viernes, 13 de diciembre de 2013

LA GRIETA: dos Países una Nación




Héctor Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA

Ningún factor es más decisivo (para el buen orden social y el bienestar de sus miembros)  que el tamaño social, tal como lo expresan el número (cantidad de habitantes) . la densidad (habitantes /km2) , la integración (articulación de aspiraciones y esfuerzos) y aceleración demográfica (crecimiento anual de la población necesaria)”
Leopold Kohr, El superdesarrollo (Los peligros del gigantismo)

Nuestra realidad demográfica sobre la mesa
1. Si de modo principal se tienen en cuenta los factores “número” y “densidad” considerados por Leopòld Kohr, debe decirse que en nuestro pais existen 2 Argentinas. Por un lado la Argentina/urbana , formada por el 85% de la población  según último censo.  Sobre  40 millones son unas 34 millones de personas. Ellas  habitan en la Ciudad de Buenos Aires, el gran Buenos Aires ,  capitales de provincia , ciudades y  pueblos con mas de 2000 habitantes. Se puede conjeturar que la superficie territorial ocupada por los “urbanos” no supera, ni de lejos, los 34.000 km2. Aceptando a modo de hipótesis esta cifra,  la densidad media de la “Argentina/urbana” oscila alrededor de 10.000 h/km2.

2. Junto a la anterior  está  la Argentina/desértica .  Es el 15% de la población que vive en unos  2.766.000 km2 . Surge de restar a los  2.800.000 km2  de nuestro territorio continental  los 34.000 km2 “urbanos” . La densidad media no alcanza en esta otra inmensa Argentina a 2 h/km2.  Un gran geografo aleman probó con hechos de la historia que el mínimo de densidad necesaria para que emerjan rudimentos de una “civilización” son unos 12 h/km2. Desde este punto de vista, en mas del del 99% del territorio argentino el tipo de vida es  “prehistórico”.

El problema social menos considerado en la Argentina
3. Reconocer la realidad  de 2 Argentinas ( la poblada y la desertica) es clave para entender muchos graves problemas que nos aquejan  y abrir nuestras cabezas para pensar qué hacer para lograr una sociedad demográficamente equilibrada.   La disyuntiva sarmientina “civilización a barbarie” y la sentencia alberdiana “gobernar es poblar”, siguen tan vigentes como lo estaban al promulgar la Constitución Nacional 1853/60. Solo que los graves problemas de “orden social” que derivan de ese enorme desequilibrio  demográfico son  mucho más difíciles de resolver hoy que hace un siglo atrás. Lo más grave del caso es que este enorme desequilibrio no es percibido como problema, cuando de hecho es el generador de constantes conflictos latentes y abiertos que estancan nuestro desarrollo general en perjuicio de todos los habitantes.  

Un mal antiguo que se agrava aceleradamente
4. El señalado desequilibrio  es hoy peor que en la etapa de la Organización Nacional  pues mientras  el desierto de aquel entonces no ha cedido han emergido en las zonas pobladas hacinamientos urbanos entonces inexistentes. Entre esas  poblaciones hacinadas  suele, a veces, mediar gran distancia; pero solo en esta separación entre ellas pueden ser tomadas como oasis en el desierto prevaleciente. Cuando uno llega al gran Buenos Aires, al gran Rosario o al gran Córdoba, para citar los ejemplos mas conocidos pero no únicos, lejos esta de encontrarse con un oasis. Con lo que choca es con reales aglomeraciones humanas que sufren una verdadera de patología social.   Aglomeraciones de edificios y de millones de personas fuertemente masificadas que han perdido no solo la condición sino el sentimiento mismo de vecindad. Es en ellas donde germinan y persisten de modo constante focos de incendios sociales, los que cuando estallan consumen bienes y vidas humanas. Por su forma de ser aun en momentos de aparente tranquilidad la aglomeración hace de los individuos solo miembros de grupos de gente, con lo que se enervan las ya debilitadas energías de la sociedad argentina.  
Los oficiales promedios de densidad   asignados a la Argentina en la literatura corriente no reflejan la dramática realidad que sufre nuestra sociedad.   Ni siquiera permiten atisbar a su través  nuestro mayor problema de orden social necesitado de urgente atención.    
Este problema radical se puede enunciar en dos preguntas esenciales:
1º) ¿qué ha causado esta deformación demográfica?  
2º)  Cómo eliminar los actuales  hacinamientos y a la vez poblar ordenadamente  nuestro inmenso desierto?
Es el más difícil de nuestros problemas políticos. Pero mientras no se tome conciencia viva de su existencia y se actue para resolverlos,  fracasaran todas las políticas de gobierno aplicadas a resolver – no ese problema fundamental  – sino de los millares y variables efectos derivados de su destructiva existencia.
Empecemos por bosquejar la realidad para despertar la conciencia dormida de los dirigentes y la ciudadanía.   

El hacinamiento de los pobres
5. La información diaria da cuenta de graves y crecientes problemas sociales  en la Argentina/urbana. Para registrar la dinámica conflictiva que existe en esta sección –basta con leer en los periódicos y ver en la televisión las noticias sobre el incremento de la delincuencia más burda y la constante cadena de conflictos,  individuales y colectivos,  que emergen cada mañana  borrando de la retina el que estallara la semana anterior. Estos primeros días de Diciembre han sido suficientemente mostrativos del mal que nos preocupa. Pero ese dinámica violencia responde a una realidad estructural no del todo ignorada, aunque mal entendida y peor atendida.  Todos saben de los inhumanos habitat que proliferan en toda ciudad relativamente grande. Son los denominados  conventillos, villas de emergencia, casas ocupadas, tolderías provisorias, taperas sobre veredas y paseos públicos, etc.

6. Con pseudo verdad aritmética se sostiene, por ejemplo, que la densidad de la población en la CABA es de alrededor de 15.000 h/km2 (3 millones viviendo sobre 200 km2). Este dato no sirve para nada y menos  para reconocer nuestro principal problema social.  La densidad real en cada lugar lejos está de esa uniformidad estadística. Fluctúa a saltos de un punto a otro dentro de cada ciudad. Así, por ejemplo, en  la “villa 11/14” ubicada  en  la CABA la densidad real es  tres veces  la media aritmética oficial.  Sobrepasa los 45.000h/km2. Estos niveles de densidad impiden una sana vida humana y el desarrollo de indispensables virtudes sociales, que ninguna instrucción escolar – cuando existe b- puede suplantar. Estos “asentamientos” se repiten en muchos lugares de la Capital,  en el gran Buenos Aires y  en todas las capitales de provincia e incluso en las ciudades menos pensadas. Cada día aparece un nuevo asentamiento de este tipo sin que haya desparecido ninguno de los anteriores. Esto prueba de la existencia de un mal crónico, producido – anticipémoslo desde ya - por  el derecho positivo vigente en dos materias: el derecho de propiedad sobre la tierra y el derecho impositivo. .

El hacinamiento de los “no pobres”
7. Si la densidad en las villas y asentamientos semejantes hace que la vida sea  inhumana, casi horrible, desde cierto punto de vista no lo es menos en los sectores “no pobres” de las ciudades.  En una gran cantidad de casos , a pesar de las apariencias,  la calidad de vida llega igualmente mala cuando no peor.
El  regimen de la Ley 13.512 creando el derecho real de propiedad horizontal  ha rebajado  la calidad de vida en forma  inaceptable. Este es el peor invento legal argentino. Apilar los hogares como si fueran cosas ha arruinado la vida ciudadana.
En barrios habitados por personas con mejores ingresos,  sobre  cada hectárea, se edifican (en promedio)  alrededor de  10 edificios de 10 pisos cada uno sobre cada lado del cuadrado llamado “manzana”.  Podemos ejemplificar este fenomeno diciendo que hay barrios en los que en cada manzana hay  alrededor  de 40 edificios construidos bajo regimen de propiedad horizontal. Si  suponemos cada piso contiene  3 departamentos  el total de éstos por manzana es de 120 departamentos. Habitados cada uno por una “familia tipo”  (4 personas) la población sobre cada hectarea alcanza a  casi 500 personas. La densidad en este caso es de 50.000 h / km2. Más alta que en las villa miserias mas numerosas de la Capital. Aunque pintado de rosa y con “moñitos del mismo color” el fenómeno del hacinamiento urbano se repite aqui. Hay otro efecto aun peor: la acumulación de edificios aumenta la renta del suelo, en la Argentina pagada principalmente por los trabajadores. Es decir, sus salarios son castigados por el valor de la tierra.

Ciudades que agobian a sus habitantes
8. Estos son  datos estáticos del hacinamiento.  La dinamica y el ajetreo de la vida moderna multiplica exponencialmente sus efectos. Piénsese entre otros los siguientes: la permanente necesidad reconstituir calles, veredas  y caminos, el estado de los transportes ferroviarios, el costo del transporte automotor, la congestión en los lugares de trabajo y en los centros comerciales, la falencia de servicios publicos, etc. Con esto. se tendra una primera imagen de esta agobiadora dinámica ciudadana. No se necesita mucha estadistica para conocerla. Se la sufre todos los días del año. Hay que comparar el tipo de vida en este tipo de ciudades argentinas  , dominadas por el hacinamiento,  con la vida que se suele disfrutar en algun aun subsistente “pueblito del interior” o en los aislados  “countries” lejos del “infierno” de la ciudad. Estas lugares que en las grandes ciudades argentinas son “islas privilegiadas” son el modo regular de ser en pueblos y ciudades de otros paises. Valga como ejemplo la forma de vivir en paises como Austria o Dinamarca.

El desequilibro poblacional
9. El hacinamiento  emerge por aglomeración de gente sobre  una superficie insignificante. Paradójicamente ocurre en la Argentina poseedora de uno de los mayores  territorios del mundo. Lo sufre el 85% de la población arrumada en pocos puntos  del territorio, cuyas superficies sumadas no llegan a los 34.000 km2. Casi nada  frente a la superficie   2.766.000 km2 practicamente desierta. Algo huele mal en el ordenamiento legal para acceder al suelo argentino.
Buenos Aires, Diciembre 12 de 2003

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