermediario suficiente”  La fuente legal de la  fractura de la sociedad argentina en clases,  a semejanza de  la Antigua Roma,  quedó así establecida.
Toda nuestra historia posterior hasta hoy  merece ser examinada y explicada a partir de esta contradicción entre el derecho romano a la tierra implantado por el  Código Civil de 1869 y la liberal y socializante Constitución de cuño alberdiano promulgada en 1853.
Buenos Aires 11 de setiembre de 2013, Día del Maestro, fijado así en Homenaje a Don Domingo Faustino Sarmiento, promotor del acceso a la tierra por todos los trabajadores y habitantes del país (Leer “Chivilcoy Programa”, 1868)


[1] La propiedad de la tierra con el alcance romano no fue universal ni en su tiempo. Basta con leer las leyes Mosaicas (Levítico 24 y s.) para comprender cuán distinto era el derecho hebreo en la época que reinaba Roma. 
[2] Obsérvese la influencia del derecho positivo. No hay dudas que por causa del derecho positivo es persona poseedora de “riqueza” el propietario de una hectárea en el centro de la ciudad de Buenos Aires.

martes, 3 de septiembre de 2013

LA MISERIA ES EL FRUTO DE LA RIQUEZA

"Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón -ni a LOS K-, ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria.

Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo
inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por la clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, (se refiere a la Patagonia Rebelde y a la Semana Trágica) porque pedían un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que les permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, el hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco.

No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta (se refiere a Robustiano Patrón Costas, cuya postulación en la fórmula con Ramón Castillo se malogró con el golpe del 4 de junio de 1943).

Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. Tendrías, como un señor que yo conocía y que iba todos los meses a cobrarlo, un puesto de ama de cría para cubrir sus gastos, que se lo pagaban oficialmente, y un sueldo para salir con el clan.

Yo me acuerdo del clan. Y vos también. Aquella mafia siniestra que salía sólo para aterrorizar gente y mataba una vez a gomazos, otra vez a tiros y a veces con el camión para hacerlo más divertido. No, si la memoria fastidia. Pero yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que manejaba el país. Mirá, si vos hubieras estado en la Semana Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcala, y hubieras visto morir primero a aquellos cinco, luego a cientos, y hubieras visto masacrar judíos por una gloriosa institución que nos llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y Eva Perón.

En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de hambre. Los maestros sirviendo de burla en lugar de hacer llorar porque estaban sin cobrar un año entero. ¡No! ¡Y todo vendido! ¡Y todo entregado! Yo sé que te da rabia que te lo repitan tantas veces, pero es que entristece también pensar que no lo querés oír. El otro día, en un discurso oí que decías refiriéndote a un gobierno de 1918: Ya por ese entonces los obreros gozaban.... ¿De qué gozaban? ¡Los gozaban!, que no es lo mismo. Y, sí, Mordisquito, ¡los gozaban!

La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés nada; la que te habla claro te parece vulgar.

Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones cuando era chico. Ahora, ¡no! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora, Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso - por no decir la infamia - de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Perón y Eva Perón. Pero no fui yo quien los inventó.

A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que se ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay, Mordisquito, qué desmemoriado te vuelve el amor propio!.

Te dejo. Con tu conciencia. ¡Perón es tuyo! ¡Vos lo trajiste! ¡Y a Eva Perón también! Por tu inconducta. A mí lo único que me resta es agradecerte el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Gracias te doy por él y por ella, por la patria que los esperaba para iniciar su verdadera marcha hacia el porvenir que se merece.

¡A mí ya no me la podés contar, Mordisquito! Hasta otra vez, sí. Hasta otra vez".

En una de sus apariciones radiales anteriores dijo: "... a mí no me duele que vos tengas más... me duele que los demás no tengan nada. ¿Te has olvidado que la vida de los otros vale tanto como la tuya? Por eso me escribís diciendo que este gobierno ha desatado una tormenta de clases. ¡Qué error el tuyo! Lo que ha desatado este gobierno no es una tormenta de clases, sino que ha desatado a un montón de clases que vivían en la tormenta... sin paraguas, sin comida, sin más sueños que los que dan el cansancio y la miseria. De gente como vos. Como vos, que sos capaz de llorar a gritos con una película de esclavos, y los has estado viendo morir de tristeza al lado tuyo durante tu vida, sin comprender cuál era tu destino generoso frente a ellos...". 
Enrique Santos Discépolo


El peronismo es el fruto del capitalismo neo liberal -tributario y esclavista-que reina en la mente y el corazón de todos nuestros economistas, abogados y políticos por corrupción académica de nuestras Universidades